16. ❛ Te quiero a vos ❜

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—Charly

Yeimy se acercaba y mis pantalones estaban a punto de explotar. Esa mujer me provocaba mil sentimientos, me generaba ganas de cuidarla y estar a su lado, pero eso no quitaba que despertara todos mis instintos animales cuando estaba conmigo.

Mis ojos se perdían en sus piernas y subían hasta el escote, atravesando su cuerpo envuelto en aquella bata que me moría por arrancar como si fuera el papel de un regalo. Su sonrisa me estaba derritiendo por completo, y su cabello de color castaño claro brillaba bajo la luz que se colaba por los grandes ventanales. Nada de esto me parecía real.

Cuando llegó hasta mí puso ambas rodillas sobre el sofá, una a cada lado de mis piernas. Alcé la cabeza para poder mirarla a esos ojos que reflejaban tanta lujuria como los míos, contemplándola como si fuera una diosa.

Mis manos se posaron en la parte trasera de sus muslos y empezaron a subir por ellos, colándose bajo la bata mientras mis labios encontraban su cuello y besaban ardientemente su suave piel. De pronto sentí mis muñecas retenidas entre sus dedos y presionadas contra el sofá mientras ella se sentaba sobre mis piernas. Gruñí con frustración.

—¿Por qué el afán? —jadeó Yeimy contra mis labios.

Se movió lentamente en mi regazo, haciéndome gemir ante la fricción de nuestros sexos. Me sentía como un pelado de catorce años, a punto de venirme en los pantalones con un simple roce. Necesitaba soltar mis manos, bajarme el bóxer y hacerle gritar sobre ese sofá hasta que los vecinos llamaran a los tombos.

—Quedate quieto —me ordenó antes de besarme.

No me gustaba cumplir órdenes, pero teniendo a Yeimy casi desnuda sobre mí y a punto de hacerme el amor, la hubiera dejado incluso que me amarrara. Sentí sus labios bajar a mi mentón, por mi cuello y acabar sobre mi pecho, dejando besos húmedos y cálidos en mi piel. Cada caricia me hacía estremecer aún más. Empezó a desabrochar los botones de mi camisa, recorriendo a besos la piel liberada hasta abrir la prenda por completo. Sus labios descendían por mi vientre, disfrutando del duro tacto de mis abdominales antes de llegar a lo que me moría por que ella besara.

Suficiente obediencia por hoy.

Mis dedos alcanzaron la cinta que mantenía sujeta su bata y empezaron a tirar de ella, entreabriéndola. Si había alguna parte de mi cerebro que no estuviese consumido por el deseo y la lujuria, desapareció cuando vi la sorpresa que había debajo.

Yeimy miró lo que se había formado en mis pantalones y sonrió levemente, escalando por mi pecho para volver a besarme mientras se sentaba de nuevo en mi regazo. Su lengua invadió mi boca al tiempo que presionaba su cuerpo contra el mío, haciéndome sentir el calor de su piel contra mi pecho desnudo. Sus caderas se movieron aún más hacia delante, quedando justo encima de mi miembro y haciéndome gemir con fuerza. Separé nuestros labios y bajé la cabeza, mi respiración entrecortándose al ver que solo su pequeña ropa interior de encaje y la tela de mis jeans nos separaban del paraíso.

—Princesa... No sabés cómo te deseo...

—¿Ah, sí? —su voz era un gemido sensual—. ¿Y por eso andás buscando a Tamy pa' que te repita el favorcito de la fiesta?

—¿Qué?

La sangre en mis venas se heló a medida que procesaba sus palabras. Ella se levantó de mis piernas y se volteó mientras se cerraba la bata.

—Yeimy... —me paré y puse una mano sobre su hombro, pero ella hizo un movimiento para apartarse antes de girarse hacia mí.

—¿Sos consciente de todo lo que puse en juego por vos? Mi trabajo, mi reputación, la estabilidad de mi hijo... Y para vos yo solo era un polvo más mientras te calentabas el siguiente —me miraba con decepción, y eso era más doloroso que cualquier otra cosa.

Una miradita, princesa (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora