53. ❛ Rata inmunda ❜

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—Charly

Gema corrió hacia mí entre insultos, y yo di la vuelta al sofá para huir de ella.

—¿Cómo se te ocurrió hacerle eso a tu familia, imbécil?

—¿Me dejás decir algo primero? —pregunté, con todos mis reflejos en alerta mientras la miraba.

—¿El qué? —contestó entrecerrando los ojos.

—Igual la culpa también fue de ustedes por creerse un cuento tan malo, a lo bien, la idea la saqué de la novela turca que veía mi mamá.

—CHARLY... —gritó corriendo de nuevo hacia mí.

—Está bien, perdón, al menos dejame explicártelo todo —repliqué mientras continuaba mi escape por el bien de que mis partes íntimas no fueran arrancadas.

—¿Cómo podés explicar eso?

—Yeimy se enfadó bien feo conmigo, y yo estaba desesperado. Solo quería otra oportunidad, demostrarle que podíamos volver a enamorarnos las veces que fuera.

—¿Es en serio? ¿Crees que una cagada se arregla con otra cagada aún más fuerte?

—Okey, te juro que en mi cabeza era buena idea.

—¿Cómo va a ser eso buena idea? —chilló.

—Decí lo que querás, pero funcionó. Yeimy me ama.

—¿Vos sos consciente de que todo lo que ganaste lo perderás en cuanto sepa la verdad? —Gema frunció el ceño—. A menos que seás tan miserable de no querer decirle que...

—No, no, creeme, te juro que se lo pensaba decir hoy —respondí con sinceridad, sentándome en el sofá—. Quedamos en un hotel para... Bueno, vos sabés... Y yo jamás me acostaría con ella con mentiras.

Al menos, no esta vez.

—Carlos...

—Creeme, por favor, es en serio. Es más, si no lo sabe mañana, se lo podés contar vos misma.

—Lo haré —respondió con firmeza.

—Está bien. ¿Podrías...?

—¿Qué?

—¿No decírselo a Vanesa? Creo que merece que se lo cuente todo yo.

Tardé algo de tiempo en convencerla, pero lo conseguí. Me esperaba un día difícil mañana, pero esta noche lo sería aún más.

Me desabroché algunos botones de la camisa frente al espejo del carro. Tal vez eso me hiciera ganar puntos. También me revolví un poco pelo, dejando que el flequillo cayera libremente por mi frente antes de caminar hacia el hotel. Era un sitio lujoso y elegante, situado en el centro de la ciudad.

—Buenas noches, buenas noches —dije acercándome a la recepción y mostrando mi tarjeta bancaria—. ¿Podría cargar la habitación 405 y todos sus gastos acá?

Era posible que Yeimy me cortara aquel día, y si ya me había dejado claro que no aceptaría un peso mío, ahora con más motivos querría no hacerlo. Yo no podía permitir que además se gastara una fortuna en aquel lugar, mucho más sabiendo que esa no iba a ser la noche de ensueño que ella estaba esperando.

Una miradita, princesa (Charleimy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora