Una miradita, princesa (Charleimy)

44. ❛ Mi destino ❜

—Charly

—¿Qué mierda, Charly? —preguntó ella, cayéndose del sofá de la sorpresa.

—¿Eso fue un sí o un no?

—¡Claro que no! —respondió mientras se sobaba la cabeza—. Llevamos saliendo un mes, ¿cómo creés que te voy a decir que sí?

—Un mes pero el culicagado va pa los ocho añitos.

—¿Te recuerdo con quién hubo boda después de que creásemos a Mateo?

—Okey, okey, pero si yo te quiero, vos me querés y estamos formando una familia... ¿Por qué no querés que nos casemos? —pregunté haciendo un puchero.

—¿Y vos por qué querés que nos casemos? —se cruzó de brazos, acercándose a mí—. Es solo firmar un papel, ¿de verdad creés que necesitamos eso pa ser una familia? Digo, si nuestro amor no te parece suficiente es porque tal vez no me querés lo suficiente.

—¿Qué...? ¿Te pido matrimonio y tu conclusión es que no te quiero?

Yeimy se levantó y se puso mi camisa. La prefería desnuda, no iba a mentir, pero con aquella prenda no estaba nada, nada mal.

—Vos sabrás, fuiste el que lo propuso —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Sabés qué? Sí, yo no te quiero. Yo te amo.

—¿Y entonces? ¿Eso no basta pues?

—Claro que basta, pero no sé, también quiero una boda hermosa, los votos, jurarnos que nos vamos a amar para siempre...

—Vos ya viviste eso una vez, y no vi que ese juramento salvara tu matrimonio.

—Eso no cuenta, yo no sentía nada de lo que dije en esa ceremonia.

—Y aun así te casaste —replicó con una sonrisa irónica.

—¡Porque me obligó mi mamá, Yeimy!

—¿Qué? —preguntó ella, acercándose con el ceño fruncido.

—Gema estaba embarazada, ¿creés que lo habría hecho si no? Ni siquiera estábamos juntos.

—¿Es... En serio?

Hice una pausa, mirándola confundido.

—Pensé que lo sabías.

—Bueno, sabía que la debieron concebir por esas fechas, pero...

—¿De verdad pensabas que me casé porque quise? —pregunté riendo.

—Entonces... Todo lo que me dijiste de que lo tuyo con Gema había acabado... ¿Era cierto? —murmuró mientras se sentaba a mi lado.

—¿Ves? Nunca te engañé con ella —susurré mientras me acercaba a besar su hombro, pero ella me apartó de un manotazo.

—Igualmente me engañaste, eso no cambia nada.

—Ay, ya me perdonaste por eso, vení —tomé con delicadeza su mandíbula para recorrerla a besos.

—Charly, ¿puedo hacerte una pregunta? Bueno, más bien dos.

—Claro —respondí con cautela, un poco preocupado por su forma de empezar.

—¿Qué habría pasado si te hubiera dicho que estaba esperando un hijo tuyo? Hace ocho años, digo.

Traté de pensar la respuesta a una pregunta que jamás me había hecho, o más bien que jamás había querido hacerme. No deseaba mentir, pero tampoco quería mandarme otra cagada, y menos aquella noche.