Una miradita, princesa (Charleimy)

45. ❛ Hampón ❜

Aviso +18.

—Yeimy

—Queda detenido por los delitos de secuestro y privación de libertad.

—¿Qué está pasando? —me acerqué rápidamente, tratando de interponerme entre Charly y el tombo que le estaba leyendo sus derechos.

—Esto es un malentendido.

—Si es por mí, estoy con él voluntariamente —aclaré al instante—. Tiene que ser por mí, ¿no? No has secuestrado a nadie más pues —susurré.

—Sí, princesa, por el día soy cantante y por la noche asesino serial —respondió con ironía.

—Pero cállate, pendejo —le interrumpí, señalando con la barbilla a los policías.

—No importa, se ha interpuesto una denuncia y tiene que acompañarnos a comisaría. Por favor, no lo haga más difícil.

—Esto fue el maricón de Juan Camierda. Te juro que le voy a mat....

—Dale, princeso, que no la cagaste lo suficiente —le interrumpí mientras le esposaban—. ¿Es eso necesario?

—¿Por qué? ¿Querías ser vos la que me esposara esta noche? —Charly me guiñó el ojo mientras se mordía el labio inferior.

—No estoy para bromas, a lo bien —dije, fulminándole con la mirada.

—Perdón, lo hago sin querer, cuando estoy nervioso pienso en sexo. Digo, debe ser una reacción natural del cuerpo, me pide desestresarme —explicó mientras los policías le arrastraban hacia el carro.

Me estaba dando un poco de pena verle hablar esposado. Si Charly no movía las manos siete veces por frase, no era persona.

—Llamá a Carolina, princesa —me gritó.

—¿Te recuerdo que me dejé allá el celular cuando me secuest...?

—Ah, ¿y quién la cagó ahora? —preguntó con una sonrisa—. Sacalo de mi bolsillo. Cogé las llaves del carro y la plata, están también ahí.

—Esperen —grité, obedeciéndole mientras le metían en la patrulla—. ¿Cuál es la clave del celular?

—1234 —respondió justo antes de que cerraran la puerta.

Rodé los ojos, incapaz de creer que estaba saliendo con ese huevón. Entré de vuelta al restaurante.

—SAPO —le grité al encargado antes de marcharme.

Fui al carro y llamé rápidamente a Carolina para explicarle el problema.

—¿A qué estación se lo llevaron?

—Mierda, olvidé preguntar.

—¿Es en serio, Yeimy?

—Perdón, perdón, no me grités —respondí, a punto de llorar por las hormonas.

Quedé en ir a las estaciones de la zona y mandarle la ubicación cuando la encontrara. La gente se me quedó mirando raro en cuanto entré en la primera, supongo que por el vestido de novia.

—Perdón, ¿trajeron acá a Charly Flow? Es moreno, ojos azules, cara de estúpido...

—Sí, sí, sé quién es, pero no está.

—Okey, muchas gracias.

—Perdón, una cosa.

—¿Sí? —me giré hacia el hombre de inmediato, con una sonrisa esperanzada.