I Nuevo

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La vida es una mierda.

Una maldita mierda que detesta con todo su ser, en sus 17 años de jodida vida, había tenido algo que el pudiese considerar suerte, o por lo menos algo que le durara lo suficiente como para poder disfrutarlo.

Habiendo vivido más desgracias que alegrías, él seguía mirando al frente sin vacilación, con coraje y determinación. Cosas que, reiteradas veces sus amigos le dijeron, eran las que lo describían tal y como era. Pues él no se rendía, aunque cayera miles de veces se levantaría esas mismas miles, dando todo de si para obtener lo que desea. Sonriéndole a la vida, aún cuando esta claramente le hacia ver que él no era de su predilección.

No se rendiría y continuaría jodiéndole a la vida misma con su existencia.

Suspirando abrió la puerta frente a él, el volumen del bullicio del interior se intensifico y llego a sus oídos; dando un paso dentro del aula de clases rápidamente capto la atención de los alumnos dentro, poco a poco muchos dejaron lo que hacían para centrarse en verlo, curiosidad pintando sus rostros.

Tratando de contener su vergüenza, miro hacia el asiento del profesor, esperando encontrarlo, sin embargo, el lugar estaba vacío. Genial, simplemente genial, ahora tendría que esperar parado enfrente de todo su nuevo grupo de clase a que el bendito docente llegara, aun cuando la campana que indicaba el inicio de clases ya tenia un buen tiempo de haber sonado.

Evito hacer contacto visual con cualquier de todas las miradas curiosas que tenia sobre si mismo, claro que no todos lo miraban, había algunos que tenían decoro y respeto y simplemente lo ignoraban o lo miraban disimuladamente. Esas personas ya le agradaban.

Se apego a la pared detrás de él tratando de hacerse uno con la misma, joder que no era la gran cosa ser el estudiante nuevo, pero en esos momentos se moría de vergüenza. Vergüenza que ni siquiera había sentido cuando su intento de teñirse el cabello de un bonito rubio claro se vio arruinado cuando el tono de decoloración no había sido el correcto antes de aplicar el tinte, terminando con un horroroso amarillo chillón que le dolía el alma, sin embargo, le había visto el lado bueno, pues gracias al color resaltaba más entre la multitud. Si, resaltaba mucho, tanto como en ese momento donde parecía ser lo único interesante en el lugar. Entonces la idea de resaltar entre la multitud ya no le agradaba en lo absoluto.

Espero unos minutos más, hasta que oyó la puerta a su lado ser abierta, el docente ingreso mirándolo de reojo al pasar a su lado; después de colocar sus cosas sobre el escritorio y ser saludado por la clase, se dirigió a él.

—¿Nuevo alumno? —pregunto lo obvio, más aun así le contesto con un asentimiento de cabeza—, bien.

Y pidiéndole sus documentos, como horario que comprobara que estaba en la clase correcta. Una vez todo comprobado lo presento ante la clase e indico su lugar de asiento.

Una vez en su asiento y dando comienzo a las clases, la primera mitad de la jornada paso con rapidez y sin contratiempos. Para cuando sonó la campana anunciante del inicio de la hora de descanso, sus compañeros comenzaron poco a poco a salir de salón, en grupos de amigos claramente ya formados.

Paseo su mirada por los pocos alumnos que se habían quedado dentro del salón, evaluando con quien seria mejor el acercarse para pasar el rato. Realmente no quería quedarse solo, pues se aburría, además que por lo menos quería tener a alguien con quien hablar mientras estuviera en el territorio escolar, no le importaba si la interacción no traspasaba las paredes de la escuela, pues fuera de esta aun tenia a sus amigos, que, aunque hubieran quedado en su anterior escuela, su amistad era lo suficientemente fuerte como para que el asistir a diferentes instituciones fuera un impedimento para seguir en contacto y mantener su amistad.

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