XI Mascaras, casualidades y desdichas

790 93 21
                                    

Chifuyu miraba con ojos perezosos como su rubio amigo era escaneado de punta a punta por la dorada mirada de Kazutora.

Soltó un bostezo aburrido.

A su lado Baji que tenía a un lindo gatito negro en sus brazos hizo lo mismo que él en cadena. Los cuatro se habían reunido esa tarde para que así pudieran, por fin, Kazutora y Takemichi conocerse, en especial porque el primero había estado insistiendo mucho los últimos días, su curiosidad sobre el rubio creció cada vez más conforme escuchaba a sus amigos hablar de él.

Acordaron verse en la casa de Chifuyu, después de que Baji les negase la entrada a la suya, alegando que no quería desastre o su mamá lo reganaría, así que ahí estaban los cuatro en la espaciosa habitación del menor de todos. Baji y Chifuyu sentados en la cama del menor mirando como sus amigos, parados en el centro de la habitación decorada con simples repisas pequeñas y algunos muebles esparcidos, se conocían, o algo parecido, porque más parecía que Takemichi era una presa inspeccionada de punta a punta por su depredador

—¿Hasta cuándo vamos a estar así? —pregunto el pelinegro, miro con el ceño fruncido desde un tenso Takemichi hasta un Kazutora con cara de concentración mientras daba vueltas alrededor del rubio—, ya déjalo en paz Tora.

Kazutora metido en su tarea giro su rostro en dirección de donde provino la voz y le dedicó una mueca a Baji, retomo su tarea después de ello.

—No lo hare hasta que encuentre lo que lo hace tan especial —inconscientemente abulto sus labios en un piquito—, yo solo veo un tipo normal, ¿Qué le ven ustedes de diferente? —pregunto volteando a mirar a sus amigos, acción que hizo que Takemichi al verse libre de su intensa mirada dorada soltase un suspiro cansado.

Desde que había llegado a la casa de Chifuyu y conocido al famoso Kazutora del que tanto el rubio como Baji le habían hablado, y que no había podido conocer hasta entonces porque el de mechas estuvo en arresto domiciliario desde antes que conociese a los demás y hasta entonces. Al entrar en la habitación de Chifuyu había visto casi inmediatamente acorralado por un chico alto con el cabello de colores negro y amarillo en mechas, el lunar bajo uno de sus ojos le había resultado encantador, sin embargo, el encanto se perdió en cuanto el escrutinio del de mechas comenzó.

—Takemichi no es un tipo normal —Chifuyu salió a defenderlo—, él es genial, lo puedes ver medio tonto, pero es muy divertido y de vez en cuando dice cosas inteligentes —Takemichi lo miro más ofendido que alagado Mejor no me defiendas Chifuyu pensó—, además tiene muy buena resistencia.

—Confirmo eso —dijo Baji—, si vieras cuantos golpes me ha aguantado.

Kazutora silbó impresionado dirigiendo así nuevamente su mirada hacia Takemichi.

—Así que tienes buena resistencia a los golpes eh Takemichi —la mirada y sonrisa traviesa que el mayor le dedicaba hizo a Takemichi comenzar a plantearse si había sido buena idea salir de su casa—, seguro Mikey te da unos buenos golpes, ¿no?

Takemichi contuvo su sonrojo, porque le fue inevitable el pensar que no eran precisamente golpes lo que Mikey le daba. 

—Ay no por favor... —susurro quedo, dio un paso atrás.

Kazutora al ver eso se acercó rápidamente a él y en un movimiento rápido lo engancho de los hombros con su brazo y lo atrajo más hacia sí, apretándolo en un fiero abrazo más parecido a un agarre.

—Es una broma Takemichi —rio fuerte en su oído mientras con la mano del brazo que lo rodeaba daba palmadas en el brazo del rubio—, vamos hombre anímate, por fin te conozco, después de oír tanto de ti de esos dos como de los demás idiotas de la Toman.

KILIGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora