XXXIX Ego pt2

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El resplandor de Ego



Takemichi retrocedió un par de pasos, con lentitud levo una mano a su pómulo, el lugar en donde había sido golpeado se sentía caliente y un pequeño dolor punzante lo molestaba. Aun un poco incrédulo subió su mirada hasta encontrarla con la del sujeto frente a él que lo veía con esa sonrisa que le provocaba un revoltijo en el estómago.

Alguien lo había reconocido.

Esto no puede ser posible, se... se supone que solo los chicos... no...

—¿En qué tanto piensas? No queras huir otra vez, ¿verdad? Aquí no tienes escapatoria. Resplandor.

La respiración de Takemichi comenzó a tornarse rápida y alterada mientras trataba con todas sus fuerzas de no ceder al impulso de huir tal y como el otro había insinuado. No quería estar ahí, el hecho de que alguien supiera sobre él no era bueno, debía de salir de ahí cuanto antes.

—¿A dónde vas, pequeña mierda? —el hombre se le adelanto y en un brusco y rápido movimiento tomo un puñado de su cabello y lo hizo retroceder el par de pasos que había dado con toda la intención de alejarse de él. Un quejido abandono sus labios por la fuerza con la que lo sujetaba—, te lo dije, aquí no puedes huir, ¿Qué no te cansas? Escapando siempre con la maldita cola entre las patas —Takemichi se removía inquieto en su garrare mientras trataba de zafarse. Chisto con disgusto al tiempo que con fuerza lo aventaba contra el suelo, la cabeza de Takemichi revoto levemente contra el asfalto aun cuando trato de evitarlo poniendo sus manos por delante— ¿Dónde quedo el maldito que disfrutaba acabar con quien se le cruzase en cada pelea? ¿no fuiste tú el que propicio la cacería de pandillas pequeñas? —una fuerte patada en su estómago hizo al menor escupir saliva junto con todo su aliento, una segunda lo hizo hacerse un ovillo tratando de protegerse; aquella acción solo pareció enfurecer el hombre que con asco escupió sobre él, sin embargo su sonrisa creció al verlo así— ¡el que masacro al líder de mi pandilla! ¡quien dejo que sus hombres jugaran cuanto quisieran con los pobres infelices que te desafiaban! ¡el que nunca se detuvo ni aunque le suplicaran piedad! ¡tú, Hanagaki Takemichi, el Resplandor de Ego!

Su voz resonó tan fuerte que atrajo la atención de muchos que pararon sus peleas para mirar en su dirección, conforme sus palabras recorrieron el espacio los murmullos comenzaron mientras lentamente una barrera de curiosos los rodeaba, encarcelando a Takemichi.

Takemichi contenía las lágrimas mientras trataba de hacerse los más pequeño posible, las patadas habían parado, pero aun así lo único que quería era desaparecer de ahí, sus respiración estaba entrecortada y sus labios pronto sangrarían si los seguía mordiendo con fuerza para evitar gritar. Gritar de desesperación y miedo.

Todos lo estaban viendo, todos lo estaban juzgando, lo señalaban y se burlaban de él, lo dejarían atrás y lo culparían. Lo matarían.

No debió haber peleado.

...

Chifuyu se había estado moviendo por todo el campo mientras peleaba, había visto a Mikey y al líder de Ego sumergidos en una pelea que más parecía una persecución, con su comandante intentando capturar al escurridizo pelinegro que en más de una se vio casi atrapado por las afiladas garras del Sano.

El plan que había ideado con Takemichi había comenzado hace mucho, cuando la batalla recién iniciaba, habían quedado en hacerlo una vez que las cosas les parecieran pesadas, pero al final Chifuyu lo hizo antes, no era ciego, tal y como su compañero les advirtió antes de salir de templo los miembros de Ego estaban usando trucos sucios para derrotarlos, usando bates, tubos de metal, cadenas con tal de disminuir rápidamente a los miembros de la Toman. No podían esperar a que las cosas se pudieran peor.

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