XXIII Confrontar

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Las reuniones de la Toman a decir verdad no eran su cosa favorita, mira que estar poco más de una hora parado en un mismo lugar mientras escucha a Mikey despotricar tanta cosa que a veces no le tomaba sentido alguno no tenía a Kazutora encantado, ni de cerca.

Sin embargo, por vagos comentario que tanto Baji como Draken le habían hecho desde días atrás, lo tenían prestando atención a lo que su rubio amigo decía.

Mas o menos.

El comienzo de la bendita reunión no fue diferente al de las anteriores por lo que Kazutora se permitió tontear mirando a su alrededor, haciéndole caras divertidas al subcapitán de la primera división. Ah como amaba sacar de quicio a su Fuyito, y si Baji era añadido al paquete mejor aún, sin embargo el greñudo para su sorpresa estaba atento a todo lo que Mikey decía, el feo entrecejo fruncido que tenia era la prueba de ello.

Kazutora lo miro curioso, ¿con que sorpresa les iba a salir Mikey ahora?

Debía de ser lo suficientemente grande como para que su mejor amigo estuviese atento, mira que ni a sus clases lo estaba tanto.

Una gran curiosidad comenzaba a crecer dentro de la mentecilla de Kazutora. Sus ojos brillaron en anticipación de lo próximo que podía suceder.

Y no espero mucho para que algo pasara, pues una manchita amarilla llamo su atención por el rabillo del ojo, al voltear discretamente se encontró con nada mas y nada menos que Takemichi marchándose a toda prisa de la reunión. Kazutora puchereo, él también quería irse ya.

Ah los beneficios de ser el novio del idiota de Mikey.

¿Si él se ligaba a Draken podría irse temprano igual que el Michi? Hizo una mueca de desagrado, ¿él y el pelón juntos?, uhg no gracias, ni en sus peores pesadillas eso sucedería. Además no creía que funcionara de nada, capaz y el idiota de Draken lo obligaba a ser más responsable con la Toman. Nop, descartado, estaba bien como estaba, al final ni quería los beneficios que tenía Takemichi, nop, para nada.

Sin embargo, la desesperación que irradiaban los pasos de Takemichi no paso desapercibida para su agudo ojo, esa salida no había sido normal, para nada. Además, Takemichi nunca había abandonado una reunión así porque sí.

Algo le decía que algo le había pasado al pequeño novio de su amigo.

Volvió su atención al frente sin olvidar lo pasado, el hecho vago en su mente por varios minutos, sopesando que pudo haber pasado, y no fue hasta que un fuerte y conjunto jadeo salió de las filas de las divisiones que Kazutora volvió al presente y presto atención a la reunión, como debía de haber hecho desde un principio.

Las miradas asombradas e incluso un poco incrédulas de los miembros lo desconcertaron ¿Qué mierda pasa? Impaciente volvió su mirada al frente, en donde un aparente apacible Mikey se erguía firme ante todos, pero por la leve contracción en sus mejillas podía deducir que en realidad de apacible no tenía nada. Mikey estaba ¿molesto? ¿sería esa la palabra correcta para describir la actitud de Sano?

Estuvo perdido un poco más hasta que Draken interrumpió a la sarda de murmullos y no tan murmullos que se alzaba de las filas. Entonces comprendió todo. Mierda. Fue lo que pensó.

¿Cómo que Ego había resurgido de la nada? Ahora comprendía el actuar de Mikey, era bien sabido entre los altos mandos la aversión que este tenía contra aquella pandilla. Kazutora no lo entendía, no del todo, pero aun así sabía que había algo detrás de todo para que Mikey los odiase tanto, porque Ego ni siquiera era una gran pandilla, sin embargo las cosas por las que era conocidas si eran lo suficientemente grandes.

Una pandilla que había surgido de la nada y que rápidamente había ganado miembros no eran la gran cosa, pero cuando esa pandilla salida de la nada comenzó a atacar sin discriminación a pandillas sin razón alguna solo por diversión y sin la necesidad de querer expandir su territorio más allá de lo necesario era algo interesante. Mas, cuando los rumores de que quien lideraba Ego no era mas que una maldita bestia sedienta de sangre que no dudaban en aprovecharse y atacar tanto a hombres como mujeres de ser necesario y que los dejaba gravemente heridos y humillados; los arrastraba consigo al infierno.

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