XX Encuentros inesperados, sorpresas y confesiones

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Enterarse de la aparente vuelta de Ego había sido como una fea bofetada, inesperada y en seco. Draken hubiese querido que su mejor amigo estuviese bromeando con eso cuando se lo dijo aquel día justo antes de la junta, cuando antes de marcharse rumbo al santuario Manjiro había soltado aquella bomba. Y hubiese sido una muy mala broma si lo hubiera sido, pero no, Mikey era incapaz de bromear con la vuelta de una de las peores pandillas que había conocido y a quienes el comandante de la Toman había declarado abiertamente la guerra.

Mikey odiaba a Ego y todos aquellos que estuviesen involucrados en ella, no eran más que pedazos mal embarrados de mierda que pasaban sus días en el bajo mundo codeándose con ratas y mas vil mierda como ellos mismos.

Desde entonces las cosas se habían agitado un poco par el par de altos mandos de la Toman, ambos habían empezado a buscar más información que les pudiese comprobar si es que se trataba de la verdadera Ego o era una miserable copia. Porque se eso dependía la forma en como su pandilla iba a actuar en consecuencia.

Draken sabia que, si en verdad se trataba del Ego original, ese que hace unos años, cuando la Toman comenzaba a expandirse aun mas había parecido de la nada y comenzado a crecer poco a poco, para que con el paso del tiempo cuando menos se lo esperaron comenzara a querer eclipsar todo con su sombra y trajese consigo amargas consecuencias.

Si de verdad era ese Ego, entonces podría comenzar a preocuparse por lo que haría Mikey. El odio y rencor que este le tenia a esa pandilla era insano y preocupante; había creído que cuando hace un par de años cuando los rumores de la disolución de la pandilla habían llegado a sus oídos Mikey dejaría atrás su rencor y deseo de pelea al no tener un destinatario ya, pero tal parecía que se equivoco y que esa sed de pelea y sangre solo había sido guardada y retenida todo este tiempo.

Y temía que la bomba explotase sin que él pudiese hacer algo para detenerla.

Desde entonces, Mikey y Draken se habían dividido tareas y comenzado a buscar información, a la vez repasar todo sobre los ataques realizados cerca de su territorio y comenzar a trazar algunas pistas o patrón en ellos.

Los días pasaron con rapidez y con ellos vino octubre con sus puertas abiertas que los dejaron ingresar tranquilamente para que cuando menos se diera cuenta el final de mes se acercaba tan rápido como había llegado el mes.

Los días finales de octubre resultaron mas que ajetreados para ken.

Entre sus asuntos con la Toman, sus quehaceres en el burdel y el estudiar para sus exámenes parciales sentía que la paciencia era puesta a prueba.

Pero no tan aprueba como lo era en sus sesiones de estudio con Mikey, porque mientras que para Draken bastaban un par de horas de estudio donde repasaba rápidamente los temas vistos en clase, con Mikey era como darle toda una clase completa de todos los temas a los que no había prestado atención por estar dormido o saltarse la clase.

Y es que parecía que esta vez era peor, el maldito enano estaba más distraído que de costumbre, y no sabia si era bueno el ya no tener que preguntarse por la razón de su distracción o darse de golpes por saber quien era el causante del estúpido comportamiento de Mikey.

El hecho de que a su mejor amigo le gustase uno de sus amigos, más específicamente el que hace unos cuantos meses habían conocido e integrado a su grupo, no representaba gran problema para Draken. Sin embargo, las consecuencias de aquella atracción si que le molestaban.

'Yo hare a partir de ahora yo mismo mis tareas, Kenchin' había dicho la estúpido pulga, y si bien, si cumplió su palabra, cosa que en un principio había dudado que hiciera y que lo sorprendió cuando si lo hizo; no exento a Mikey de ser un flojo en clases y dormirse durante ellas.

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