XVIII Amor y cariño

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—Puedes pasar.

Takemichi se levanto de su lugar en aquella tranquila mini sala de espera y entro a la espaciosa habitación que era el consultorio de su psicóloga. Estaba ahí para su sesión de cada dos semana, inicialmente era cada semana, pero su psicóloga tal parecía que había visto suficiente avanece en Takemichi como para cambiar sus citas a una vez cada dos semanas.

El único avance era que se ahorraba un poco de dinero de esa forma.

—Toma asiento Hanagaki-kun —Takemichi le hizo caso y se acomodó en la silla que siempre elegia cada vez que iba a sus sesiones—, han sido dos semanas desde que no nos vemos, ¿Cómo te ha estado yendo? ¿Qué tal la escuela? La ultima vez que viniste aquí mencionaste que te estabas adaptando bien al cambio.

Takemichi se quedo callado por un momento, debatiéndose el con que comenzar, y también sobre que debería contarle.

La verdad sea dicha, a Takemichi no le gustaba estas sesiones, no era porque sintiese que no avanzaba, sino que sentía que no lo hacia lo suficientemente rápido, además que no creía que estuviese tan mal últimamente, creía que lo peor ya había pasado hace mucho.

—La escuela va bien, en el club en el que me uní todos son buenos y me ayudan a tomar el hilo de las cosas, los sempais son bastante agradables...

La mujer sonrió complacida, hilando una a una de las cosas que Takemichi le decía, interviniendo solo en los momentos necesarios y escuchándolo atentamente, tratando de no perderse ninguna de sus expresiones, porque, aunque parecía que Takemichi no lo sabía, él era bastante expresivo en ciertas ocaciones, claro que esas expresiones no le decían todo, porque muchas veces distaban bastante del tono de voz con el que Takemichi contaba sus novedades.

La hora de terapia paso bastante rápido, entre temas tocados y simplemente tratados por encima porque Takemichi se cerraba cada vez que trataba de sacarlos a colación, termino con pequeñas tareas que el rubio tenia que implementar en su rutina para poder desarrollarse mejor.

—Muy bien, Hanagaki-kun, has avanzado bastante, estoy muy contenta por ello, ¿te parece bien dentro de dos semanas a la misma hora?

Takemichi asintió y despidió. Mentía, aquella psicóloga mentía, vilmente, por supuesto que no se alegraba del progreso de Takemichi porque no había ninguno desde las ultimas dos semanas, era que claro que las cosas no estaban bien, pero aquella mujer no parecía darse cuenta o lo ignoraba, como fuese Takemichi tampoco tenia ganas de abrirse con esa mujer. La única razón por la que asistía que aquellas sesiones eran porque sus padres se lo pedían encarecidamente, porque el avance que en un comienzo creyó tener, se quedo en eso, un pequeño avanza que desde hace algunos meces se había quedado estancado.

...

Como todos los jueves Chifuyu paso a recogerlo para asistir a las reuniones de la toman, ya hace algunas semanas de que se había unido y aun no se sentía del todo acostumbrado al ambiente tan distante del que conocía de las pandillas, las cosas en Toman eran completamente distintas a como lo eran en la pandilla que había formado en sus años de secundaria junto a sus amigos.

Claramente aquí parecía haber mucha más organización y comunicación, cosas que eran realmente importantes para mantener una pandilla, o así lo venia Takemichi. No es que en su antigua pandilla no hubiese habido organización ni comunicación, solo que... no era algo a lo que estuviese acostumbrado.

Las reuniones rara vez eran realmente entretenidas, por la misma organización que se tenia entre los capitanes y sus divisiones los trabajos y tareas siempre estaban bien repartidos, incluso Takemichi había recibido algunos encargos de Kazutora, pero no la gran cosa como para dedicarle mucho de su tiempo. Lo cual no sabia si era bueno o malo, porque gracias a que Kazutora no le daba muchas tareas Mikey tenía muchísimas mas oportunidades para saltar sobre él y secuestrarlo de su grupo de amigos en cuestión de minutos, lo peor era que prácticamente nadie hacia nada por evitar aquello, salvo Chifuyu, él siempre trataba de salvarlo cada que su dúo que parecían sus sombras no lo detenían lo suficiente como para que ni siquiera se diese cuenta cuando era arrastrado a la moto de Mikey y llevado lejos de donde estuvieran.

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