El Capitán América y Tú ©

Capitulo 3

—Emily, ya despertó ven— removí mi cuerpo con cuidado y lo primero que escuché fue la voz de Jane.

Abrí los ojos lentamente mientras mis sentidos se adaptaban. Recorrí la habitación con la mirada, era un hospital. Las paredes eran blancas con beige, tenían una franja de madera de dividía la pared, dos muebles individuales y uno de tres asientos.

—¿Que hace él aquí?— pregunté viendo a Paul acostado en un mueble frente a la camilla.

—Fui a tu casa en busca de ropa para cuando despertaras. Estaba triste así que lo traje. Algunos enfermeros se resistieron a la idea pero ya sabes como es Paul contigo— dijo Jane, miré a perro y este abrió su hocico dejando caer su gran lengua, reí.

—Te dejaron esto hace una hora— avisó Emily y me entregó una cajita morada con un pequeño lazo.

—¿Quién lo trajo?—pregunté mientras miraba la cajita.

—Steve— respondió y fruncí el ceño.

—¿McGregor?— pregunté y las chicas rodaron los ojos.

—Rogers— corrigió Jane y puse los ojos en blanco.

Pasé la vista de la caja a ellas y las miré incrédula. ¿Cómo Steve sabría que estoy aquí y por qué me traería una cajita morada con un pequeño lazo?

—Es en serio— aseguro Emily riendo, sacó su celular.

A los pocos minutos me mostró la pantalla y mi boca iba a caer al piso. Era una foto de las chicas con Steve en este habitación.

—Esa foto no demuestra que el fue que trajo la caja— me excuse y mis amigas rieron.

—Claro que sí.

Emily me mostró la foto de nuevo, pero con zoom en la mano de Steve y efectivamente el sostenía la caja. Sentí mis mejillas arder y bajé la mirada para que no se notara. Abrí la caja con cuidado y las chicas casi meten dentro de esta para ver que hay adentro.

—Es hermoso— murmuré al ver lo que estaba adentro.

Era una delicada cadena con el escudo del Capitán América. Fue entonces cuando quise darme una cachetada por no haber despertado antes.

—Chicas contrólense— pedí entre risas ya que no paraban de decir gritar su nombre.

—Vamos Brooke, él no va a entrar por esa puerta— dijo Emily y reí.

Segundos después alguien tocó la puerta e intercambiamos miradas, la habitación quedó en total silencio. Las chicas se acomodaron la ropa y cabello.

—Pase— indicó Emily y me guiñó un ojo.

Rodé los ojos y ladeé mi cabeza hacia la puerta. Mi corazón se detuvo al igual que mi presión sanguínea llegó a cero.

—Veo que ya despertaste— comentó con una sonrisa y entró a la habitación.

—¿Me acompañas a comprar algo para comer?— le preguntó Jane a Emily y esta asintió.

Caminaron hasta la puerta y se detuvieron, las mire y articulé "traidoras".

—¿Paul quieres venir?— preguntó Emily y este salió con ellas.

Fulminé con la mirada a las chicas y a mi perro.

—¿Cómo te sientes?—preguntó.

—Bastante bien, gracias— solté tímidamente y entonces recordé el collar— Ehm... Gracias por el collar, es hermoso. No tenías porqué molestarte— las palabras salían torpemente de mi boca y él lo noto.