Capitulo 22

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Odio esta almohada.

Odio la luz.

Odio la cama.

Odio el tiempo.

Odio TODO.

Las punzadas en mi cabeza eran muy dolorosas. Siendo sincera nunca había sentido un dolor similar, sentía que cada neurona en mi cabeza agonizaba. Recuerdos borrosos iban y venían en mi mente, un chico moreno de ojos verdes, mis amigas, un grupo de agentes.

Suelto un gemido de dolor y me retuerzo en la cama buscando una posición cómoda que me ayude a aliviar el dolor.

—¿Qué ocurre?— preguntó una distorsionada voz, evidentemente un hombre.

Abrí los ojos con dificultad y me encontré con el rostro preocupado de un chico, quizás de unos 25 años, cabello rubio, piel blanca y hermosos ojos azules.

Me parece vagamente conocido, pero no lo reconozco en este instante.

—¿Brooke?

—¿Quién eres?— pregunté con desconfianza y sus ojos se abrieron de sorpresa.

Llevé una de mis manos a mi lóbulo temporal para amortiguar el dolor.

—Soy Steve— murmuró y fruncí el ceño.

El dolor empezó a disminuir.

¿Steve?... Steve... Steve...

—Ya vuelvo— avisó y se encaminó hacia la puerta por la cual desapareció.

Recorrí la habitación con la mirada y se me hacia familiar, era como un laboratorio. Tenía varias máquinas que uso médico. Sentí una especie de Deja Vu en esta habitación.

Una venda en mi brazo captó mi atención y traté de levantarla con cuidado; dolía un poco, pero podría superarlo.

La puerta se abrió de nuevo dejando ver a un señor de unos treinta o cuarenta años, este señor me era más familiar que el chico.

—No me recuerda— susurró el chico que conozco como Steve.

Fruncí el ceño y cuando se acercó un poco más una idea de quien era vino a mi mente.

—Dr... Banner— murmuré y asintió.

Ya lo conocía, no tengo idea de donde, pero sé quien es.

Varios recuerdos de este señor vienen a mi mente como pequeños flashes.

—¿Lo recuerdas?— preguntó Steve y mordí el lado interior de mi mejilla.

—Tengo vagos recuerdos, Hulk ¿cierto? Usted es un genio, igual que Tony Stark— solté y Steve frunció el ceño.

Intercambia miradas con Banner y este se encoge de hombros.

Algo está mal.

Varios recuerdos de lo que había ocurrido en estos días vienen a mi mente, pero en ninguno está Steve, siempre me acompañaba un chico de ojos verdes, moreno y alto.

—¿Dónde esta el chico de ojos verdes?.- pregunté confundida y Steve se acercó un poco más a mi.

—¿Luke?

Luke... Ese podría ser... El chico de ojos verdes ¿se llamaba Luke?... Pero... Él...

—Si, pero... Creí que su nombre era Steve— solté con confusión.

La mirada de preocupación del chico rubio era evidente.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo y sentí la necesidad de ponerme de pie. Aparté las sábanas y me senté en el borde de la cama.

El Capitán América y Tú © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora