Capitulo 37

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—¿Siempre has vivido en Nueva York?

—No, de hecho nací en Chicago, pero cuando cumplí 18 me mudé a Nueva York— respondo con los ojos cerrados.

Tony y Steve se fueron hace casi dos horas y aun no sabemos nada de ellos, se pueden escuchar uno más que otro gruñido por parte de la bestia y las frases sarcásticas de Tony, Banner y yo juntamos tres sillas para cada uno y nos acostamos sobre estas para esperar a nuestros "héroes".

—¿Cómo es que terminó así?, es decir, con... Con dos sujetos dentro de uno, me refiero a usted y... El Hulk.

—Estaba tratando de reproducir el suero que fue usado en Steve, pero algo salió mal.

—¿Cree que es algo malo lo que le sucedió?

—No sabes que es no poder ir a ningún lado sin antes pensarlo dos veces, decidí alejarme de la sociedad y usar mis conocimientos... Para ayudar a las personas. Me tomó mucho tiempo aprender a controlarlo, pero desde que S.H.I.E.L.D me sumó a esta locura... Se ha vuelto un desafío.

Mantiene la vista en el techo, su perfil parece rígido como si estuviera cargando con un peso. Supongo que es difícil tener que estar alerta a todo tipo de situaciones para evitar transformarse.

Escucho un crujido y me siento rápidamente en dirección a la puerta, Banner copia mi acción y nos mantenemos fijos hacia esta. Dos golpes y un minuto más tarde la puerta se abre dejando ver a un oloroso, sucio y empapado Steve,  Tony se sale de la armadura y se encuentra más o menos en el mismo estado.

—¿Lo tienen?

—Estamos bien, gracias por preguntar— suelta Tony.

Me pongo de pie y me acerco a ellos con una mano cubriendo mi nariz.

—¿Qué es eso?— pregunto quitando un poco de baba del rostro de Steve.

—Los jugos estomacales del perro guardián— responde Tony y miro con asco a Steve.

Sacudo mis dedos llenos del empalagoso líquido y Steve ríe.

—¿Dónde esta el Dēceptōris?— pregunta Banner y ambos intercambian miradas.

—Sigue en el estómago de esa cosa, pero al menos ya no será un problema ir por el— responde Steve y asiento.

No soporto verlo empapado en ese extraño líquido y lo ayudo a limpiarse, tomo algunas telas del suelo y las uso para limpiar el escudo.

—¿Lista?— pregunta Tony viendo a la bestia, cuyo cadáver descansaba frente a nosotros, Steve frunce el ceño.

— Ella no irá.

—Pues yo tampoco iré— se niega Tony.

—Yo iré— se ofreció Banner.

Inmediatamente pensé que sería una mala idea.

—¿Alguien tiene una navaja?— pregunto y Steve saca una de su bota.

La tomo y me acerco a la bestia por un costado.

—¿Qué harás?— pregunta Steve parándose junto a mi.

—Nadie quiere entrar ¿cierto? La voy a trepar.

Tomo impulso con un pie, pero su piel es resbaladiza y hace que caiga.

—Ayúdame a subir— digo mientras alejo del Bashaous y Steve, me coloco a una distancia considerable y me preparo.

Steve se coloca frente a mi y se agacha inclinando el escudo.

—¿Estás segura de esto?— pregunta y asiento.

—Será como en un trampolín— digo y hago un intento de correr hacia Steve.

Cuando estoy a unos centímetros tomo impulso y salto sobre el escudo, poniendo mi pie bueno, con el cual Steve me impulsa y caigo sobre la bestia.

—¿¡Estás bien!?— pregunta desde abajo.

—¡Si!— grito luchando para mantenerme sobre el lomo del Bashaous.

Mi muñeca empieza a doler, pero la ignoro. Una vez derecha, con la navaja empiezo a cortar la piel de la bestia. Luego de unos veinte minutos logro abrir un agujero lo suficientemente grande que me llevará justo hacia el estómago del Bashaous.

—¡Brooke! ¡¿Qué haces?!— pregunta Steve, supongo cuando se dio cuenta que trataba de entrar en la bestia.

—¡Buscaré el Dēceptōris!— respondo y sin darle chance a que se oponga me dejo caer dentro de las paredes estomacales de la bestia.

—Oh diablos, que asco— digo sacudiendo un poco del líquido empalagoso y puedo escucha perfectamente como mi voz se vuelve un eco—. Si fuera una masa luminosa dentro del estómago de una criatura mitológica ¿dónde estaría?

Remuevo el líquido y algunas masas que, no quiero saber que son, para abrirme paso dentro del estómago de la criatura.

You're crazy and I'm out of my mine. Cause all of me, loves all of you, loves your...— tarareo una canción que escuché en la radio hace poco, sólo logré aprenderme parte de una estrofa y el coro—. Bingo— digo y me acerco con un poco de rapidez a la masa luminosa.

No la logro ver bien, pero ¿Qué otra cosa luminosa pudo haberse comido este monstruo? Meto mis manos hacia el fondo y tanteo entre las paredes estomacales y otras masas en busca de el Dēceptōris.

—¡Lo ten...!.— no logro terminar la palabra porque apenas toque el Dēceptōris algo me lanzó lejos de el, el impacto fue tal que terminó sacándome del cuerpo de la criatura.

Empiezo a toser con fuerza mientras trato de girarme, había caído sobre mi espalda en el frío suelo.

—¿Qué ocurrió?— escuché preguntar a una voz lejana.

Cerré mis ojos para poder limpiar mi rostro, alguien me había tomado y sentado en el suelo. Abro mis ojos y veo a Banner y Tony rodeándome, Steve me sujeta desde atrás con ambos brazos.

—Está... Está en su estómago— digo tosiendo y señalando en la dirección de la que había salido—. Apenas lo toqué... algo pasó.

Steve da suaves golpes en mi espalda para calmar mi tos.

—Creo que me atraganté con el líquido ese— susurro y veo a Tony entrando en el estómago del Bashaous.

Busqué mi muñeca porque sentí cosquillas lo cual es inusual ya que el dolor había desaparecido.

—Mi muñeca... Ya no duele— susurré y parpadeé un par de veces asegurándome de que lo que estaba viendo era real.

El hematoma había desaparecido al igual que el vendaje de Steve, no hay dolor y puedo sentir algo diferente en mi, algo cambió.

—Doctor— lo llama Steve y se vuelve hacia nosotros.

Steve toma mi muñeca y se la muestra.

—No veo nada malo— dice y mueve mi muñeca de un lado al otro.

—Ese es el problema.

—Pudo haber sido por...— hace un pausa y se gira hacia la criatura, de la cual Tony aun no salía, luego se vuelve hacia nosotras y ve mi muñeca de nuevo—. Causa de el Dēceptōris. Cuando estemos en la agencia podré hacerte unos exámenes para...

—¿De qué me perdí?— pregunta la voz de Tony y despego la vista de mi muñeca.

Esbozo una sonrisa al igual que Banner al ver que tiene el Dēceptōris en mano.

—Salgamos de aquí— susurra Steve en mi oído y deposita un beso en mi mejilla.

Me ayuda a ponerme de pie y seguidamente él lo hace.

El Capitán América y Tú © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora