Capitulo 10

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—¿Brooke? ¡Brooke!, despierta— la voz de Jane me trajo de nuevo a la realidad.

—¿Qué me pasó?— pregunté sentándome en la camilla y Jane suspiró.

—No tengo idea, empezaste a sacudirte de un lado al otro— dijo y dejé escapar un bostezo.

—Quién lo diría, tú y Luke durmiendo en el mismo departamento— dijo y rodé los ojos.

Recorrí con la mirada la habitación de hospital y sentí un cosquilleo en el estómago.

—¿Dónde esta?— pregunté y pasó saliva.

—No tengo idea, se fue minutos después de que te quedaste dormida— respondió con la cabeza enterrada en la revista.

Fruncí el ceño y recordé lo que hablamos antes de dormirme de nuevo. El cosquilleo me acosaba continuamente y tenía la sensación de que algo faltaba.

[...]

—Gracias por traerme Jane— me despedí bajándome del auto.

Tomé mis cosas y entré al edificio, al llegar Paul apareció desde la cocina y se sentó frente a mi. Le dediqué una sonrisa y fui a la cocina para darle comida y agua. Me serví un vaso de leche y me senté frente a la computadora, al abrir una ventana en chrome varias noticias sobre Steve se expandieron ante mis ojos.

La mayoría eran sobre su asombroso acto en el banco o noticias viejas, sin embargo, había un par de noticias que llamaron mi atención: "¿El Capitán América enamorado?" "¿Los amores del pasado están volviendo?"... Etc, en primera plana salían fotos de cuando Steve me cargó en la entrada del banco en el momento que recibí el disparo. Cerré la ventana de internet y empecé a trabajar como de costumbre.

—¿Hola?— contesté la llamada entrante en mi celular del mismo número del supuesto asistente de Chad Blake.

Nadie respondió y colgué, las cortinas frente a la ventana se alzaron y sentí un escalofrío. Cerré las ventanas y volví a la computadora, Paul estaba inquieto y la electricidad bajaba constantemente, los pelos se me ponían de punta cada segundo. Mi celular vibró y contesté al ver el número.

—¿Luke?— conteste la llamada y se escuchó un profundo silencio del otro lado de la línea.

—Hola Brooke, ¿qué tal tu tarde?— su voz era diferente y se escuchaban golpes a lo lejos.

—Todo bien, ¿dónde estas?—pregunté con un poco de nervios y rió.

—Eso no importa preciosa, pasaré por ti en unos minutos— avisó y colgó.

Observé la pantalla de mi celular unos segundos más y suspiré. Revisé los mensajes que había recibido recientemente y encontré uno que llamó lo atención.

"De: Desconocido

Verás cosas interesantes, sólo déjate llevar por lo que venga."

Lo leí un par de veces y no parecía tener sentido. Dejé el mensaje ahí y tomando consejo fui a mi habitación y me vestí un poco más decente. Si Luke viene por mi es por algo ¿no?

A los pocos minutos una bocina se escuchó frente al edificio y como Luke había dicho ahí estaba. Lo vi bajarse del auto y mirar hacia mi ventana, lo saludé y tome mis cosas.

—¿Adónde vamos?— pregunté llegando frente a su auto y él sonrió.

Tomó mi mano y besó mi mejilla. Me sentí un poco incómoda respecto a eso.

—Creo que te gustará— susurró en mi oído haciendo que me estremezca.

De repente aparecieron dos camionetas negras frente a nosotros, cuatro hombres se bajaron de cada una y caminaban hacia nosotros. Retrocedí dos pasos, pero el agarre de Luke no me permitía alejarme.

—¿Quiénes son ellos?—pregunté y me miró sobre su hombro con una sonrisa maliciosa.

Dos hombres me sujetaron de los brazos y me quisieron llevar hasta el auto.

—¡Suéltenme!—me quejé y pataleé.

Pisé con fuerza a uno de los hombres y me soltó, luego golpeé al otro en el estómago y también me soltó, eché a correr, pero sólo fue cuestión de minutos para que uno de ellos me alcanzara y me subiera en su hombro como saco de papas. La herida empezó a doler.

—¡Bájame! ¡¿Qué se supone que es esto Luke?!— rugí y él sólo reía.

—Que inocente eres— murmuró y uno de los hombres se acercó a mi con un pañuelo en manos.

Lo presionó contra mi boca y contuve la respiración, cloroformo... No podía aguantar la respiración por mucho tiempo y mi organismo fue cediendo ante la sustancia. Poco a poco todo mi cuerpo se fue durmiendo...

[...]

El ambiente que me rodeaba era frío, estaba recostada en una pared, tenía una mordaza en la boca, una tela que cubría mis ojos y las manos atadas. Traté de pedir ayuda, pero de mi boca solo salían murmullos sin sentido. A falta de la vista están los otro cuatro sentidos, le saqué provecho a la situación y agudice el oído.

Con las manos a mi espalda golpeé ligeramente la pared, a juzgar por el eco habían uno o más objetos en la habitación. Se escucharon pasos a lo lejos y luego una puerta de madera crujiendo. Sentí la presencia de alguien en la habitación, se acercaron a mi sigilosamente y me arrebataron la mordaza, solté todo el aire retenido y se escuchó una risa amarga.

—¿Quién eres?— pregunté con una gruñido, pero nadie respondió.

Repetí la pregunta y nada, se escucharon otros pasos y luego me tomaron de ambos brazos poniéndome de pie. Di un par de pasos y luego me dejaron caer en una silla.

La herida en mi espalda empezaba a molestar y me preocupaba que los puntos se abrieran. Me removí en la silla con cuidado y la puerta crujió de nuevo. Me retiraron la tela de los ojos y me costó adaptar la vista por la poca luz. Frente a mi estaba un chico que no reconocí, me miraba inexpresivo, pero algo en sus ojos me decía que no era de fiar.

—¿Qué hago aquí? ¿Quiénes son ustedes?— pregunté y el chico seguía sin decir nada—. ¡¿Podrías responder algo?!— grité y se sentó en la mesa frente a mi.

—No soy el indicado para eso— dijo y me dio la espalda.

Removí mis manos tratando de deshacer el nudo, pero el chico se volvió hacia mi y me detuve. Me miró unos segundos y luego salió de la habitación. A los pocos segundos entro otro chico, chico al que quería arrancarle la cabeza y jugar fútbol con ella.

—¿Por que estoy aquí?— pregunté fría y sonrió con aquella sonrisa que alguna vez considere hermosa.

—¿No lo entiendes aun?, quiero algo que sólo tu sabes encontrar— dijo y lo miré confundida.

Su sonrisa se borró y su rostro endureció.

—¿De qué hablas?—pregunté y chasqueó con la lengua, moviendo la cabeza de una lado al otro.

—Hay un objeto en particular que tengo años buscando, uno que tú conoces muy bien— dijo y yo seguía sin entender la situación.

—¿Quién te asegura que te ayudaré?— pregunté indiferente.

—Lo harás a menos que no quieras volver a ver a Steve o a tus amigas— amenazó y pasé saliva.

Mantuve mi postura firme y suspiré.

—¿Qué ganaría yo si te ayudo?— pregunté y sonrió.

—No debes preocuparte por eso ahora, tu recompensa la podemos discutir más adelante— dijo.

—¿Y si me niego?— pregunté y se acercó peligrosamente a mi espacio personal.

—No volverás a ver a tus amigas y Steve, los torturé hasta el fin de sus miserables vidas— respondió entre dientes con su rostro a centímetros del mío.

El Capitán América y Tú © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora