Noche Roja: Colisión

Capítulo 34

-No lo creo, pero igual fue un gusto- Respondió Paulo antes de dar una ráfaga de puños al aire, por cada puñetazo que daba se podía ver una onda salía, podría decir que eran invisibles pero se veía un cierta deformación viajando a los enemigos, además de la corriente de aire que liberaba y las hojas volaban.

La batalla comenzó rápidamente, Madison tomó de la mano a Aryan para irse detrás de un árbol, tal vez entendió que lo mejor era cubrirse, quería ayudar pero Paulo me miró fieramente de reojo como advertencia.

El chico de naranja sacó su cola que comenzó a agitar y golpear los árboles, estos explotaban y las astillas salían disparadas, como si fueran balas, al mirar a ver a Paulo se había arrodillado, cogiéndose del pecho.

-¿Necesitas ayuda?- me acerqué a él a unos pasos

-No, cúbrete- dijo con una voz fuerte, golpeó el suelo con ambos puños y los dos demonios salieron volando hacia arriba, Paulo comenzó a dar más puñetazos y las ondas iban hacia los dos, dió un salto hacia adelante y cayó de manos, con las piernas comenzó a dar patadas, pero esta vez las ondas salían de los árboles que los golpeaban y regresaban, venían de todos lados.

Al caer los demonios, Daimori, era como recordaba que se llamaba el de los dos arcos se levantó ileso, el chico yacía en el suelo, tenía hematomas por todo su cuerpo, parecía un dálmata violeta.

-Buen espectáculo, ahora se acabó- decía mientras se sacudía las pieles que llevaba en los hombros, cargó dos flechas que al ser lanzadas, en el aire se fusionaron y comenzó a hacerse una bola de carne que cayó al suelo, comenzando a crecer y latir, se fue haciendo más pequeña y tomó forma de un lobo. Es posible que alguna vez en tu vida vieras una foto de un lobo, ya sea en calendarios o documentales de algún canal de televisión, pero nada se parecía a esto, era grotesco y aterrador. Un lobo desollado, quiero decir, tenía la silueta de un lobo pero sin su pelaje, se veían los músculos o lo que fuese.

-Maldito, ¡como te atreves a profanar la naturaleza y tener el atrevimiento de presentar tu deformación en un santuario!- Paulo gritó furioso, antes de que el lobo pudiera correr, varias ondas de los árboles salieron hacia la dirección del lobo, estallando y salpicando vísceras por todas partes

-Mala elección- sonrió solo la parte joven de su cara. Lo siguiente no era nada comparado con el homúnculo de lobo, las vísceras salieron volando, uniéndose en el aire, eran 4 burbujas de carne que se inflaron como el tamaño de un automóvil. Al estallar, soltaron un líquido ácido que hacía humear el césped, pero las figuras que salieron de ahí eran osos, igualmente desollados.

El rostro de Paulo estaba totalmente en blanco, espectando el panorama sangriento, como si hubiese consumido su mente. Era grotesco, no lo niego, pero debíamos seguir.

-Paulo, ¿qué hacemos?- grité, pero se quedo petrificado mientras los osos corrían hacia él con total fiereza. Una luz cegante acabó con los osos y derribó a Daimari. Era el pájaro de antes, se convirtió en el ave gigante, lanzó un rayo en frente de Paulo que lo lanzó hacia atrás.

-Vamos, debemos ir al refugio- Dijo mientras se levantaba, parece que despertó de la conmoción, corría hacia la represa donde había un tipo de cuarto, abrió la puerta y nos hizo una seña que nos apresuráramos, corrimos lo más rápido que nuestros pulmones y piernas nos permitían. Giré hacia atrás para ver como Daimari cargaba en su espalda al chico, al girar vi como de su estómago se abría y salían los bebés de antes, los yokai, pero esta vez con cadenas, comenzaban a correr y Daimari era llevado.

-¿A dónde nos llevas?- Madison se adelantó con mi pregunta, Aryan apoyaba su brazo en sus hombros y Kayle en los míos, Paulo encendió un interruptor y una tenue luz amarillenta iluminó unas escaleras oscuras, como si les hubiese caído grasa de auto, las barandas parecía que en sus buenos momentos eran de plata, ahora solo se veían como aluminio abollado en dirección ascendente- la mejor forma de bajar con seguridad es subir-