Capítulo 28

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Nos detuvimos en una esquina para tomar aire; admito que pasarnos corriendo todas esas cuadras del tamaño de un pie de un gigante nos dejó exhaustos, Madison y yo estábamos muriéndonos de cansancio mientras Kayle nos apuraba con su actitud insoportable de siempre.

-vendrán pronto y no están en condiciones para defenderse-miró con desesperación y rabia a Madison

-nos defenderemos-dije espetándole con el poco aliento que tenía

Kayle me dio una mirada de puro resentimiento y caminó hasta un callejón donde sacó el pergamino de su mochila para leerlo, mientras la luz dorada que emitía sus ojos pasaban con rapidez y cada vez fruncía mas el ceño. De un movimiento envolvió el pergamino y regresó hasta nosotros bastante nervioso.

-debemos tomar un bus, el lugar esta saliendo de la ciudad-parpadeo unas veces-es por las montañas-anunció

-¿te refieres al campo?-preguntó Madison con una mezcla de curiosidad y agotamiento

-hay una mansión ahí-miró detrás de nosotros y empezó a correr en sentido contrario

-¡ahí vienen!-

Al girar sobre mí vi la gran horda de Episkbravits que venían hacia nosotros, seguidos de otrs demonios que no había visto: hombres fornidos con cabezas de bueyes y la cintura para abajo de un equino, sabuesos de dos cabezas con lengua bífida, dragones con cuerpo de lombriz que reptaban con gran velocidad y un dragón alado de lo más terrorífico y grotesco: no tenía escamas y su piel era verdosa llena de ampollas con pus, heridas en carne viva y de estas salían gusanos, incluso al rugir salían gusanos de las fauces.

Madison quería vomitar pero la tomé de la mano para correr, nunca había estado tan asustado, supuse que era porque ahora no sólo corría peligro mi vida sino la de Madison. Debía tenerla a salvo.

Kayle nos estaba esperando en una esquina llamándonos con la mano, al cruzar había una van esperándonos con un chofer tirado en la acera. No pregunté que había pasado así que sólo subimos y Kayle se quedó de piloto mirando el timón y la palanca de cambio.

-muévete-dijo Madison jalándolo y tomando el puesto

Le quitó las llaves y las introdujo, encendiendo la máquina. Tomó la palanca de cambios y retrocedió, volvió a moverla y arrancó hacia la avenida.

-no sabía que manejabas-comenté

-el abuelo en vista que no tenía hijos ni nieto me tuvo que enseñar a manejar-confesó-sujetense-

Lo dijo muy tarde, de un volantazo nos hizo girar y cer al suelo de la van

-¡dijiste que sabías manejar!-chilló Kayle

-disculpa, pero esto no tiene suspensión gravitacional-respondió

Por el espejo retrovisor veía como nos estaban alcanzando los demonios. Madison también se dio cuenta y pisó a fondo el acelerador esquivando a muchos taxistas furiosos y evadiendo semáforos. Parecíamos todos unos fugitivos con la velocidad que íbamos.

Las Espiskbravit clavaron sus garra en el techo de la van, pero Madison hizo girar el vehículo sacundiendose y lanzandolas a los laterales.

-¡están muy cerca!-gritó Kayle sacando la herradura el anillo dorado, caminó hasta la ventana trasera y de una patada la hizo romperse. Convirtió la herradura en arco y el anillo en carcaj con flechas doradas, comenzó a disparar hacia los dragones-lombrices. 

-¿que son?-pregunté

-son Putridums, demonios que carcomen a los golosos en el infierno-me explicó-no dejes que te muerdan, primero te dará gangrena y luego una infección general-

Decidí tomar en cuenta su consejo y mantenerme lejos de esas cosas.

El dragón botaba bocanadas de fuego verdoso que corría lo que alcanzaba,todo estaba bajo presión. 


Noche Roja: ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora