Capítulo 29

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Madison daba volantazos como toda un corredora de circuito de carreras de la fórmula 1.

-Necesitamos llegar lo más rápido posible!-dijo Kayle tirando flecha tras flecha-se me están acabando y nos están pisando los talones...

Enseguida de haber terminado su comentario tres Espiskbravit se colaron dentro del van. Sus miradas reflejaban el hambre y pura adrenalina.

-Deliciosos-canturreó una

-Bel nos dará una gran premio cuando los llevemos-chilló otra

La tercera no comentó, sólo se lanzó contra nosotros con las garras listas para desgarrar nuestras pieles.

Transformé mi espadapluma y le acerté un tajo profundo en su abdomen, pero no se deshizo.

-¿que...?-me quedé descolocado lo cual fue la causa porque me dieron una patada tirándome contra el asiento del copiloto. Sentí como mi hombro se dislocó pero no me detuvo para usar la otra mano y darle una estocada en el pecho, con este ataque su cuerpo comenzó a secarse lentamente hasta convertirse en cenizas y disiparse por la velocidad.

Las otras fueron igual de resistentes que la anterior, Kayle tomó dos flechas que le quedaban y las usaba que navajas, clavandolas por la garganta y vientres de las arpías. Pero estas no morían.

-estúpida gárgola-rieron en juntas-somos inmortales-cacarearon

-eso es imposible-dijo muy seguro Kayle

-Nikolle ya lo ha logrado, nosotras también lo haremos-dijeron esta vez molestas-sólo debemos beber tu sangre-

Las dos se abalanzaron sobre él poniendo gran presión, tanta que estaban hundiéndolo en el piso metálico del vehículo.

Caminé hasta ellas y de un tajo le corté las alas a una y seguido una estocada en la espalda. Dio un alarido antes de desintegrarse.

Su compañera me siseó furiosa lista para atacarme cuando frenamos de golpe y todo fue un revuelto.

Tenía un zumbido en mis oídos, algo cálido y húmedo deslizándose por mi frente, preferí pensar que era sangre y no comprobarlo. Mis ojos se enfocaron en la escena: Kayle estaba boca abajo sobre el suelo y sus piernas en la palanca de cambio, la arpía se había estrellado contra el vidrio, lo supuse por ver la marca de un rostro y Madison estaba protegida por la airbag del timón.

Escuchaba los rugidos del dragón y los pisotones de los hombres torocaballos. Me levanté como pude, cabe destacar que ya no tenía el hombro dislocado pero el cuerpo lo sentía como si fuera una esponja llena de alfileres, removí a Kayle para despertarlo al igual que Madison, ambos estaba inconscientes, obviamente no podía dejarlos ahí así que los saqué como pude de la van para arrastrarlos por el largo césped, los dejé bajo un árbol y observé el lugar.

Al parecer nos habíamos salido de la carretera y caímos en el bosque, pensé al ver las cercas metálicas abiertas. 

Los rugidos y pisotones se fueron alejando más y más haciéndome sentir tranquilo, tanto que me recosté en el árbol bajo su refrescante sombra.

Gran error, al bajar la guardia sentí algo clavarse en mi cuello, primero pensé que era un mosquito pero al tocar mi cuello sentí algo de textura maderosa, al extraerlo vi que era un dardo. Toda mi vista se estaba nublando y mi cuerpo ya no respondía. Había sido sedado.


Noche Roja: ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora