Capítulo 11

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La gente que estaba cerca de nosotros lo quedó viendo, algunos hablaban mirándolo y otros se alejaron a paso veloz. Tenía ganas de decirles que no los íbamos a robarles.

Un monaguillo nos miró y le habló a otro más grande.

En su mano tenía un collar de cuentas blancas, comenzó a pasarlas y estas brillaron. Una niebla nos envolvió y al mirar a mi alrededor todo estaba difuminado, mejor dicho, mi vista estaba desenfocada.

Se acercó a paso rápido

-¿Qué hacéis aquí? –siseó

-Buscamos al sacerdote- lo miré con los ojos entrecerrados hasta que si imagen se hizo más nítida.

Un chico de tez morena, cabello negro al rape, ojos de color miel, labios gruesos y nariz angosta y pequeña. No aparentaba más de doce años.

-Ven conmigo-se giró

-no puedo cargarlo-protesté

Dio un bufido y pronunció algo, las cuentas volvieron a brillar. Me sentí como si pudiera cargar el mundo entero, les hablo enserio. Es una sensación increíble.

Tomé a Kayle en mis hombros como si se tratara de un peluche de feria.

Entramos en la misa, el chico caminaba esquivando a las personas, pero me di cuenta de un detalle. Los niños nos veían. Cada vez que pasábamos sus imágenes eran las más nítidas de todas.

Me acerqué a él con paso preocupado.

-los niños nos ven-

-no te preocupes, nadie les cree lo que ven-dijo restándole importancia.

-Y los adultos dicen que nos imaginamos cosas-suspiré

Llegamos a una puerta y el chico tocó la cerradura haciéndola brillar, se abrió y se hizo aparte para dejarnos pasar.

Al cruzar el marco de la puerta la niebla desapareció al igual que la puerta. Al girar, la puerta había desaparecido.

Perfecto, encerrados.

La habitación ni siquiera era acogedora. Paredes grises sin pintar y cristaleras con dibujos de plegarias. Era mi imaginación o ¿era un calabozo de reflexión?

Intenté romper las cristaleras con mi espada-pluma, sin embargo, en cada mandoble que daba una barrera de luz me hacía rebotar.

Caí rendido con el último tajo que di.

Estaba muy cansado, la fuerza que me había dado comenzaba a desparecer y mi respiración se dificultaba.

-van a venir a asesinarte apenas termine la misa-Una voz me susurró detrás mío

Esa sensación ya la había sentido antes.

-¿Quién eres?-dije internamente

-eso no importa, sólo que morirás pronto, oh espera-rió-el chico va a morir por tu culpa-

-no es cierto, Kayle...

-¿te dijo que estarían a salvo?, lo estarían sino fuera por tu culpa-

-no es mi culpa-

-claro que sí, eres un demonio, lo llevas en la sangre-

-yo...

No sabía que responder, no puedes replicar algo cierto. Era un maldito y detestable demonio.

-Así es, el chico morirá pronto sólo porque tú no eres lo suficientemente fuerte sólo un...

Noche Roja: ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora