Me desesperaba estar postrado en una camilla mientras que Pietro estaba muriendo.
Kayle importaba poco ahora.
Al lado de la camilla estaba mi mochila, no necesite mucho esfuerzo para que subiera y ponerla en mi regazo.
Hice que se expandiera hasta ver por completo lo que había dentro.
Herradura de madera, anillo con púas de oro, el rayo de oro, anillo negro con un botón de plata, una palma de plata, un frasco vacío de cristal, un pañuelo blanco mojado, un saquito de cuero lleno de polvo blanco, monedas de un Kléfur, frascos de esencia de Vrórdes y un grial de plata...
Este brilló a mi tacto.
Al tomarlo se comenzó a llenar de vino y un cáliz de oro se salió hasta mi otra mano.
El cáliz brilló y aparecieron hostias en él.
Bien, no, no está bien.
Recuerdo haber hecho mi comunión a los once, el segundo sacramento de la unión. Sólo que necesitaba un requisito. Que me haya confesado.
¿Dónde encuentro un sacerdote?
Vamos.
-bien, en vista que no hay nadie me confesaré-suspiré- bien, creo que pecado con la ira-mi garganta comenzó a arderme
Quería seguir pero las palabras no salían.
-La ira no es algo de cual debas disculparte-me susurró una voz
-también confieso haber tratado mal a las personas que me rodean, asesinar y ¿mentir? -
Mi cuerpo comenzó a ser más liviano.
Cuando comí la hostia esta se deshizo apenas tocó mi lengua.
Intenté tomar el grial pero este resbaló y el vino corrió hacia mis heridas, como si estas lo llamaran. Al pasar estas cerraban y cicatrizaban sin marcas.
En un momento estaba como si nada. Guardé todo de nuevo en la mochila y salí de esa camilla.
No había ropa que buscar, sino una gárgola herida. Nadie se percató de mi presencia al entrar en habitaciones buscando.
Todas eran de color crema, camillas de cuero, electrocardiogramas y con vitrinas llenas de frascos hechos de distintos materiales.
Pasé de ello y seguí en la búsqueda de Pietro.
Mientras caminaba pensaba en muchas cosas, por ejemplo, el hecho de que Bélfegor despertara en el próximo eclipse y no sabía cuándo era.
O también que mi padre me ayudara a pesar de que no lo quería. Está bien, suena orgulloso, pero quería que me cueste, así como la vez que salvé el semestre a pesar de que mi maestro me pidió un trato muy poco decente.
No necesito darle mucho rodeo a eso.
Después entrar en muchas habitaciones con algodones ensangrentados en el piso y alaridos encontré a Pietro.
Supuse que era él, porque en un perchero estaba colgada su túnica marrón. Al entrar mis dudas acabaron. Era él. Pero su piel estaba más agrietada y luces escapaban por ellas.
-Pietro...-me tapé mi boca con la mano-
-vinieron por mí Hansel-gimió
-no digas eso, fue un ataque de Belfe-dije afirmando mi comentario
ESTÁS LEYENDO
Noche Roja: Colisión
BeletrieHansel, un adolescente hijo de uno de los príncipes del infierno se convierte en el objetivo de la élite demoníaca ante los disturbios provocados por Belfegor, quien desea invadir el plano terrenal con sus legiones, pero que causó este cambio repent...