Capítulo 18

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Estaba como siempre. Perplejo. Ver demonios haciéndose cenizas ya se me hacía familiar pero ver un rollo antiguo eso pone piel de gallina a cualquiera.

Al tomarlo este comenzó ondearse en mi dirección como si fuera una vara de zahorí y yo el agua.

-no ha perdido su encanto-dijo Pietro acariciándolo

-es muy antiguo-dijo la chica de cabello negro y ojos celestes-sabías que fue usado en el siglo XV por cazadores expertos y exorcistas clandestinos-

Tenía una mirada bastante inquietante y enérgica.

Pietro giró a ver a la chica algo contento.

-ella es...-

-Caitlyn Lachen, hija de Haniel-me apretó la mano-nos llevaremos muy bien-

Se fue corriendo sin dejar responderle.

-Haniel, alegría-rió-es bastante hiperactiva-

Yo también lo sentí, cuando estaba ella mi ánimo cambio de forma muy rápida. Casi era empalado por una lanza y ahora estaba sonriente.

Comenzamos hablar sobre donde deberíamos buscar a los otros chicos. Me di cuenta que Kayle estaba detrás de una columna escuchando. Es difícil ocultar una espalda como la que tiene. Lo ignoré, estaba demasiado ocupado. Hablaban de buscar en orfanatos, cementerios y otros lugares sombríos. Nadie se daba cuenta que el pergamino se agitaba.

-Pietro..-lo interrumpí

-un momento Hansel-siguió platicando con Kelsey

-necesito el pergamino-

-espera-dijo sin mirarme

Cuando se trata de otra persona que lo haga, pero a mí en lo personal. Odio que no me miren mientras les pregunto algo.

Me calmé algo casi tan posible como calmar a un león hambriento.

-necesito por favor que veas el pergamino-insistí

No supe si fue porque me escuchó de verdad o..., no quiero pensarlo.

Lo extendió y este comenzó a dibujar el mapa de la ciudad en tinta negra. Hasta que se detuvo y pintó tres círculos rojos y uno negro.

Todos mirábamos atentos, tratando de descifrar lo que que significaba.

-creo que el punto negro es la ubicación-se apresuró en decir Caitlyn-y los rojos son los demonios, sin ofender Hansel-

-no hay problema-hice una falsa sonrisa

En verdad me incomodó un poco, recordar que venía del bando enemigo frente a chicas armadas y atentas a cualquier intento que no sea de su grado para terminar aniquilado.

Comenzaron a aparecer puntos guindas más pequeños pero a la vez abundantes. Como si el mapa sufriera un ataque de acné.

-tenemos que ir a verlos-se apresuró en decir Kelsey

-un momento-dirigí mi dedo en el mapa y otro grande error. Casi se desintegraba mi dedo al tacto.

Pietro abrió muchos los ojos y retiró el pergamino apresurado.

-son escrituras sagradas-explicó-queman todo lo que sea...-calló la última palabra

-demoniaco-sacudí mi mano.

Al parecer era una gran quemadura que comenzó a sangrar.

Kayle se acercó hacia mí con paso molesto.

-que tonto eres-tomó mi mano firmemente

Intenté quitarla, no quería que me tocara. Intento fallido, su fuerza de mamut ganaba a la de un mondadientes como yo.

Un pesado.

Con su pincel refrescó mi piel y comenzó a regenerar los tejidos quemados.

-Si ustedes se van-miró a la chicas-¿Quién se quedará a defender la iglesia?,¿los chicos?-

Todas comenzaron a murmurar y bajar las miradas.

-yo los acompañaré- se levantó Pietro

-no puedes dejar la catedral y menos ahora que eres un grifo-chasqueó la lengua

-¿irás tú?-

-soy el único que podrá leer el pergamino sin quemarse-extendió su mano

-Bien-apretó la mandíbula-que así sea-

Le entregó el mapa de muy mala gana.

¿Qué se traían?

-se irán al amanecer, es la hora más prudente-

Estaba de acuerdo, al salir el sol serían un gran momento para poder viajar tranquilos. No me apetecía que se nos aparecieran mis hermanos fastidiosos o las pajarracas.

-Hay tiempo de entrenar-me miró Kelsey

-es cierto-afirmó Caitlyn-no has entrenado, no puedes depender de tus habilidades dem...¿entiendes?-

Entendía más que claro.

Terminé aceptando porque en verdad quería poner en su lugar a Kelsey.

Pasamos muchas puertas antes de llegar a la arena de entrenamiento y hablo de arena porque era como si hubieran partido un pastel de desierto y lo hubiera puesto en un cuadrado.

Tenía sus propios vientos que formaban dunas y remolinos de arena aleatorios.

Nos saludamos y entramos en el campo, el clima también era diferente. Más caluroso y soleado de lo que podía estar acostumbrado.

Kelsey parecía estar acostumbrada mientras yo me remangué las mangas. De la arena emergieron un bastón para cada uno y me cubrí de una capa de piel de cordero hasta me salieron cuernos y orejas de este.

No es gracioso tocarte la cabeza y sentir protuberancias sólidas, por el otro lado, Kelsey llevaba una capa de pelaje de león, ojos delineados y orejas de este.

-yo soy el león y tu el cordero asustado-giró su bastón de forma fanfarrona

-ya lo veremos-

La batalla comenzó dando estocadas y desviándolas, pero iba subiendo de dificultad. Ya apenas podía esquivar sus golpes hasta que uno me asestó en la rodilla, haciéndome caer en la caliente y seca arena.

Quise pararme, pero recibí un ataque en la espalda, volviendo a caer.

-que fácil te rindes-rió y escuché sus pisadas alejarse en la arena.

No permitiría que sea humillado así, de una forma tan patética. Me levanté apoyando mi bastón en la arena y corrí hacia ella listo para darle en las costillas, pero ella se anticipó dando una pirueta hacia atrás, me quedé estupefacto que me di cuenta que había recibido un puñetazo cuando ya estaba en la arena. Escupí un poco y volví a levantarme.

-eres muy terco-rió satisfecha

Podía ver que disfrutaba darme una paliza. Un sabor amargo escalaba mi garganta pero no usaría la Ira en ella. Eso sería hacer lo quiere.

Me calmé y caminé hasta ella, me puse en posición defensiva. Esta vez ella corrió hasta mí, giré mi bastón, lanzando una nube de arena directo a sus ojos oscuros. Aproveché para darle en las costillas y en las rodillas. Causando que se arrodillara y enfureciéndola. Tomó mi bastón con una mano y me tiró de él, caí cerca de su rostro hasta ser despedido por su puño en mi nariz.

-pelea-dijo molesta y me lanzó mi arma.

Me incorporé como pude, hasta quedar cara a cara con ella. Esta vez ambos íbamos enserio, nos dábamos con la punta de nuestros bastones en los ojos, mejilla o estómago y los golpes al chocar contra el otro soltaban una onda de energía. Al final caímos los dos contra la arena respirando apenas.

-vales la pena, chico-    

Noche Roja: ColisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora