Soulmate no destined.

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Aquiles X Belerofonte

El tuvo ese presentimiento desde que lo vio, el siente que lo conoce desde antes. Nunca se ha acerca a hablar con él pero sabe que reconocería hasta el más mínimo timbre de su voz se arriesga a pensar que hasta puede adivinar cuantas pecas tiene en el rostro. Conoce su risa, la forma en la que arisca la nariz cuando ríe sinceramente, el pequeño oyuelo que siempre intenta ocultar en su mejilla derecha.

Sospecha que hasta podría describir la suavidad de su piel como si su mano la hubiese recorrido infinidad de veces, sabría en qué punto tocar exactamente para que el se erizara bajo su palma. Lo conoce, lo sabe, lo siente, lo presiente es el la razón por la que a veces llora mientras duerme sólo el podría saber porque hay noches en las que su corazón se comprime como si una mano invisible lo apretara con fuerza. Esta seguro que el rubio le explicaría la razón sin necesidad de que el abriera la boca porque así de bien lo conoce.

—Ve a atenderlo Bel —Su amiga Ana lo alienta a presentarse ante la mesa, el castaño rechaza con la cabeza —¿Quieres que lo haga yo? —

—Si, es que me siento un poco mareado —Mintió mirando a la chica, ella sólo se encogió de hombros y fue a la mesa.

Bel fue atrás al baño de los empleados a lavarse la cara, se remojo el rostro más de una vez y se miró al espejo, esta completamente loco de eso está seguro. Si va y le dice al rubio que siente que lo conoce lo tomaría por un psicópata que le ha vigilado toda la vida tal vez ¿Quién se creería que un desconocido dice conocerte? Nadie, esa es la verdad, nadie se lo tomaría en serio.

Trata de olvidar el tema y seguir con su trabajo, distraer su mente siempre ha funcionado sobrepensar en otras cosas es lo que le mantiene activo y vivo. Debe de dejar de pensar en el rubio, aún así el destino parece empeñado en que se lo encuentre en cualquier parte y en el momento menos deseado, estaba caminando hacia su departamento luego de un largo día cuando lo alcanzó a ver.

—Tenía que ser —Claro no podía ser de otra forma, el nunca se fijaría en él un loco que piensa que lo conoce de toda su vida como la palma de su mano y cuyo corazón ha temblado desde que su presencia cruzó en su vida dándole un giro mortal.

Se quedó ahí como un idiota mirando como el rubio se comía a besos con una chica de largo cabello negro vestida con ropa de invierno, se notaba en su mirada azulada el amor que el le profesaba y el tenía ese mismo brillo en sus ojos, estaban ahí justo frente a su edificio a sólo unos metros de su entrada como para que el los mirara y entonces se desencantara.

No tuvo que cerrar los ojos, ni soñar, ni tan siquiera dormitar para volver a sentir el apretón en su corazón mientras las lágrimas comenzaban a picar detrás de sus ojos queriendo ser libres sin que el pudiera entender la razón de porque dolía tanto. Se trago el sentimiento agachando la cabeza y pasando por su lado hasta que la voz lo detuvo.

—Oye ¿Te conozco? —Su cuerpo se estremeció, dios no había querido admitir que reconocía su voz aunque fuera la primera vez que la oía porque era una locura y aún así ahí estaba.

—¿Lo conoces? —La chica entre sus brazos tenía la mirada puesta en el castaño este la podía sentir.

—No, no nos conocemos —Respondió un poco vacilante antes de meter la llave en la cerradura de la entrada y meterse sin mediar más palabras, no se sentía con la energía para resistir el enfrentamiento.

Se apresuró a subir las escaleras a su departamento y a meterse en él sin más, apenas se quito los zapatos antes de meterse de lleno entre las cobijas sin importarle nada más. Comenzó a llorar sin saber exactamente el porqué, no sabía porqué dolía tanto su pecho, porque sólo quería ir y decirle que lo amaba con todo su ser, quería hacerlo de verdad lo anhelaba.

Pero ni siquiera lo conocía, al menos él no lo recordaba aunque su alma y su corazón parecían pensar completamente lo contrario. Una vez más se durmió llorando como cuando era niño y el dolor en su pecho aparecía. Nunca lograron determinar porqué dolía, no era enfermedad su cuerpo estaba sano, alguna vez oyó que tal vez lo que dolía no era su corazón sino su alma porque algo le faltaba.

—Buenos días —Bel sonreía a los clientes mientras tomaba su orden —Enseguida traigo su orden —Eso debía hacer centrar su atención en su trabajo, nada más. Y todo fue bien hasta que le volvió a ver sentado a una de las mesas, se acercó despacio sabiendo que no podía huir más de su destino.

—Buenos días —La chica que le acompañaba le sonrió.

—Muy buenos días sean bienvenidos —Les sonrió a ambos, se sentía hipócrita —Tomen asiento enseguida tomaré su nombre —Hizo una reverencia y respiro hondo.

Quizá, sólo quizá si no hablaba con él, sino lo miraba, entonces era posible que nada dentro de él se movería y todo terminaría, los dos verían que sólo eran eso un par de desconocidos.

Pronto tomo su orden y extrañamente sabía exactamente lo que el pediría, también él modo en el que le gustaría que lo preparen y hasta como tenían que servirlo. Sacudió la cabeza antes de seguir pensando en él, no quería que volviera a doler.

—Aquí tiene —Puso los platos y las tazas sobre la mesa, los dos agradecieron él se alejo.

Sintió los pies ligeros del rubio poco después.

—¿Dónde está el baño?

—Siga derecho por ahí —indicó sin mirarlo, luego Sintió como sus dedos se ajustaban a su brazo siendo llevado hacia los baños sin que el se negara un poco. Su cuerpo no puso ninguna resistencia a pesar de que el no quería ir con el rubio.

—Estoy seguro que te conozco aunque te suene a una locura —Confesó poniéndolo contra los lavabos de los baños, Bel no lo miro.

—No me suena tan loco —Trago saliva su respiración comenzaba a fallar se estaba sofocando —También siento lo mismo —

—Algo me dice que te conozco más de lo que debería, no de esta vida si no de algo más allá —Mientras hablaba se iba acercando más, Bel podía sentir su aliento contra su cuello y su cuerpo electrificado con cada roce de su aliento —Conozco cada parte de ti, se lo que piensas y lo que sientes —Rozo el dorso de su mano contra la mejilla bronceada de Bel, él dejo escapar un suspiro de sus labios cerrando sus ojos —¿Dime por que me siento así? Explícame porque me siento completo en este momento —

—No lo sé, no lo sé, no sé ni siquiera tu nombre y aún así siento que lo he gritado un millón de veces —Trago saliva con dificultad sintiendo como una mano del rubio se aferro a su cintura.

—Siento que grité el tuyo... no me explico porque me duele el corazón cuando estas lejos desde que te vi ayer, te he extrañado desde siempre —Su voz se iba quebrando cada vez más —Te quiero cerca mio —

La puerta sonó y el momento se rompió, los dos miraron en esa dirección.

—Aquiles cariño ¿Te encuentras bien? —La chica que acompañaba al rubio estaba ahí afuera.

—Voy Ameli —Se alejo del castaño que sólo suspiro.

—Te espero en la mesa entonces amor —Ella se alejo de ahí y los dos se quedaron en silencio.

—Ella es mi prometida —Susurro Aquiles y Bel no quiso oír más, abandono el baño sintiéndose más destrozado que nunca él nunca podría interferir en una relación aunque de esta dependiera su felicidad.

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