Amores Eternos.

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Para: Los que leyeron la rosa azul.

De: Una escritora, amante de los finales felices.

Año 3033

Un joven rubio caminaba con rapidez por los pasillos, su cabeza giraba de un lado a otro. No se podía creer que en un lugar tan organizado hayan sido capaz de perderlo, le había prometido a su madre que no lo perdería de vista, pero a penas se había dado la vuelta le había perdido. No estaba, simple y sencillamente, no estaba.

¿Cómo le hacia para perderse tan fácil? Y no es que a quien buscaba fuera precisamente pequeño, era bastante grande, sin embargo le había perdido. A veces estas eran las cuestiones por las que peleaba ¿Tanto le costaba quedarse donde le habían dejado? Suspiro con cansancio mientras apretaba el botón del ascensor, había llegado a la conclusión de que en este piso no estaba.

Subio al aparato en cuanto las puertas se habían abierto, se escabullo entre las chicas que estaban dentro, llego hasta el fondo, a una pequeña esquina del ascensor donde sentia que no molestaba. No es que las chicas que iban con su ropa celeste estuvieran molestas por su intromisión, antes parecían sonreírle burlonamente.

—¿Le has perdido de nuevo? —pregunto una de ellas y el suspiro con tristeza mientras asentía —Ya me parecía —

—¿Le has buscado en la cafetería? —Pregunto la otra chica, el rubio la miro con pena antes de asentir.

—Mis amigos ya le buscaron ahí, no estaba —Soltó un quejido mientras ellas volvían a reír de su desgracia. El joven se froto los ojos con cansancio, habia pasado una mala noche y ahora estaba cansado de correr de un lado a otro. El estaba acostumbrado a hacer ejercicio pero esto ya le tenía exhausto.

—Quizá en los exteriores, siempre mira la ventana con anhelo —Meciono una de las chicas y el ascensor sonó, las puertas se abrieron. Al joven se le formo una sonrisa en el rostro ¿Por qué no habia pensado en eso antes?

—Gracias —Salio corriendo por el pasillo.

—¡No se corre en los pasillos! —Gritaron las chicas pero era tarde el ya no las oia, estaba tratando de esquivar gente de lado y lado, queria llegar afuera en ese mismo momento.

Pero tal como ellas advirtieron, en el lugar que se encontraba no era el mejor para correr, en menos de un minuto casi tiene un encuentro con el suelo. Un brazo bronceado detuvo su caida con el suelo.

—No deberías estar corriendo por los pasillos del hospital —regaño la voz del chico de tes bronceada, el de cabellos rubios se alejo en ese mismo momento, como si el otro chico lo quemara solo con su toque —¿Por qué corrias? —Lo vio con los ojos entrecerrados.

—Hola Teseo, eh, no, yo por nada —Rio nervioso tratando de alejarse del chico, este seguia sin dejar de mirarle. El rubio comenzo a caminar de espaldas —Yo solo debo... salir —Su espalda choco contra el cuerpo de alguien mas.

—Debes tener cuidado Jason —Regaño otra voz familiar mientras el rubio se alertaba una vez mas de ver quien era.

—No me digas que has vuelto a perder a Percy —Agrego el de tes bronceada sin dejar de mirar al rubio. Este aparto la vista de él, miro un campo abierto y huyo como alma que se lleva el diablo. —Te dije que lo miraras, solo tenias un trabajo Jason —

—Lo siento, lo siento —Se disculpaba mientras por fin cruzaba la puerta de salida del hospital, coloco sus manos sobre sus rodillas tratando de recuperar el aliento perdido. Era verdad eso es lo que estaba buscando, al hermano de Teseo, se suponia que tenia que cuidarlo pero era imposible que no se escape -¿Dónde estas Percy? -Se incorporo totalmente y estiro los brazos, comenzó a ver de un lado a otro como hizo en el pasillo.

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