Antes de Perteo.

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~ One Shot ~

En un castillo hecho de cristal y mármol blanco a donde llegaban los hijos del gran rey de los cielos se encontraba tranquilamente acostado en sus aposentos un azabache ojiazul pensando en uno y más desvaríos de como decirle lo que sentía a cierto hijo del Dios del mar sin que este lo rechace y deje de hablarle para toda la eternidad que aún le quedaba en este lugar, porque si alguna vez alguien pensó que después de la muerte no existía el amor estaba equivocado, Eros y Afrodita aún hacen de las suyas en los campos Elíseos.

- Hermanito querido - una voz melodiosa sacó al antiguo rey de Micenas de sus cavilaciones amorosas, se sentó a ver de donde provenía esa voz, solo para descubrir que pronto había una luz dorada y caliente como el sol (algo poco visto en el inframundo por ser el luga más oscuro del mundo) dejó a un rubio ojiazul parado cerca de su cama, pero el azabache solo lo pudo observar una vez que todo el resplandor se fue.

- ¿Apolo? ¿Qué haces aquí? - pregunto incorporándose de su cama y poniéndose en frente del mismísimo Dios del sol.

- ¿Qué? ¿uno no puede visitar a sus hermanos semidioses en los Elíseos? - dijo el Dios mientras comenzaba a pasearse por la habitación del azabache observando todo con detenimiento.

- Claro que puedes - comenzó a decir el azabache observando al Dios- Pero es muy extraño que lo hagas - eso hizo que el Dios se detuviera de observar que había dentro del armario.

- Vamos no es extraño he venido un par de veces - se defendió el Dios del sol mirando a su hermano, este a su vez lo observó con una ceja alzada.

- Has venido escondiéndote de alguien más bien - replicó el antiguo rey de Micenas mientras acomodaba las prendas que cargaba puestas y lo veía con suspicacia.

- Oh claro que no - sonrio de lado el Dios pero mirando a todas partes como si buscara un buen lugar para ocultarse - ¿De qué iba a ocultarme yo? ¡Soy el Dios del sol! ¡ El Dios más genial! ... - iba a continuar pero su hermano lo interrumpió.

- De Artemisa fue la primera vez - comenzó a enumerar- Porque habías interferido en su caza y te quería clavar sus bonitas flechas- el Dios quería replicar pero el azabache siguió- la siguiente fue de Hermes porque no querías pagar una apuesta-

- Es que él hizo trampa - refutó el Dios golpeando el piso con su pie haciendo que la habitación tenga una onda de calor, que el otro ignoro y siguió hablando.

- La siguiente te buscaba el gran rey de los cielos, nuestro padre - siguió contando con los dedos sin importarle que el Dios quería decir que no era así- porque te habías quedado dormido... de nuevo en vez de hacer tu trabajo-

- No me quede dormido- murmuró el Dios y sus mejillas se pusieron Rojas.

- Ah no es verdad esa solo fue la excusa que le diste para que no supiera que estuviste en el campamento mestizo- dijo el azabache sin verlo y acomodando su Corona en su cabeza, el rubio solo se puso más rojo recordando aquello y vio a su hermano.

- ¿Y tú cómo sabes eso? - indagó el Dios de la verdad, el otro se acomodó en la cama y le sonrió con suficiencia.

- Todo se sabe aquí abajo - respondió con un aire misterioso y el otro bufo.

- Te contó Hermes o sus hermanos seguro - murmuró el Dios sentándose a lado del azabache y este río entre dientes.

- Todos ellos, porque el padre de él si que se enteró y ahora dime ¿de quién huyes esta vez? - quizo saber el azabache viendo al Dios, este suspiro hondamente y antes de que pudiera decir algo un chorro de agua comenzó a bañar la ventana de la habitación.

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