Antes de comenzar con el capítulo en si…. ¡ESTE FIC HA GANADO LOS DRAMIONE AWARDS 2012 EN LA CATEGORÍA DRAMA Y EN LA CATEGORÍA DE MEJOR DRAMIONE ESTÁ EL PRIMERO DE LOS CUATRO GANADORES!!!! También ha ganado nuestro Ron (todo malote él) en la categoría de mejor villano. Esta servidora anda dando saltos de alegría por la emoción. Que la gente te vote y apoye ya es todo un regalo… pero que gracias a su entusiasmo y fidelidad se gane el galardón… te deja sin palabras. Porque eso quiere decir que tu historia es buena, que eres buena transmitiendo no sólo sentimientos, sino que eres capaz de calar hondo en la gente… y eso sólo se puede agradecer de una manera: continuando la historia, enganchando más a los lectores y manteniéndose fiel a la esencia del fic en sí. Bueno, después del discursito en plan “The Oscar´s winner is….”, empiezo con el capítulo. Y una vez más: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS….
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Llegaron a casa cuando estaba atardeciendo. Hermione sonreía de oreja a oreja. El día había resultado simplemente perfecto: su increíble transformación en búho, la divertida comida en la que había disfrutado de la compañía de todas aquellas personas que eran importantes para ella y la divertida tarde en un parque de atracciones. Se dejó caer en una de las cómodas butacas de la biblioteca. Necesitaba un poco de silencio para eliminar el exceso de adrenalina que aún recorría su cuerpo. Cerró los ojos y sin quererlo, se durmió.
Draco dejó a sus ruidosos acompañantes en la cocina, preparando una cena tardía. Tenía que reconocer que había sido un día bastante completito y, para ser sincero consigo mismo, divertido. No lo reconocería jamás en voz alta, pero la compañía de Potter y demás no resultaba tan desagradable como siempre había creído. Soltó un bufido. Se estaba ablandando. Y aquello no era bueno. Subió las escaleras de dos en dos, deseando llegar a su cuarto y poder desconectar de esa panda de alborotadores. Incluso su tía, siempre seria y tranquila, había dado muestras de un desenfreno juvenil impropio de una mujer de su edad. Una vez a salvo en su habitación, se dejó caer sobre la cama.
-Por fin un poco de silencio y paz.
Observó el techo durante unos minutos, dejando su mente en blanco. Estaba a punto de dormirse cuando llamaron a su puerta.
-¿Es que en esta casa no se puede tener un minuto de tranquilidad?
-Soy Ginny, Malfoy. Tengo una carta que me dio mi madre para ti.
-Pasa.
La pelirroja entró casi con miedo. Era la primera vez que estaba en aquella habitación. Por un acuerdo silencioso y tácito, nadie de la casa entraba allí al menos que tuviese expreso permiso de su dueño. Sólo Kreancher gozaba de una parcial amnistía al respecto. Caminó con paso titubeante hasta donde estaba el rubio, que la miraba con cara de pocos amigos.
-Perdona que te haya despertado, pero me acordé hace un minuto que tenía esto para ti y no quise dejarlo para luego. Puede ser importante y si me olvido otra vez….
-Tranquila. No estaba dormido. Simplemente intentaba eliminar de mi sistema esas ondas tan molestas de felicidad absoluta que emitís todos los Gryffindor y que son contagiosas.
-¿No crees que exageras un pelín, Malfoy? –Ginny sonreía divertida. Tenía que reconocerle al hurón que era bastante ingenioso a la hora de meterse con todos ellos de tal manera que no pudiesen ofenderse.
-¿Yo? No, que va. Son tan endemoniadamente optimistas que me dais grima.–Draco se sentó y la dejó sitio para que pudiese sentarse. Sonrió de medio lado al ver la cara de duda de ella- No te voy a comer.