Estaban cenando cuando Ron hizo acto de presencia. Aún vestía con el pijama y se frotaba los ojos con fuerza. Hermione lo miró extrañada. Harry, viendo la expresión de su amiga, levantó la mirada del plato y ahogó una exclamación de sorpresa al ver al pelirrojo allí, cuando se suponía que estaba en clase.
-¿No te has olvidado de algo, Ronald? –La chica no pudo evitar cierta dureza en sus palabras, cosa que no pasó desapercibida para el pelirrojo, que la taladró con la mirada.
-Que yo sepa, no. ¿Debería?
-No sé, quizá que deberías estar en clase a estas horas…. –Harry lo soltó con retintín. Ron se limitó a sentarse y servirse un plato bien lleno de todo.
-No creo. Tengo clases por la mañana, como vosotros….
-¿Y por qué no has ido hoy? Si no es mucha indiscreción, claro –Harry dejó a un lado su cena y se concentró en su amigo, que presentaba un aspecto un tanto desaliñado. También tenía pequeños rasguños en las manos y un moratón no muy vistoso en el cuello.
-Decidí salir anoche y creo que desfasé más de la cuenta. –Se llenó la boca para no seguir con la conversación.
-Pero Andrómeda nos dijo que tomarías las clases de la tarde –Hermione rezaba para que aquello fuese verdad, pues una sospecha horrible estaba comenzando a anidar en su cabeza.
-Pues se ha informado mal. Mi horario es el mismo que el vuestro, con la excepción de una semana al mes que lo tengo de tarde. Por la tienda de George. Necesita mi ayuda a la hora de hacer inventario.
No insistieron más. Hermione miró de reojo a Malfoy, que cenaba muy concentrado, intentando que la comida no se cayese del tenedor. El rubio, notando que era observado, levantó la cabeza y clavó sus fríos ojos en ella. La chica, por pura cabezonería, mantuvo la mirada. La silenciosa guerra duró varios minutos, y ella salió vencedora al verse interrumpidos por Harry, que reclamó la atención del Slytherin.
-¿Has decidido ya algo sobre el asunto de los Greengrass?
-¿Qué pasa con los Greengrass? –Ron los miraba con atención, cosa que escamó a Hermione. Su amigo nunca había sido una persona que se interesara por el resto del mundo mágico, al menos que le beneficiase en algo directamente. Y ese repentino interés era muy raro.
-¿No te has enterado? –Harry arqueó las cejas, sorprendido- Los asesinaron anoche. Otra razzia.
-Ah, entonces no es un asesinato. Simplemente se ha hecho justicia.
-Los Greengrass ni habían sido, ni eran mortífagos. Ni tenían nada que ver con ese mundo –replicó Draco con voz ronca- Y creo que el asesinato a sangre fría de una chica de nuestra edad y de una cría de quince años no es hacer justicia.
-Cierra la boca, huroncito. –Ron le sonrió de medio lado, con un brillo malvado en los ojos. El otro chico no se inmutó.
-Contestando a tu pregunta, Harry. Sí, lo he pensado. Y voy a pedir al ministro que investigue no solo el asesinato de los Greengrass, sino que busque a los culpables de la muerte de mis padres y de la de la familia de Theodore Nott. –Clavó sus ojos plateados en el pelirrojo, que se había atragantado con la comida- Y pondré a su disposición todos los medios económicos que necesite. Si hay que contratar nuevos aurores, yo pagaré esos sueldos. Si hay que utilizar cualquier método, incluso muggle, lo costearé. Pero te juro por todo el linaje Malfoy que estas matanzas van a terminar y que todos los que han tenido algo que ver en ellas se pudrirán en Azkaban. Pensándolo mejor, creo que pediré el Beso para todos los culpables.
-Cuentas con todo mi apoyo, Malfoy –Harry, al igual que Hermione y muchas otras personas, no veían con buenos ojos los asesinatos que se estaban cometiendo pero, como dijo Arthur Weasley, sin personas que emprendieran demandas contra aquellos que se estaban tomando la justicia por su mano, nadie podía hacer nada. Y si Malfoy lo hacía, todos ayudarían sin pensárselo dos veces.