CAP. 8

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Como había supuesto, su entrada en la Academia de Aurores no fue precisamente un camino de rosas. Nada más cruzar las puertas sintió las miradas de odio de los que serían sus compañeros por tres años (si tenía suerte y no lo mataban antes). Incómodo, se medio escondió detrás de Harry y Hermione.

-¿Te escondes, huroncito? –Harry mantenía su sonrisa, aunque por dentro era un manojo de nervios.

-Aunque te parezca raro, odio ser el centro de atención –Draco miró nervioso a su alrededor. En los pocos metros que habían avanzado ya había escuchado varios “asesino”, “mortífagos”, “deberían ejecutarte” y otras lindezas por el estilo- Creo que debería marcharme. Esto no ha sido buena idea.

-Venga, Malfoy –Hermione sentía pena por el chico. En esos momentos no quedaba nada del prepotente Slytherin del colegio- Saca esa vena de serpiente que tienes y demuéstrales que todo te resbala.

-Me dais más miedo vosotros que ellos –cogió aire con fuerza y recompuso su máscara de frialdad. Se enderezó y salió de su escondite. Se concentró en reencontrarse con su antigua personalidad, aquella que inspiraba temor y respeto. Recordó sus días como mortífagos y adoptó la pose de la que hacía gala por aquel entonces. Se sintió mejor inmediatamente.- Vamos. No quiero llegar tarde el primer día.

Harry y Hermione no pudieron evitar un estremecimiento al escuchar de nuevo aquella manera de hablar arrastrada y con aquella cadencia casi perezosa. Cayeron en la cuenta de que, en la semana que el ex mortífago llevaba viviendo con ellos, no había hablado de esa manera. “Hemos traído de vuelta al monstruo”, pensó Hermione. Pero no tenían otra opción. Si el resto de alumnos vislumbraban aunque fuese un miligramo de debilidad en el rubio, acabarían con él antes de que acabase la semana.

-Creo que ésta es nuestra aula –Harry se detuvo ante una puerta enorme, de color negro y con unos grabados un tanto extraños en ella.

-Runas de protección – murmuró Draco.- Para que los hechizos o pociones fallidas no dañen lo que esté fuera de esta sala.

Entraron y buscaron asiento. En contra de los deseos de Hermione de ponerse en primera fila, los chicos la arrastraron a al última. La sala tenía forma de anfiteatro, por lo que desde allí las vistas eran magníficas. Esperaron en silencio a que el resto de sus compañeros entraran. Harry vio dos o tres caras conocidas, entre ellas las de Seamus y Dean. Los chicos se sentaron a su lado. Saludaron a Hermione e ignoraron a Draco.

-¿Qué hace ese aquí? –Seamus lo miró de mala manera.

-Es nuestro compañero de clase y vive con nosotros –Harry les miró fijamente, retándolos a que dijeran algo malo. Los otros se limitaron a encogerse de hombros. Seamos refunfuñó algo entre dientes pero no añadió nada más en voz alta. El profesor hizo acto de presencia y todos guardaron silencio.

-Bien. Si estáis aquí es porque habéis obtenido los EXTASIS necesarios. Por lo que he podido leer de vuestros expedientes académicos, tenemos entre nosotros a dos mentes verdaderamente brillantes. Señorita Granger –buscó con la mirada a la chica, que levantó la mano- Todo Excelentes menos en Defensa contra las Artes Oscuras que obtuvo un Supera las Expectativas. Muy buenas notas. Hacía años que no veía algo así. Bueno, empezaremos….

-¿Quién es la otra persona que ha sacado buenas notas? –Hermione se había dado cuenta del supuesto olvido del profesor, que la miró con mala cara- Si ha reconocido mis méritos académicos ante toda la clase, creo que es justo que también lo haga con la otra persona.

-Bien, señorita Granger. Veo que le gusta la igualdad entre personas.

-Sí, por eso no considero justo que sólo se menciones mis logros si hay otra persona igual o superior a mí.

BAJO LA SOMBRA DEL MORSMORDREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora