El primer mes en la Academia pasó bastante rápido. Harry y Hermione se adaptaron pronto a la rutina de las clases. Ron, con el paso de los días, se fue distanciando cada vez más de ellos hasta que dejó de tratarlos casi por completo. Se mudó de nuevo a la Madriguera y las únicas veces que le veían era en clase. Draco intentó pasar lo más desapercibido posible, pero parecía que la mala suerte le perseguía. Sufría accidentes de lo más tonto, le cambiaban de sitio las cosas entre una clase y otra… eran niñerías, pero empezaban a exasperar al rubio. Y lo peor eran los profesores, sobre todo el de DCAO, que no perdía la ocasión para humillarlo ante sus compañeros, para despreciarlo o para hacer de él su conejillo de indias. Pero a pesar de todo lo que le hacían para que se marchara, el chico apeló a su orgullo Malfoy, del que andaba muy sobrado, y aguantó lo inaguantable. Del problema con sus manos le quedó como secuela el casi no poder utilizar la mano derecha. Pero siendo quien era, y viviendo la situación que estaba viviendo, se obligó a aprender a utilizar la mano izquierda. Al principio todo fue un desastre, pero por pura cabezonería, a las tres semanas parecía que era zurdo de nacimiento.
Y allí estaba él, sentado en la cocina de la casa del que, si de él hubiese dependido, habría sido su peor enemigo hasta el final de los tiempos. Pero las cosas estaban cambiando muy a su pesar. La relación que tenía con Potter no se podía definir de amistad. Eran conocidos con una causa común que se soportaban para la mejor convivencia y para mantener la salud mental de aquellos que se veían obligados a soportarlos. Draco permitiría que lo torturaran de nuevo a admitir que Harry le caía bien. Muy muy muy muy muy en el fondo, pero le caía bien. Había demostrado ser leal a pesar del largo historial que ambos tenían en eso de odiarse mutuamente. Si tenía suerte y acababa el primer año vivo, o al menos de una pieza, quizá, sólo quizá, se plantearía el ser su amigo verdaderamente.
Su situación con la sangresucia estaba en punto muerto. Después de su rehabilitación fallida, dejaron de hablarse, al menos que se tratara de temas académicos. Ella hacía su vida y él la suya. Y no le molestaba para nada estar así con la chica. En su caso, el odio hacia los que eran como ella estaba demasiado arraigado. Había conseguido tolerar su presencia y el que le tocara a base de mucho autocontrol. Cada vez que ella le cogía las manos para hacer los ejercicios, sentía verdaderas ganas de vomitar. El respirar el mismo aire que ella dentro de la casa le producía un profundo malestar. Sabía que aquello eran tonterías, que todos tenían la misma sangre. Que la única diferencia entre unos magos y otros era la familia donde te tocaba nacer. Pero el daño ya estaba hecho. El lavado de cerebro comenzó desde su tercer año de vida y las arcaicas e inhumanas ideas de su padre habían quedado grabadas a fuego tanto en su mente como en su alma.
Hermione sabía que su relación con el rubio prepotente había retrocedido a sus mejores tiempos en el colegio. Él ya la había avisado. La tregua que tuvieron en lo que duró su recuperación acabó en el momento en el que él aprendió a valerse con su mano izquierda. Debería sentirse feliz por recuperar un poco de normalidad en su vida, pero extrañaba muchísimo esos ratos junto a Malfoy. Se rió entre dientes ante la tontería que acababa de pensar. ¿Echar de menos los comentarios sarcásticos y malintencionados del hurón? Sí, los extrañaba y mucho. Ahí residía el encanto del chico (además de todos sus otros encantos físicos, claro). Suspiró con fuerza e intentó concentrarse en el libro de DCAO, pero no pudo. A su mente volvía la imagen de aquellos ojos plateados tan cautivadores y únicos.
-Como no recojas la baba, estropearás el libro –Ron se sentó enfrente suyo. Hermione no pudo evitar dar un salto en la silla por el susto.- Siento haberte asustado. Se te veía muy concentrada.
-Ya sabes, estamos a un paso de los exámenes y esta asignatura nunca se me ha dado muy bien.
-Si quieres te puedo ayudar –Ron lanzó su mirada de perrito apaleado. Esa que sabía que funcionaba tan bien con ella. Hermione se revolvió incomoda en su silla.- Sé que no he estado muy amigable este último mes, pero me he dado cuenta de lo estúpido que ha sido mi comportamiento.