No tenía ni puñetera idea de dónde se había aparecido. Sentía todas y cada una de sus terminaciones nerviosas lanzando descargas desesperadas a su colapsado cerebro. Sabía que si se presentaba con Granger en aquel estado, no dudarían ni un milisegundo en acusarle a él del estado de la chica. Miró a su alrededor. Estaban en una especie de pradera, rodeada de árboles bastante tupidos. No había rastro de seres vivos en varios metros a la redonda. Se permitió soltar el aire que había estado reteniendo de manera involuntaria.
-Puedes dejarme en el suelo, Malfoy –Hermione había detectado el nerviosismo y la aparente incomodidad de él.
-¿Segura? –Draco la miró fijamente. Estaba más pálida que un inferi, el labio inferior temblaba de tal manera que temía que se le cayese al suelo de un momento a otro. Y sus ojos… eran dos charcos de tristeza- Venga, sangre sucia, no me digas que te vas a echar a llorar por el pelo.
-No. No es el pelo. –Hermione se pasó la mano por la cabeza de manera inconsciente. No podía mentirse. Sí lo extrañaba. Pero, cosa rara, se sentía cómoda con su nuevo y forzado look.- Así será más fácil de manejar. Lo que me preocupa es no saber qué me hizo en la espalda. Dolió muchísimo.
-Te ha tatuado. Una C bien hermosa. Justo en medio –Draco se mordió la lengua de pura rabia y frustración.
-¿Puedes borrarla? –el tono esperanzado de ella terminó de rematarlo.
-Está hecho con magia negra. Al igual que tu "corte" de pelo. Ten por seguro que voy a echar de menos ese arbusto indomable.
-El pelo es lo de menos. –Gruesas lágrimas empezaron a rodar por su cara- ¡NO QUIERO TENER NADA QUE ME RECUERDE A ESE HIJO DE PERRA EN MI CUERPO! ¡ARRÁNCAME LA PIEL! ¡QUÉMALA! PERO HAZ QUE DESAPAREZCA…
Draco la dejó llorar un buen rato. Sabía que necesitaba soltar toda la rabia, el miedo y la impotencia que se acumulaban en su interior. Después de unos buenos quince minutos de hipidos, sollozos y algún que otro insulto dedicado al gilipollas de Cormac y al estúpido de la comadreja, la chica se calmó.
-Puedo cubrirlo con otro tatuaje –la giró y levantó el jersey, intentando ignorar que estaba completamente desnuda bajo la prenda- Podría transformarla en una G, y con un león rampante enlazado… podía pasar por el escudo de Gryffindor.
-¿Podrías hacer algo que no fuese tan obvio?
-Si prefieres una serpiente y mis iniciales…. Aunque eso no me dejaría en buen lugar…
-Haz la serpiente… y el león –Hermione se sonrojó. Agradeció estar de espaldas a él. Si llegara a ver su sonrojo, se moriría allí mismo.
-Tú mandas. Pero cuando se lancen a mi cuello como hienas, las explicaciones las das tú.
-Trato hecho.
-Esto te va a doler mucho. Podría aplicar un hechizo anestésico, pero como la zona ha sido afectada por magia negra… no funcionará.
-Pareces saber mucho de hechizos sanadores
-He tenido que aplicarme muchos durante años… Empiezo.
Hermione tensó el cuerpo, preparándose para la agonía del dolor. Draco cogió aire y comenzó a mover su varita sobre el tatuaje maldito. Pronto, la C quedó convertida en una elegante serpiente. Sin detenerse, dibujó rápidamente un león rampante con una G pequeñita entre las garras. Hacer los dos dibujos no le llevó más de quince minutos. En su fuero interno agradeció que se le diera tan sumamente bien el dibujo.
-Terminé, Granger –Bajó con cuidado el jersey y volteó a la chica. Hermione lloraba en silencio. Tenía el labio inferior todo abierto, sangrante. Se lo había mordido para no gritar. Draco sintió cómo algo desconocido se removía en su interior.