Definitivamente la vida era una mierda y él estaba de ella hasta el cuello. Cuando regresaron a la casa, el ministro les esperaba con cara de pocos amigos. Hermione lo saludó, contenta de volver a ver al ex auror. El hombre no pudo evitar una sonrisa, lo que hizo bufar a Draco.
-No creo que estés en situación de protestar, Malfoy –Kingsley lo fulminó con la mirada- Sabes que no puedes andar por ahí tú solo. Una de las condiciones de tu libertad era que debías estar en todo momento acompañado por alguien perteneciente a la Órden o por algún auror siempre que estés fuera de estas cuatro paredes.
-Sólo me dijeron que tenía que estudiar una carrera sí o sí –Draco arrastró todas y cada una de las sílabas, pues sabía que molestaba en extremo al hombre y ponía nerviosos a los antiguos Gryffindor.- Pero si he de tener carceleros encima a todas horas y no voy a poder moverme con libertad, ahorrese este teatro y métame directamente en Azkaban. Y para rematar la farsa, permita que me den el Beso.
La frialdad y la acided de aquellas palabras sorprendió a todos los presentes, menos a Hermione. Ahora que sabía lo que había sucedido el día de las razzias contra los antiguos mortífagos, comprendía muy bien al rubio, aunque no aceptaba su manera de ser.
-No será ningún problema, hurón. Yo mismo te escoltaré hasta Azkaban, si quieres –Ron se había puesto en pie y lo apuntaba con su varita. Harry se interpuso entre su amigo y el mortífago.
-Deja de hacer tonterías, Ron. Él es ahora un compañero más de casa y de carrera. No lo estropees más.
-¿Estropear el qué? –Ron comenzaba a ponerse rojo. Draco se mordió la lengua para no romper a reir a carcajadas. Aquello parecía el colegio de nuevo.- Ese intento fallido de ser humano nos va a hacer la vida imposible, Harry. Y acabará matándonos. Eso si no lo mato yo antes….
-De sueños también se vive, comadreja –Draco decidió sentarse junto a su tía, que jugaba con un bebé.- ¿Quién es?
-El hijo de tu prima, Teddy –Andrómeda le colocó al pequeño de casi dos años en las rodillas. Teddy miró fijamente a su primo y luego decidió dormirse en sus brazos- Le caes bien.
-Mira tú que bien –murmuró Draco con ironía. Nunca le había gustado coger a niños pequeños. No porque no le gustasen, sino porque tenía un miedo atroz a que se le cayeran o a hacerles daño sin querer…. Se les veía siempre tan frágiles y desprotegidos…
-¡Cielos, Draco! –La madre de las comadrejas le miraba fijamente las manos. Draco bajó la mirada y se dio cuenta de lo que había alterado a la mujer. Tenía las heridas de las palmas abiertas de nuevo y la sangre caía otra vez. Devolvió a Teddy a los brazos de su abuela.- ¿Qué te ha pasado, niño?
-No es nada, señora –Draco cerró las manos en un puño e intentó que se olvidaran de él por el resto de la velada, pero no funcionó. La señora Weasley había entrado en modo maternal y estaba decidida a curar sus heridas.
-¿Cómo que nada? –Molly se situó a su lado en dos zancadas y le cogió de las manos con firmeza. Suspiró con tristeza. Allí, sobre las palmas, diez profundas marcas sangraban de nuevo.- ¿Por qué te has hecho esto?
-Creáme que es mejor esto que lo que tenía en mente –Draco no volvió a abrir la boca. Dejó que la mujer curara sus manos y luego cenó en silencio, desentendiéndose de la conversación que se desarrollaba a su alrededor. Después de lo que le parecieron mil horas, Kingsley habló para todos.
-La semana que viene empezais el primer año en vuestra carrera como aurores. Os dejo aquí la lista de todo lo que vais a necesitar. –Les tendió un pergamino. Hermione decidió hacerse cargo ella, por si las moscas- Malfoy, todo lo que necesitas ya está en la casa, en tu habitación. Como sabrás, no te está permitido poseer más de cincuenta galeones cada quincena. No puedes salir de esta casa solo. Se te harán visitas sorpresa tanto aquí como en la academia para ver si cumples las normas. No te está permitido hacer magia fuera de las aulas o de esta casa. Y cuando lo hagas, siempre será bajo supervisión de otra persona. –Guardó silencio cuando Draco le arrojó su varita- ¿A qué ha venido esto, señor Malfoy?
-Rómpala ya y nos ahorramos tanta tontería –Draco había cerrado de nuevo los puños y las heridas volvieron a aparecer, para disgusto de Molly.- ¿Por qué tanto teatro? Espere, no hace falta que me conteste. Necesitais una imagen de integración para tapar la cagada que han sido las razzias, ¿o me equivoco? ¿Qué mejor manera de mostrar un Ministerio magnánimo con el enemigo vencido que ofrecer una vida normal al último mortífago que queda en Inglaterra? Pero, eso sí, con un límite de acción muy bien definido, no vaya a ser que esta pobre sociedad mágica, incapaz de hacer nada malo, se sienta amenazada por una única persona…. Quiera Merlín que eso no pase nunca…
-Señor Malfoy… -Kingsley estaba lívido. Aquella era la cruda realidad, por mucho que quisieran enmascararla y por mucho que le fastidiara a él en persona.- Sé que ha perdido mucho por culpa de esta guerra, pero otros han perdido mucho más.
-¡CIERRE LA PUTA BOCA! –Draco se levantó golpeando con los puños la mesa, lo que le valió nuevas heridas, esta vez en los nudillos- ¿QUE OTROS HAN PERDIDO MUCHO MÁS QUE YO? ¿CUÁNTOS DE LOS QUE ESTÁN AQUÍ HAN VISTO MORIR TORTURADOS A SUS SERES QUERIDOS A LO MUGGLE DURANTE HORAS? ¿A CASO ALGUNO DE ELLOS HA TENIDO QUE PRESENCIAR COMO VEJABAN A SU MADRE IMPIDIENDO AYUDARLA? ¿HAN SIDO SOMETIDOS A PALIZAS POR INTENTAR LIBERAR A SU MADRE? ¿HAN VISTO PROFANADOS LOS CUERPOS DE SUS SERES QUERIDOS MUERTOS? ¡NO,NO Y NO! A SI QUE NO ME VENGA CON GILIPOLLECES DE QUE OTROS HAN PERDIDO MÁS QUE YO PORQUE SABE MUY BIEN QUE ESO ES MENTIRA.
El silencio que se hizo en la cocina era demoledor. Todos miraban al antiguo mortífago como si hubiesen sido petrificados. Hermione se había tapado los oídos. No se creía capaz de volver a oir aquellas atrocidades. Harry se dejó caer en su silla, pálido, mientras miraba fijamente a Draco, que permanecía con los ojos clavados en el Ministro, ajeno al dolor que le debían estar produciendo las heridas en sus manos. El rubio temblaba por la rabia, la impotencia y el dolor que sentía en ese momento. Kingsley no dijo nada. Le devolvió la varita y se marchó de la casa. En cuanto el ministro desapareció por la puerta, todos parecieron volver a la vida. Molly corrió hasta donde estaba Andrómeda, pues la mujer parecía a punto de caer al suelo ante la impresión que se había llevado al conocer los últimos momentos de su hermana pequeña. Ginny se había abrazado a Harry, que seguía observando a Draco. El único que no mostraba señales de estar afectado era Ron, que sonreía con felicidad.
-¿Sabes una cosa, hurón de mierda? –Draco giró lentamente la cabeza hasta que quedó cara a cara con Ron- No tenía ni idea de cómo había muerto la escoria de tu familia. Pero ahora que lo sé, te digo que lamento no haber estado presente.
Y dejando a toda su familia y amigos aterrados ante sus palabras, salió de la cocina y subió a su cuarto. Molly tardó en reaccionar. Una vez que estuvo segura de que Andrómeda no se iba a desmallar, se situó junto a Draco.
-Cielo, si sigues así vas a perder la movilidad de las manos.
-Otra alegría para su hijo, ¿no? –Draco se dejó caer en la silla- No se preocupe, señora. Cuando suba a mi cuarto me curaré.
-¡Ni hablar, niño! –Molly agitó la varita y aparecieron varios botes con distintas pociones en su interior- Tengo que curar bien estas preciosas manos. Tendrás que aguantar dos o tres días las vendas, pero ya veras que luego van a estar como nuevas.
-¿Por qué lo hace?
La mujer se quedó estática. No esperaba aquella pregunta. Contempló en silencio al chico. Era de la misma edad que su hijo menor, pero parecía más mayor, más maduro. Aunque aquello no la extrañaba, dado lo que le había tocado vivir. Suspirando, contestó la pregunta.
-Porque no quiero que te sientas solo, Draco. Entenderé que no quieras tenernos cerca demasiado tiempo, pero puedes considerarnos tu familia de ahora en adelante. –Molly sonrió con dulzura. Draco no supo que contestar. Harry decidió hablar para relajar el ambiente.
-Tranquilo, Malfoy. Molly acaba de adoptarte, como hizo conmigo hace ocho años. Y por Ron no te preocupes, que luego hablo con él.
-No necesito que me defiendas, Potter. Ya no estamos en guerra. No es necesario que vayas de héroe otra vez.
-No es por eso. Esta es nuestra casa (porque también te pertenece a ti por sangre) y yo, por lo menos, no voy a permitir ninguna falta de respeto a alguien que viva bajo mi mismo techo, aunque éste sea mi peor enemigo.
-No esperes que te lo agradezca con un beso, Potter. No eres mi tipo.
-Prefiero a las pelirrojas, Malfoy –Harry sonrió y Draco se permitió el lujo de devolverle media sonrisa.