-¡Mamá! ¿Sabes dónde está el vestido violeta?
Ginny tenía la cabeza metida en su armario. Llevaba más de media mañana seleccionando lo que se llevaría a su nuevo hogar. El montón de descartados amenazaba con comerse a la muchacha.
-¿Se puede saber dónde narices vas?
Ginny detuvo su búsqueda al oír la voz de su hermano. De su odiado hermano. Cogió aire y se giró levemente para observarlo.
-Estoy haciendo mi maleta porque me voy a vivir con Harry. Me lo pidió de manera formal la semana pasada.
-¿Y papá y mamá? ¿Están de acuerdo con eso? –Ron utilizó su tono de voz más suave. Aquel que siempre usaba cuando quería conseguir algo o quería cubrir alguna de sus meteduras de pata. Ginny lo conocía muy bien.
-Les pidió permiso antes de decírmelo, si eso es lo que te preocupa –regresó a su búsqueda.
-Y lo dices tan tranquila.
-No voy a montar un drama por irme de casa, Ron. Tengo dieciocho años. Ya soy mayor de edad y tengo todo el derecho del mundo para hacer mi vida fuera de esta casa.
Ron no contestó. Desapareció escaleras abajo. La pelirroja soltó el aire que había contenido sin darse cuenta y terminó de hacer su maleta. Con un movimiento de varita la hizo desaparecer. Cuando llegase a Grimauld Palace ya estaría allí. Bajó a la cocina, donde sus padres y Ron la esperaban sentados en la cocina.
-¿Ya lo tienes todo listo, cariño? –Molly intentaba contener las lágrimas. Arthur sonreía a su hija pequeña.
-Sí. Ya mandé todas mis cosas para allá.
-Esto es vergonzoso –Ron fulminó con la mirada a sus padres- ¿Cómo se os ha ocurrido darle permiso para irse con Harry?
-Son novios desde que acabó la guerra, Ronald –Molly observó a su hijo, que permanecía recostado en la silla con gesto hosco- Además, tu hermana es mayor de edad. Aunque no nos gustase la idea, no podríamos detenerla.
-Eso es una excusa barata –pegó un puñetazo en la mesa, haciendo que Ginny diese un paso atrás, asustada.- Me avergüenza que mi hermana pequeña se vaya a vivir como una cualquiera a la casa de su novio.
-¡YO NO SOY UNA CUALQUIERA! –Ginny se acercó peligrosamente a Ron, varita en mano- Harry me pidió que me casara con él el mismo día que acabó con Voldemort –se giró para mirar a sus padres- Me hubiese gustado que os enterarais de otra manera. Teníamos pensado hacer una cena para hacerlo oficial. Pero este tarado arruinó la sorpresa.
-No te creo –Ron se levantó y encaró a su hermana- Ya en el colegio tenías fama de zorra. Pasaste por los brazos de más de la mitad del sector masculino de tres de las casas. ¿Y crees que me voy a tragar que vosotros dos estáis prometidos y que os vais a casar?
-¡RON! BASTA YA –Arthur se levantó y encaró a su hijo- No voy a permitir que insultes a tu hermana en mi casa. Ni en ningún otro lugar. Si ella dice que Harry le pidió matrimonio, la creo. Y tú no eres nadie para meterte en la vida privada de tu hermana. Tendrías que estar feliz. Tu mejor amigo será pronto tu hermano.
-No estoy yo muy seguro de eso –Ron volvió a sentarse- Lo que me jode es que va a estar conviviendo con ese maldito mortífago. Hermione ya cayó en sus garras. No creo que tarde mucho en hechizar a Ginny para que haga lo que él quiera.
-Estas paranoico, Ron –Ginny se acercó a sus padres y les abrazó con fuerza- En cuanto esté instalada, Harry y yo decidiremos una fecha para hacer público el compromiso. Os quiero mucho.
-Cuídate, cielo –Molly abrazó con fuerza a su hija y de manera disimulada, metió un sobre en su chaqueta- Dale esto a Draco.
-Lo haré.