CAP. 2

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            Cuando todo dejó de girar, Draco se encaró con Harry. El chico seguía sonriendo de manera socarrona, cosa que sólo sirvió para exasperar aún más al ex mortífago. Draco avanzó dos pasos hasta que quedó prácticamente pegado a Harry.

-¿Qué has querido decir con eso de que la sangre sucia y la comadreja van a vivir con nosotros?

-No van a vivir con nosotros. Están viviendo aquí ya –Harry decidió obviar los insultos para con sus amigos. Comprendía que casi ocho años de odio entre todos ellos eran difíciles de olvidar.- En lo que llega tu tía, intenta descansar.

-Qué amable, Potter –Draco se separó de su archienemigo y decidió cotillear un poco la sala en la que se encontraban. Sabía que aquella era la casa de la familia de su madre, los Black. Aunque lucía distinta a lo que él esperaba. Toda la decoración era…. Demasiado muggle. Se notaba que Potter y la sangre sucia habían metido mano en lo referente a la decoración. Sólo una cosa desentonaba en la sala. En la pared izquierda, ocupándola completamente, estaba el árbol que representaba a la familia Black al completo. Se acercó de dos zancadas y buscó con ansiedad a una persona. Allí estaba, con gesto serio y mirada fría, pero era ella. Su madre. Narcissa Black de Malfoy. Acarició con muchísimo cuidado la única representación de ella que quedaba en el mundo.

-La extrañas, ¿verdad?

         Draco se giró con gran rapidez. Ante él estaba la representación benévola de su “querida” tía Bellatrix. Andrómeda Tonks le sonreía con dulzura. ¿Cómo dos personas podían ser idénticas físicamente y tan opuestas en personalidad? No conocía a su tía Andrómeda, pues al casarse con un muggle fue expulsada de la familia. Pero por lo que había oído, era una bellísima persona, encantadora, amable…. A pesar del parecido con la loca de Bella. La única diferencia era el color del pelo: mientras la mortífaga era morena, Andrómeda era rubia, como su madre. También tenía los ojos azules, mucho más cálidos y amables que Narcissa, pero del mismo tono. Draco no contestó.

-Tranquilo. –Andrómeda se situó a su lado. El chico la sacaba al menos cabeza y media, por lo que tenía que estirar el cuello hacia atrás para poder mirarlo a los ojos- Aunque te pareces muchísimo a tu padre, me recuerdas muchísimo más a Sirius. Tienes el mismo color de ojos y el mismo porte.

-¿Quieres que te dé las gracias por el supuesto cumplido? –Draco contestó con el mejor tono de desdén que poseía. Andrómeda sólo se limitó a sonreir un poquito más.- ¿De qué te ríes?

-Incluso hablas como él –le volvió a palmear el brazo y caminó hacia la puerta- Debes estar hambriento. Venga, acompáñame a la cocina.

-San Potter me dijo que esperara aquí –Draco no quería reconocer que estaba muerto de hambre. Desde la destrucción de su hogar y el asesinato de su familia, apenas había comido mucho.

-Tranquilo. No creo que te vayan a matar por comer algo –La mujer se llevó una mano a la boca al darse cuenta de lo que había dicho. Miró al chico. Los ojos de Draco, normalmente brillantes y fríos, estaban opacos, carentes de vida.- ¡Lo siento mucho, mi niño! Lo dije sin pensar.

-No tiene importancia –aunque le había dolido muchísimo el comentario, sabía que no tenía que dejar aflorar sus sentimientos ni emociones. Nunca se mostraría vulnerable ante sus enemigos.- Pero acepto la comida.

          Andrómeda soltó el aire que había estado reteniendo. En silencio, condujo a su sobrino hasta  la cocina. No llegaron a entrar. La puerta principal se abrió de golpe y por ella entraron tres personas discutiendo a voces.

-¡ME NIEGO! ¿ES QUE HAS PERDIDO EL JUICIO, HARRY? –Ron Weasley tenía el rostro del mismo color que su pelo. Mientras gritaba como un poseso, agitaba con fuerza las manos. Harry se limitaba a observarlo en silencio, tranquilo. Conocía demasiado bien a su amigo como para entrar a trapo en una discusión que sabía que tenía ganada de antemano. Detrás de ellos entró una silenciosa Hermione.- ¡Y ME IMPORTA UNA MIERDA QUE EL MINISTRO EN PERSONA TE LO HAYA ENCARGADO! ES UN ASESINO DE MIERDA QUE MERECE ESTAR EN AZKABAN O MUERTO COMO LA ESCORIA DE SU FAMILIA.

BAJO LA SOMBRA DEL MORSMORDREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora