Eris
La habitación de Stefano es increíblemente limpia y muy espaciosa, no es fan de los colores o algo de...vida. El blanco y negro domina las paredes, los cuadros y hasta las sábanas.
- ¿Ocurre algo tomatito?-
Lo miro y una cascada de baba y otros fluidos escurren de mi cuerpo... ¡Está para comérselo el infeliz! Dios...perdón por invocar tu nombre pero quiero comerme a este hombre y ese pedazo de carne que le cuelga.
- ¿Algo que te guste, princesa?- me sonríe de lado.
- Tú Stefano, necesito mamar tu verga para tranquilizar mi calentura- aprieto las piernas al ver cómo punza ese rico pedazo.
- Pensé que tenía que ganar más puntos para estar con mi chica ¿Cambiaste de opinión?-
- Un orgasmo y te daré más puntos-
- ¿Orgasmo? Me gusta tu oferta, hagamos algo, tomemos una linda ducha juntos y luego te enseñaré algo que nos dará placer a los dos ¿Estás de acuerdo?-
- Claro que sí Stefano-
- Lo que sí, me seguirás llamando maestro en cada encuentro. Me encanta someter tu cuerpo y voluntad- acaricia mi mejilla con sus grandes y callosas manos.
- Como diga, maestro-
En los escasos encuentros que tuve con mi general fue evidente su gusto por el sado, el mandar sobre el cuerpo de una mujer. Soy virgen pero conozco de una variedad de juegos sexuales por medio de los videos pornos.
- Desnúdate y ve al baño, ya regreso-
- ¿A dónde va, maestro?- bajo mi cabeza y junto mis manos sobre mis rodillas.
- No te he dado permiso de hablar ni de bajar la cabeza. Eris, tu no mirarás al suelo de ahora en más, nadie está por debajo de ti, ve el mundo desde arriba- mi pequeño rostro cabeza a la perfección en sus manos, deja un beso en mis labios y sale de la habitación.
En la mansión de los Winter me obligaban a bajar la cabeza, al ser la más pequeña de tres hermanos tuve que seguir una estricta etiqueta y hasta peor que eso. Mamá me golpeaba con una bara larga de madera en la puntas de pies cuando mis pasos hacien el más mínimo ruido, era difícil satisfacer.
Y ahora, Stefano dice que no baje la cabeza, que camine siempre por sobre los demás ¿Vale la pena dejar alos de enseñanza y sufrimientos de lado por las palabras de un hombre? Todavía no tengo la respuesta, y no sé si querré conocerla alguna vez.Estos hombres me hacen sentir mucha seguridad en mi misma, no solo por mi apariencia, va más allá de mi cara bonita o "rostro de angel" como me llamaba aquel doctor. Cada uno es único en sí mismo, cada uno me ve de una forma diferente.
Jamás fui del todo obediente o domable, no, la rebeldía y la lucha guiaban mis múltiples decisiones, no quería ser otra mujer más de la alta sociedad, ya hay muchas de ellas.- ¿Por qué sigues estando con ropa?- un molesto Stefano ingresa y se acerca con las manos dentro de los bolsillos.
Volví a perder la noción del tiempo al recordar el pasado.
- P...perdón maestro, es que estaba pensando en sus palabras y se...-
- No te ordené pensar. Arriba, yo mismo voy a tener el placer de desnudarte-
Sin más levanto mi culo de la cama y hago lo que me dice.
- Arriba las manos- ¿Jugaremos al policía?
- Si, maestro-
Stefano me saca la camiseta de entrenamiento y luego el sostén. Sus manos acarician con algo de fuerza mi cuello y mis senos.
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Proyecto: Reforma (+18) (Borrador)
RandomAdvertencia 🔞⚠️ Esta novela contiene lenguaje vulgar, escenas de violencia, abuso sexual, y daño psicológico. Leer bajo su propia responsabilidad. -------------------------------- Una academia militar encargada de reprender y reeducar a niñas y ni...