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Sábado. Tu día favorito. O al menos lo sería si tuvieras un poco de libertad.

— Sunghoon y su familia vendrán en unos minutos. No lo arruines —tu padre te señaló.

— Si, padre. —agachaste la cabeza.

Mientras te alistabas para el dichoso almuerzo con los Park, tu teléfono sonó. Respondiste rápidamente al ver el nombre de Heeseung.

— Hola, Hee ¿Qué sucede?

Oye. No sé cómo comenzar...

¿Qué? ¿Tienes una mala noticia para mí?

No estoy seguro...

— Solo dí que es lo que pasa.

Hace un momento pase por la calle 7 y no vi a tu indigente en el semáforo. Di la vuelta a ver si lo encontraba pero simplemente no lo vi... ¿Es normal que comience a preocuparme por él yo también? —reíste un poco.

— Tal vez está descansando. Es sábado.

¿Acaso eres tonta? ¿Te gusta ser tonta? —rodaste los ojos—. Es un indigente, _____, no descansan ni un solo día.

Lo pensaste unos segundos. Tal vez Heeseung tenía un poco de razón... ¿Qué tal si algo malo le había pasado? ¿Qué tal si no había podido llegar a casa? ¿Y si necesitaba un hospital de nuevo?

Muchas ideas negativas comenzaron a invadir tu cabeza.

— En primer lugar, Jungwon no es un indigente. Creo que deberíamos buscarlo... Solo por si acaso y ver que este bien y haya comido...

Bien, voy por ti en unos minutos.

¡Espera, no! —suspiraste—. Tengo un compromiso con Sunghoon y sus padres —hablaste enojada.

¿Entonces qué?

Lo pensaste unos segundos y terminaste dándote por vencida.

— No tengo tiempo hoy Hee, no quiero que mi padre vuelva a gritarme —sin escucharlo más colgaste.

Aunque obviamente sus palabras no se iban de tu cabeza. Si es que no estaba en ese lugar ¿Donde más podrían encontrarlo? Después de todo no conocías nada de él y eso te hacía sentir un poco mal.

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Todos reían en la mesa y tú no podías quitar tu rostro de incomodidad. Querías que el piso te tragara en ese momento.

— Disculpen —Sunghoon se puso de pie, captando las miradas de todos—. Pido permiso para que _____ y yo podamos retirarnos.

— ¿A donde quieren ir? —preguntó su madre.

— _____ prometió qué me enseñaría la empresa de su padre y ahora estamos algo aburridos, así que ¿podemos ir?

Tú padre te miró y le sonreíste de manera inocente.

— Traten de no regresar muy tarde —dijo tu madrastra, poniendo una mano sobre el hombro de tu padre para tranquilizarlo.

Ambos se retiraron y cuando ya se encontraban bastante lejos de tu casa lo detuviste un momento.

— ¿Qué fue eso? —preguntaste confundida.

— Cuando estás en tu casa, tu rostro no tiene el bonito brillo de siempre que cuando estás con tus amigos, así que creí que si salíamos de ahí juntos tu rostro volvería a brillar... Ya sabes, porque somos amigos ¿no?

Estabas luchando por no ponerte a llorar en ese momento. Se había dado cuenta de cómo te sentías con sólo mirarte.

En unas cuantas semanas ya te conocía más que tu padre.

𝗠𝗮𝗹𝗮𝗯𝗮𝗿𝗶𝘀𝘁𝗮 [𝗝𝘂𝗻𝗴𝘄𝗼𝗻] 𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗱𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora