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— ¡Malabarista! —Jungwon puso una mano en su corazón sintiendo como este brincaba del susto. Soltaste una risa—. Lo siento, no creí que en serio te asustaría.

— No, no, no importa —retomó su compostura.

— ¿Sunghoon no te sigue? —susurraste.

Negó y rio ligeramente.

— Está durmiendo —asentiste—. Iba a dar una vuelta cerca de la casa.

— Genial ¿Quieres compañía? —asintió animado.

Ambos salieron de la casa y entrelazaste tú mano son la suya.

Comenzó a ponerse algo nervioso, pero a vista tuya quería seguir siendo cool, así que hizo lo posible por no comenzar a saltar o temblar.

— Y... ¿Conoces mucho la isla? —preguntó y lo pensaste un segundo.

— Algo así. La primera vez que vine fue solo con Gaeul y Jongseong cuando tenía como 6 años —escuchaba atento tu historia—. Pero en ese entonces nos quedamos casi 4 meses. Cuando regresé a la ciudad me moría por contarle a mi padre todo lo que vi, así que fui a su oficina, entré corriendo y me tropecé. Derramé tinta de lapicero sobre papeles muy importantes que él tenía que firmar —soltaste un suspiro.

Volteaste a ver a Jungwon, este te miraba con algo de pena, y reíste.

— ¿Por qué te ríes? Es muy triste —negaste.

— No lo es, yo era una niña tonta y mi padre siempre fue un hombre sin paciencia. Tal vez por esas dos cosas mi madre nos dejó —te encogiste de hombros.

— Aún lamento lo de tu madre —negaste.

— Lamento contarte estas cosas en un lugar tan bonito —le sonreíste—. Ven, vamos por acá.

Jalaste un poco más su mano para que vaya a tu ritmo y llegaron a un bonito campo lleno de dientes de león, donde lo único que lograba escucharse eran las olas del mar que estaba frente a ustedes, y las hojas de los árboles que eran movidas por un viento algo fuerte.

A Jungwon le brillaron los ojos. La última vez que había tenido esa paz probablemente había sido antes de nacer.

Y estar ahí, en un lugar tan perfecto, relajado, contigo, hacia ese momento aún más especial.

Tomaste asiento en el pasto, cerca de la sombra de un árbol ya que el sol era bastante fuerte y le extendiste la mano para que se siente contigo.

— _____... Creo que no hemos tenido la oportunidad de hablar sobre lo que pasó en tu fiesta... —tus orejas se pusieron rojas, por suerte pudiste ocultarlas con tu cabello.

— Ah... Fue vergonzoso —reíste sin ganas—. ¡N-no lo digo por ti! Sino porque... —soltaste un suspiro—. Todo lo que pasó ese día aun es difícil de asimilar...

Abrazaste tus piernas, no sabías que más decir.

— ¿A qué te refieres? —preguntó confundido.

Lo pensaste un segundo.

— Jungwon-ah ¿Recuerdas que ese día te dije lo mucho que me gustas? —lo tomaste de la mano nuevamente y él asintió con él rostro completamente rojo—. Pues aún me gustas, me gustas muchísimo y siempre va a ser así, pero...

"Pero" ¿por qué tenía que existir esa palabra?

— ¿Pero qué? —dijo algo triste.

— Sunghoon lo sabe, y creo que no le agrado lo suficiente como para que me deje en paz —tu voz denotaba incomodidad—. Si no te hablo cuando él está cerca es porque tengo miedo que le diga a mi padre toda la verdad, y él podría hacerte daño.

𝗠𝗮𝗹𝗮𝗯𝗮𝗿𝗶𝘀𝘁𝗮 [𝗝𝘂𝗻𝗴𝘄𝗼𝗻] 𝗙𝗶𝗻𝗮𝗹𝗶𝘇𝗮𝗱𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora