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Pov J

Solo recordar esa noche puedo volver a sentir la respiración de L por primera vez, cerca a la mía, en la oscuridad. Tenerla a esa distancia marcó un antes y un después. Pasé la mañana pensando en ella, en cómo me miraba, en mis ganas inexplicables de verla, en su mano entrelazada a la mía, en cómo estaba vestida, en cómo le dije que me siguiera, en lo que nos habíamos dicho, en cómo yo no le soltaba la mano, en cómo se quedó concentrada en mi boca. En un momento dudé si había sido ella la que se había acercado primero. Lo repetí en mi mente, lo escribí, y lo leí tantas veces, para volver a asegurarme de que sí. 

Me sentía rara de hallarme sonriendo cada vez que confirmaba que la iniciativa sí había sido suya. Y me sentía frustrada cada vez que pensaba en que sí hubiera sido ella, podría estar profundamente arrepentida. Me preocupaba el desenlace. Tenía mucho miedo de que a L le incomodara lo que había pasado y no me viera como antes. Quería que me viera como me vio esa noche. Yo no iba a poder ignorar lo que había pasado. No iba a querer actuar como si nada. Quería saber qué había llevado a L a acercarse tanto, porque quería encontrar la manera de volver ahí:

a centímetros de ella.

Estaba en lo correcto. Yo no pude ignorar lo que había pasado y no actué como si nada. Yo era otra desde que L me vio como tal la noche anterior. El silencio que compartimos fue el último residuo de calma que me quedó. La tormenta inició apenas ella me miró la boca. Pensé en cómo me miraba. Y también pensé en que no servía de nada porque L seguramente iba a fingir demencia, o simplemente nunca más me iba a hablar. Hasta que mi teléfono vibró.

Era un mensaje de texto de ella.
Pensé que estaba alucinando.

Me había callado.
Literal.        

No me voy a explicar. Ni siquiera lo voy a intentar. ¿Descansaste? L.

Si L me hubiera visto...
L es así. Imprevisible. Imposible de descifrar. Cuando piensas que su siguiente movimiento es claro como el agua, te demuestra que no. Es imposible de prever. No hay forma de prepararse cuando se trata de ella. Me causó gracia saber que ni siquiera ella era capaz de explicarse. En el mensaje se refería directamente a lo que había pasado y eso me sorprendió. La salida más fácil era aparentar que nunca nos acercamos, y L no había querido lo fácil. Eso era bueno, ¿no? Lo volví a leer. No sabía si era por mi estado de impacto que cada vez que lo leía lo escuchaba con una intención distinta.

a. Es una señal positiva. Asume lo que pasó con franqueza y considera que es algo que no necesita ni quiere explicar, porque lo hizo porque quiso. Abre una pregunta al final porque está sintiendo lo mismo que yo.

b. Aunque no fingió demencia, quiere decir que fue un impulso, un arrebato. No quiere ni va a intentar explicarlo porque no tiene cabeza ni cola. Abre una pregunta al final como diciendo que pasemos la página porque no está sintiendo lo mismo que yo.

Para saber si alguna de esas dos intenciones era la correcta, o si L estaba sintiendo cualquier otra cosa, necesitaba estudiarla en persona. 

Me preparé para lo mejor:
Si su intención había sido la segunda, ojalá me diera cuenta lo más rápido posible para intentar ocultar lo que estaba sintiendo.






  

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora