Pov L
Llevaba varios días intentando engañar a mi mente incluso después de soñar (por segunda vez) (y ahora despierta) con su boca. Sabía que algo me pasaba pero no le encontraba nombre. Pero ese día, cuando pasó lo que pensé que no volvería a pasar, cuando (no por arrebato, sino por decisiones sumadas) maquiné todo el escenario perfecto para finalmente besarla, volví a experimentar esa adrenalina única que se siente al sentir sus labios en los míos y fue entonces que tuve la claridad suficiente para ponerle nombre a lo que me estaba ocurriendo: J era lo que me ocurría.
Nos besamos por segunda vez pero de una forma nueva. Esta vez delicado y profundo. Estábamos sanándonos la una a la otra al besarnos. Su boca se sentía más suave que cualquier cosa que hubiera sentido antes. Nos apartamos para recuperar la respiración, pero era evidente que lo que queríamos era juntarnos más. Sin embargo, nos contuvimos.
J se agachó en cuclillas y puso de forma temblorosa el vaso que había estado sosteniendo todo este tiempo en el piso. El agua dentro seguía en movimiento como si hubiera sido sacudida con fuerza. Yo me agaché también y me senté en el suelo. Cuando recuperamos nuestra respiración por completo, cortamos el silencio.
-¿Cómo lo sabes?- le dije en voz baja, porque era la única voz que me quedaba.
-¿Saber qué?- me preguntó.
-Todo, al parecer- le dije.
-No se puede controlar, como me dijiste.
-No es que yo sepa algo que tú no. Es que uno puede cerrar los ojos cuando hay algo que no quiere ver, pero los sentidos no funcionan así.
Me quedé callada.
-A veces dan miedo, pero es peor si no te permites sentirlos.
Estuvimos ahí mirándonos, como nadando con nuestras mentes en lo que J había dicho.
-Eres muy importante para mi, ¿lo sabes, no?- le dije bajando la mirada.
-Lo sé, ¿Qué pasa?- susurró.
-No sé....a veces siento que estoy estropeada- confesé.
-No digas eso....No tiene nada de cierto- afirmó, como si le hubiera dicho algo terrible.
-En cambio tú, eres valiente, tan inquebrantable....A mí me diseñaron diferente. A mí el miedo me persigue....a donde sea que vaya. Si no es miedo a ser suficiente, es miedo a perder a alguien otra vez, si no, es miedo a decepcionar a mi papá, si no, es miedo a ser un mal ejemplo para Sorn, si no, es miedo a nunca ser la escritora que quiero ser, si no, es miedo a am....- le dije sin mirarla.
-Mírame- dijo acercándose y poniendo su mano en mi barbilla para levantarme la mirada.
-Eres la mujer más asombrosa que he conocido y tener miedo no te hace menos valiente. No sé si tu no puedes verlo...pero para eso estoy yo. Para recordártelo todos los días si es necesario.
-J...¿Cómo es posible que seas real?- le dije. Levanté el brazo y me pellizqué con la intención de hacerla reír. No quería que estuviera triste por mis confusiones emocionales.
Se rió.
-Yo me pregunto lo mismo contigo.
Nos dimos cuenta de que las horas habían pasado y de que el sol ya se estaba yendo, cuando J empezó a frotarse los brazos con las manos. Ya estaba haciendo frío. Fuimos reacias al levantarnos y entrar al apartamento de vuelta. Encendimos dos lámparas que habían llevado por la mañana y nos dispusimos a sacar de las cajas algunas cosas que había traído J por la mañana. Entre las cosas que no podían faltarnos a ninguna de las dos, era un buen parlante. Lo conecté y puse nuestra lista de reproducción compartida.
J se veía tan bonita mientras iba sacando y clasificando cosas en el piso que honestamente mirarla con disimulo era lo único que estaba haciendo. Después de un rato logré dejarla de mirar de reojo y empecé a hacer lo que realmente había ido a hacer. Pasaban las horas y seguíamos allí, hablando y riendo de las cosas que encontrábamos. Empezó a sonar Cliffs Edge de Hayley Kiyoko y mi concentración volvió a desaparecer cuando escuché algo caer al piso. Miré a mi alrededor asustada.
J se había levantado de un solo salto y estaba bailando. Los cuadernos que tenía en las manos antes de mirarla estaban en el piso. Estaba idiotizada. Me acomodé sin pudor para verla bien. Ya no me importaba disimular. Se veía hermosa, efervescente, alegre. La estaba viendo, otra vez, en la cámara lenta. Tenía un pantalón negro ajustado, una camiseta blanca, tres collares dorados distintos en el cuello y estaba descalza. Saltaba y las ondas de su pelo se dirigían a todos lados. Tenía una sonrisa coqueta pero no para mí, se estaba disfrutando a ella misma.
Se pasaba las manos por las piernas, por la cintura, por los brazos, por el pelo. Sus movimientos disminuían la velocidad. No abría los ojos y sin embargo sus expresiones faciales acompañaban cada palabra de la canción. Hacía cara brava, cara triste, se reía, se mordía el labio. Me encantaba. No había forma de negarlo, el corazón y el cuerpo me lo estaban gritando. Empezó a moverse de una forma provocativa, moviendo la cadera muy, pero muy, despacio. Dejé caer mi espalda sin resistencia contra la pared.
Subía y bajaba. Tragué saliva con dificultad cuando sus manos empezaron a jugar con su camiseta. Abrió los ojos y me miró. Mi mirada se movió a la par con su mano derecha que se metió por la parte inferior de su camiseta. Pensé que iba a perder la cordura. Me estaba mirando fijamente y no dejaba de bailar. Dejé caer también mi cabeza hacia la pared sin intentar evitarlo. Fijó su mirada en ella misma y en lo que iba a hacer. La mano que estaba tocando su costado levantó la camiseta revelando un poco de piel.
Mi corazón se aceleró. Creo que mi expresión corporal no me ayudó porque se dio cuenta de que yo no estaba "bien". Lo supe porque volvió a mirarme pero esta vez empezó a agacharse. Su mirada era seria. Yo tragaba saliva pero no sentía que estuviera funcionando, así que tragaba otra vez. J estaba gateando hacia mí como jugando. Por supuesto que estaba jugando, pensé.
¿O no?
Yo tenía ambas piernas estiradas y ligeramente dobladas y, sin pensarlo, moví una fuertemente para empujar los cuadernos que estaba atravesados. Como abriéndole el campo. Creo que ahí fue cuando lo que era juego dejó de serlo. Ella pareció no haberlo notado, nada la distraía, no se inmutaba, iba directo a donde quería llegar:
A mí.
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Sí, si es contigo (Jenlisa)
Подростковая литератураJ es una chica de alta posición social, amante del cine de antaño y de las cosas vintage, y enredada en una relación algo compleja con un chico bastante desagradable llamado Kai. L es una joven de clase media, quien trabaja en un café y es lectora v...