J

50 4 0
                                    

Pov J

Las primeras semanas que vinieron después de ese día las consideré como una etapa de periodo de prueba. No para mí, pues yo tenía claro que ser su novia era lo mejor que me había pasado, sino por L. Y no porque ella pensara diferente a mí, sino porque me imaginaba lo difícil que debía ser controlar y separarse de una ansiedad que antes había estado tan establecida. No obstante, el tiempo empezó a desvanecer mi preocupación y a silenciar mis dudas. L podía no haber conocido el amor antes, pero conmigo parecía ser más experta que cualquier persona que haya pisado esta Tierra. Sus besos, sus palabras, sus caricias, sus demostraciones, todo lo que hacía con amor era perfectamente acertado.

-No te lo había dicho, pero a veces siento miedo al despertar -me dijo un día recostada en mi hombro.

Me puse nerviosa y le pregunté por qué con prevención.

-Porque a veces creo que esto es un sueño -me dijo.

Pasaban los días y me acuerdo pensar constantemente que lo que estábamos viviendo era mil veces más bonito que lo que tanto le había envidiado a las películas de amor. L era así: mejor que todo. Tierna y romántica, pero salvaje y apasionada.

Con el tiempo, contra cualquier predicción, L amaba amarme. Volvimos a clases (ella a la universidad y yo a mis cursos) y empezó a ser normal que L se quedara algunos días de la semana a dormir conmigo en el apartamento. Mi cuarto prácticamente era ya el nuestro. Una mañana metimos tres cajas de pizza de distintos sabores y distintos restaurantes en la canasta de la bicicleta y fuimos al sitio en el que nos habíamos besado por primera vez; nos quedamos ahí todo el día: desayunamos, almorzamos y cenamos pizza, mientras hablábamos de todo y de nada.

Otro día fuimos al cine antiguo en el que nos habíamos conocido y entramos a "ver" una película. No recuerdo cuál porque desde antes de que iniciara, L se robó mi atención con sus besos. Cuando la película iba por la mitad, me resbalé intencionalmente de la silla y me puse de cuclillas en el tapete rojo. Ella entendió de inmediato mi sugerencia y se deslizó hasta quedar sentada en el piso también. Nos quedamos ahí en medio de las sillas de terciopelo con el sonido de la película camuflándonos, mirándonos a los ojos, acariciándonos las mejillas, la nariz y el pelo. Otro día cumplí mi tarea inconclusa y la llevé a bailar.

Estábamos rodeadas de un montón de desconocidos pero en nuestra realidad parecía que estuviéramos solas. Sentía una energía casi eléctrica cuando bailaba medianamente cerca de mí y jugamos toda la noche a que recién nos estábamos conociendo. Otro día llegué a mi apartamento y L me hizo sentar en una silla en el medio de mi cuarto. Lo había decorado completamente con luces coloridas de Navidad.

Y entendí de lo que se trataba cuando se sentó encima de mis piernas y empezó a quitarse el saco lentamente. Otro día le dije que necesitaba que llegara lo más pronto posible a mi apartamento. Cuando llegó, yo tenía una maleta ya empacada y le pasé un sobre. Creo que pensó que le estaba terminando porque sus manos temblaron al recibirlo, hasta que leyó el contenido y se dio cuenta de que nos íbamos un fin de semana a Cartagena.

Poco a poco me empezó a pasar lo mismo que a ella: cada vez que llegaba un nuevo día tenía la sensación de no saber si estaba realmente despierta o si seguía soñando. Sería imposible mencionar todos los momentos fascinantes que vivimos juntas en esos meses en que nadie más sabía de lo nuestro, en que lo único que queríamos era saber cómo se sentía amarnos, en que éramos nuestro propio secreto. Un día mi hermana nos invitó a cenar a un restaurante de sushi. L me detuvo en la puerta de mi apartamento antes de salir y me dijo que si yo quería, y sentía en el corazón que era el momento adecuado, podía contarle.

Me quedé en shock de saber que estaba lista para dar un paso tan grande como ese. Ya no sería nuestro secreto y sería el inicio de un proceso que íbamos a tener que enfrentar juntas. La besé con lágrimas en los ojos.

Cuando ya estábamos las tres cenando, no podía sacarme de la cabeza la propuesta de L. Irene estaba sonriendo con un comentario que había hecho L cuando decidí que era el momento perfecto.

-Hay algo que quiero contarte -le dije a mi hermana, ignorando por completo el tema del que estaban hablando.

-Cuéntame -respondió, mientras se llevaba un maki a la boca.

Miré a L al acordarme de que no era un asunto únicamente mío y también para confirmar si seguía pensando igual. Ella me respondió con una sonrisa cálida, dejándome saber que si era lo que yo quería, estaba bien.

-Ambas... te queríamos contar... -empecé a decirle nerviosa, pero me interrumpió.

-¡Por fin! ¡Pensé que no me iban a decir nunca! ¿Cuánto llevan juntas? -dijo Irene emocionada y dejando los palitos a un lado.

Me quedé en silencio y con la boca todavía en posición de hablar.

-¿Cuánto llevamos juntas? -le preguntó L casi susurrando, igual de confundida y sorprendida que yo.

-¡Sí! De novias, ¿hace cuánto? -preguntó sosteniéndonos una mano a cada una.

Las tres sonreímos. L y yo al saber que mi hermana ya sabía, y mi hermana al saber que íbamos a contarle.

Hablamos por horas y, al final, Sabrina me dijo que ya era hora de que alguien sí supiera amarme como me lo merecía. Después de ese día nos quedó la intriga de qué pasaría cuando le dijéramos al resto de nuestras familias. Habíamos estado tan concentradas únicamente en amarnos que no lo habíamos pensado. No sabíamos lo que iba a pasar, pero sí sabíamos que nunca habíamos experimentado esa sensación de libertad que sentimos al verbalizar lo que habíamos estado viviendo tanto tiempo. Ahora íbamos a querer vivir dentro de esa libertad, y eso se traducía a que íbamos a tener que contarles a nuestras familias primero. Al inicio solo tocábamos el tema, y después lo estábamos considerando de verdad.

Un día me desperté y L me había escrito un mensaje.

Siento que es hora de tomar lo que es nuestro.
Seamos como cualquier otra pareja,
incluso frente a quienes amamos.
M

Le respondí.

Si sientes que es hora es porque lo es.
Ya hemos pasado por demasiadas cosas como para no hacerlo bien.
Quédate hoy aquí y definimos lo que queremos hacer.
D




Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora