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Pov L


Mi despertar fue como una escena de una película de comedia. Escuché un grito y mi mente se empezó a despabilar lentamente. Estaba saliendo de mi estado de sueño con una sensación de confusión, cuando abrí los ojos esperando encontrarme en mi cuarto, me di cuenta  de que estaba en un lugar bastante diferente. J fue quien gritó y estaba mirándome al frente de la cama como si hubiera visto un espanto. Duré un par de segundos en ubicarme.

Estaba en su cuarto.

Estaba en su cama, específicamente. 

Y como en las películas tuve un flashback: me desplacé al pasado y recordé todo en un segundo. La saludé con timidez y entendí de inmediato porqué había gritado. Pensó que todo lo que había pasado el día anterior había sido producto de su imaginación  y al verme, la traje de un solo golpe a la realidad. Cruzamos un par de palabras y me confesó que pensó haberlo soñado todo. La entendía. Había sido un sueño en vida real. 

Me paré de la cama después de un rato en el que permanecimos en silencio mirando el techo y busqué mi camiseta en el suelo con timidez. La encontré y la alcé, mientras me la terminaba de poner me volteé a ver a J y estaba con la boca abierta, apretando las sábanas hacia su cuerpo, mirándome. 

-¿Te acuerdas cuando me dijiste que contigo iba a querer estar?- le dije.

-Mmmm- me dijo afirmando. 

Asentí con la cabeza. Sólo quería confirmarlo. No dije nada más y salí a la cocina. 

J se demoró varios minutos en salir del cuarto pero cuando lo hizo tenia pijama, saco y medias puestas. Yo tenía una sensación de extrañeza pero intentaba no prestarle tanta atención. Nos servimos cereal de desayuno. Terminamos de comer. J seguía sin decir ni una sola palabra.

Al leer la situación desde el exterior se podría sospechar que tal vez lo que le pasaba era que J estaba arrepentida y que tal vez para ella, sorprendentemente, lo que había pasado el día anterior había estado mal. Sin embargo, yo sentía que ese no era el caso y cuando me miró para recoger mi plato, sólo con ver sus ojos, entendí lo que le pasaba. 

J me había dicho días antes, aparentemente con convicción, que yo iba a volver a ella buscando algo más. Lo que ni ella y yo sabíamos era que eso que parecía convicción era otra cosa completamente distinta. J estaba tranquila cuando me dijo que iba a querer estar con ella porque, aunque lo deseara con todas sus fuerzas, creía saber el fondo que era algo que nunca pasaría. En su cuerpo no había ni rastro de nerviosismo cuando me lo aseguró porque sin saberlo pensaba estar mintiendo. ¿Yo, L, verla de esa forma? ¿Yo, L, volverla a besar? ¿Yo, L, seguirle la corriente? Jamás.  J llevaba desde entonces pensando, hasta ese preciso instante, que lo que había dicho no tenía ni el mínimo chance de volverse  real. Mucho menos que, en caso de volverse real, fuera a suceder como sucedió y que superara cualquier expectativa por alta que fuera. 

-J...sobre anoche...¿Quieres hablarlo?- le pregunté con dificultad cuando terminé de comer.

-Sólo quiero saber una cosa...- me dijo con tristeza en su voz.

-¿Estás arrepentida?

-No- dije y me miró sorprendida.

Esa respuesta salió de mi boca sin si quiera tener tiempo de considerarlo. Sentí como si la respuesta viniera directamente de lo más profundo de mi ser y me hubiera dejado sin la opción de mentirme a mí misma al buscar otra. Cómo podría arrepentirme de...

-L...¿Estás segura?- preguntó de una forma que me confundió.

       1. O como confirmando si lo había dicho únicamente para no herirla. 

       2. O como insinuando que para ella sí era algo de lo cual arrepentirse. 

Respiré y seguí firme con lo que había dicho, la verdad. 

-Sí, pero si piensas diferente puedes decírmelo- le dije. 

-L...- pronunció con los ojos entre aliviados y frágiles:

-No estoy así porque esté arrepentida...para mí anoche fue como un sueño...estoy así porque tengo miedo de que hoy ya no te guste lo que pasó. 

Guardé sus dos manos entre las mías y les di un beso.

Yo no podría arrepentirme jamás de haberla amado como lo hice.

Cuando me estaba bañando, y el vidrio de su ducha se llenó de vapor, escribí con mi dedo:

Soñé contigo y me gustó. 

J entró a bañarse después de mi. Cuando salió, yo estaba sentada al otro lado de la cama poniéndome los zapatos. J pasó, casi corriendo, por encima de la cama como una niña pequeña y cuando estaba detrás de mí, me volteó la cara y me besó la frente. 

Lo había leído.





Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora