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Pov L

Antes de salir del apartamento al almuerzo que tenía con mi papá y mi hermana, pensaba que la taquicardia que tenía no era normal, hasta que J me tranquilizó. Me protegí con sus palabras, le di un último beso antes de tomar una chaqueta y salí. 

Llegué más rápido de lo esperado a mi casa, pero me demoré un buen rato en tomar impulso para subir. Cuando mi papá me abrió la puerta estaba contento, tenía su delantal de cocina puesto y un cucharón en una mano. Ya había empezado a servir la sopa de letras en los platos. Entré y lo abracé muy fuerte. Sorn salió corriendo de su cuarto. Nos sentamos a la mesa y no pude esperar para decirles.

—Les quería hablar de algo... —dije, sin saber qué hacer con mis manos. Las ponía sobre la mesa, las bajaba, agarraba la servilleta, la soltaba.

—¿Sí, amor? —dijo mi papá mientras se acomodaba en la silla.

—No sé cómo empezar...

—Tranquila... —dijo él mirando mi mano que estaba apretando levemente.

—¿Qué pasa?

Me tomó unos segundos llenarme de valor.

—Me enamoré... —dije y crucé los brazos sobre la mesa. Volví a quedarme en silencio.

Sorn sonrió y puso su mano sobre la mía al darse cuenta de que lo que quería decir no era fácil.

—Si es algo relacionado con el amor, no tengas miedo entonces... —dijo mi papá con suavidad.

—Me enamoré de mi mejor amiga —dije, mirando a mi papá a los ojos y pasando saliva.

Su mirada no cambió y sentí que Sorn recostaba su cabeza en mi hombro.

—¿Y quieres decírselo? —susurró papá y me quedé perdida en sus palabras.

—¿Tienes miedo de que no te corresponda?

No podía creer que esa fuera su preocupación. Lo miré con los ojos llorosos.

—Ella... también me ama... Estamos juntas —le dije.

Tenía temor de que su reacción cambiara al saberlo, pero sonrió y puso su mano sobre la mía y la de Sorn.

—Entonces... todo está bien —dijo.

Sonreí mientras se me escapaban unas lágrimas.

—¿J es tu novia? —preguntó Sorn mirándome sin quitar la cabeza de mi hombro.

—Sí —le dije asintiendo y sonrió.

—¿Y por qué lloras? —dijo Sorn.

—Porque no quería que me vieran diferente.

—Te ves diferente desde hace un tiempo, pero porque volviste a estar feliz. Estás siendo tú misma y tienes el resto de tu vida para serlo —dijo papá. Tomó aire y completó.

—Lo único que me asusta es que les hagan daño.

—Te amo, papá —le dije conmovida.

Se me escurrían las lágrimas por las mejillas y papá se levantó de su silla para abrazarme. Les di las gracias muchas veces hasta que Sorn dijo que era hora de ponernos felices y de comer porque nuestras sopas ya debían estar frías. Tenía razón. Nos reímos y empezamos a comer. Antes de irme, mi papá volvió a tocar el tema para pedirme que le recordara a J el aprecio que le tenían Sorn y él. 

Salí de la casa y cuando estaba bajando las escaleras para irme a reencontrar con J, me llamó al celular. Debía estarme marcando para saber cómo había salido todo y yo no veía la hora de contarle. Estaba bajando las escaleras casi brincando y contesté feliz, pero al escuchar su voz, se me hizo un nudo en el estómago casi doloroso que me obligó a detenerme. 

J estaba llorando descontrolada y no podía entender lo que me estaba diciendo. Mencionó entre balbuceos a sus papás y yo no sabía si algo les había ocurrido o si se refería al lugar en donde ella estaba. Me pegué el celular al oído lo que más pude. Sabía que algo estaba muy mal pero no entendía qué. El corazón se me aceleró a tal punto que me temblaron las piernas. 

Le dije que por favor respirara, que me esperara, que ya estaba yendo, que todo iba a estar bien, pero cuando me di cuenta estaba hablando sola.

J me había colgado.

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora