Páginas equivocadas

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Pov J


Hoy cuando sonó el teléfono fue porque mi mamá estaba en la portería. Estaba segura de que era porque había olvidado decirme algunas cosas la última vez. Ella misma me pidió distancia y seguramente le había frustrado no decirme con más palabras lo decepcionada que se siente de mí y de quién soy. De todas formas algo en mi corazón me convenció de dejarla subir. A regañadientes abrí la puerta apenas colgué el citófono. No quería tener que vivir el incómodo momento en que ella timbra y yo abro como si nada hubiera pasado. Preferí sentarme en el sofá y esperar a que entrara. No hallaba qué hacer con mis manos de los nervios y cuando escuché que el ascensor se abría, mi cuerpo respondió arropándose con una manta que tenía al lado. 

Pensé inmediatamente que había sido el peor instinto de protección... porque una manta no puede hacer que tu mamá te vuelva a querer de repente. Apenas atravesó la puerta bajé la mirada. Sus pasos se detuvieron, cerró la puerta y habló.

—Perdóname...

Levanté lentamente la cabeza con escepticismo y sin mirarla.

—Para ti tampoco debe haber sido fácil... y en el momento no pensé en eso.

Pasaron varios segundos en los que me mantuve en silencio hasta que pude reaccionar.

—Perdóname a mí... por no haberles dicho antes.

—Te creo... que sí ibas a contarme ese día —me dijo mientras se acomodaba en la poltrona del frente.

—¿De verdad? —La miré.

—Alguien quiso que esto pasara como pasó... —dijo y juntó sus manos con los dedos entrelazados.

—Mamá... L no lo hizo para lastimarnos, ella tie... —dije suplicante y me interrumpió.

—No fue ella.

La miré extrañada y sentí un alivio mezclado con culpa en todo el cuerpo.

—Perdón... Ese día cuando vi la foto lo supuse porque por detrás estaba marcada con su nombre y tenía rabia de pensar que por ella me habías mentido por primera vez... —agregó.

—¿L... no te la entregó? —pregunté.

Mi mamá, avergonzada, negó con la cabeza.

No me salían las palabras. Ese día mis papás no mencionaron cómo habían obtenido la foto, pero con lo poco que dijeron me dieron a entender que no cabía duda de que había sido ella.

Todos estos días me he repetido en mi mente: No pudiste ser tú, pero siempre que repasaba lo que me dijeron mis papás, no entendía cómo podía ser posible que ella no tuviera nada que ver.

Ella tenía la foto, a fin de cuentas...

Yo seguía en silencio hasta que me atreví a preguntar.

—¿Cómo la obtuviste entonces?

—Acababa de llegar del mercado. Estaba poniendo las cosas en el mesón de la cocina y sonó el timbre. Abrí la puerta y no había nadie. Ya iba a cerrar cuando algo en el piso llamó mi atención... lo recogí y... era la foto.

—¿Cómo es posible? —dije, sentándome en la orilla del sofá con un millón de preguntas nuevas que se me empezaban a ocurrir.

—Sí... Me pregunté lo mismo cuando L me dijo que no había sido ella y pedí una copia d...

—Espera... dijiste que cuando L te dijo, ¿cuándo? —la interrumpí y fui subiendo la voz sin intención. Mi mamá me miró en silencio al darse cuenta de que yo no tenía conocimiento sobre la carta.

—Me escribió una carta. La recibí hace varios días.

Yo solo parpadeaba, esperando que me explicara todo lo que yo no sabía.

—No quería que tú y yo estuviéramos mal. Y aunque nunca te había imaginado con una mujer... —Tragó saliva—... ella es una muy buena persona... y eso es lo que finalmente me importa. Ya sé que ustedes estaban intentando hacer las cosas como mejor creían.

—Ma... —le dije con ganas de llorar.

Sonrió a medias y agregó.

—Apenas leí su carta pedí una copia de lo que habían grabado las cámaras de seguridad ese día. —Metió la mano en su bolso para buscar algo

—Quería hablar contigo cuando entendiera bien la situación. Por eso no vine antes; ayer temprano las recibí.

—No te estoy entendiendo... —Mi voz sonaba angustiada.

—Pedí la grabación porque me preocupa que alguien quiera lastimarte.

Sacó una USB.

Mientras la miraba, le pregunté con el corazón acelerado. Gotas de sudor me empezaron a escurrir por el cuello.

—¿Ya viste el video?

—Sí. —Sonaba nerviosa—. Y sale Kai... —agregó con suavidad.

Me recosté desganada contra el asiento. Inhalar por la nariz y exhalar por la boca era difícil.

¿Kai?

Me quedé paralizada.

¿Cómo Kai había obtenido la foto?

Me acordé de esa mañana y lo entendí.

—La culpé a ella...

No aguante las lágrimas de frustración y enojo conmigo misma.

—Ella va entender, Nini. Así como yo pude entender... Ahora recupérala —dijo, y puso su mano sobre mi rodilla.

No tocaba este diario desde que había escrito en él como si le hablara a L. Ahora no soy capaz ni siquiera de mirar esas páginas tan equivocadas.

"¿Autosabotaje?"

L nunca fue. L estaba segura de mí. L sigue amando amarme. L ha venido cada uno de los días a decírmelo y mis emociones han sido tan fuertes que no quise escucharla.


Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora