¿O tampoco?

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Pov J


Arruiné por completo mi plan de no demostrar nada hasta no saber primero lo que sentía ella. ¿Lo que escribí  en el CD qué? Me di cuenta de que con eso le estaba diciendo todo justo en el momento en que ella empezó a leerlo. Tuve toda la tarde para pensarlo y me di cuenta de que mi mente me había jugado una mala pasa en el instante en que ya no había vuelta atrás. Quería que un hoyo negro me succionara.

Me faltó escribirle: "Bésame mientras escuchas esto". Podía sentir la sangre subiendo en mi cabeza de la ira que sentía conmigo misma. Intencionalmente me desvié del camino inicial de repente. En ese punto yo estaba muerta del susto de llevar a L a un lugar como el que tenía pensado, después de entregarle semejante CD, hiciera que ella se devolviera del mismísimo mirador corriendo aterrada. Sin mí. La idea era disimular, no llevarla a una cita romántica con música que parecía sacada de película. Así que me detuve en la primera papelería que encontré. L no hacía preguntas y simplemente se bajó. Agarré frustrada cualquier cosa del primer pasillo y cuando fui a decirle a L que ya estaba lista, me miró detenidamente y sin quitarme la vista agarró cualquier cosa que tenía al alcance. Entendí. Se había dado cuenta de todo. 

L no era tonta, y cuando estábamos en la caja pude ver en su rostro lo que quedaba de una sonrisa condescendiente. Apenas nos volvimos a subir a la camioneta renuncié a mi estrategia. Mi mal humor ya era evidente. Decía algo y L, nada. Decía otra cosa más y L, nada. Hasta que le dije a dónde quería escaparme inicialmente, y cuando estaba cerca de mencionar lo que había pasado la noche anterior...

-Vamos- me dijo, como si también lo necesitara.

Conduje por un buen rato mientras el CD (que se supone que L escucharía por su cuenta, y que debí entregarle cuando nos despidiéramos para evitar el riesgo) sonaba. Las manos me sudaban. Había diez vocalistas distintos diciéndole lo que yo, confirmado por mi letra, no podía decirle. Cuando llegamos al mirador estacionamos de tal forma que, sin necesidad de bajarnos del carro, podíamos apreciar toda la vista de la ciudad. Apagué las luces y dejé que las que alumbraban la ciudad fueran el único recurso de iluminación. Las canciones que estratégicamente había elegido seguían sonaban: You de Matilda y My My My! deTroye Sivan. 

-Tenías razón- dijo L realmente fascinada por la vista. Todavía no puedo creer lo que le dije. Juro que ya no aguantaba. Tenía rabia. Y ya no conmigo, con ella. Me había puesto el mundo de cabeza hace unas horas y ni se inmutaba. Se veía tan tranquila. Todo lo que hacía era medido, todo lo que decía era sereno. Me estaba ardiendo todo. Sea lo que sea, fue ella quien intentó besarme, y ¿por qué yo era la que tenía que pagar las consecuencias?

-No, no tenía razón. Un lugar no me va a ayudar a despejarme. Estoy descolocada desde anoche y al parecer soy la única- le dije volteando a mirarla irritada. Mis palabras la encontraron desprevenida.

-No puedes acercarte así y luego excusarte con que simplemente no quieres ni vas a explicarte. Sí vas a explicarte. Porque un beso incluye a dos.- Pude ver cómo mis palabras le iban quebrajando su supuesta serenidad.

-J...- dijo casi sin voz.

-Desde anoche yo no estoy funcionando. Dime algo. Me bajé a comprar cualquier cosa del miedo que sentí de que traerte acá fuera demasiado evidente. Por favor....Tú intentaste besarme.- Le reclamé.

-¡J!- exclamó.

-Te besé porque quise- confesó dejándome fría.

-Estoy "descolocada" también , ¿bueno? Y sí, tienes toda la razón, la única que fue absolutamente evidente fui yo. Me hablaste con un tono nuevo, estabas absolutamente hermosa y no podía dejar de mirar el maldito labial que traías puesto. Si tú crees que no vas a funcionar hasta que te diga algo, créeme, yo no quiero, yo necesito que tú me digas algo. Porque quieras o no oírlo, no me arrepiento de lo que hice...o...de lo que intenté hacer- dijo, sin detenerse a respirar ni una sola vez.

Memoricé cada una de las palabras que usó y que me dejaron boquiabierta. Una adrenalina nueva estaba subiendo por mi espalda. Subía lento pero fue lo suficientemente fuerte como para querer morderme el labio de la rabia. 

-Entonces sí se podía explicar, ¿no?- le dije, como si estuviera a punto de estallar.

-¿Cuál es tu mal genio?- me dijo con un tono de voz que me estaba volviendo loca. Se acomodó bruscamente de tal forma que su espalda quedó recostada en la puerta de su lado.

-¿Perdón?- me sobresalté.

-Sí...¿Qué es lo que te da tanta rabia?- respondió desafiante. 

-¿Que no terminé lo que inicié?- terminó mirándome los labios sin rastro de nerviosismo. 

Estaba furiosa. L devolvió la mirada a mis ojos y no la quitó más.

L un punto, J cero.

-Dime tú. ¿Puedes o no?- le dije, apartándome de la silla para desabrochar el cinturón.

Estaba segura de que L no era capaz, pero quería ser yo quien ganara el argumento. Nuestras miradas seguían intactas. Ninguna daba el brazo a torcer. 

Escuché un clic muy fuerte. No entendía de dónde provenía el sonido hasta que vi que L tenía la mano en el botón del cinturón, y este estaba ahora desabrochado.

Me humedecí los labios involuntariamente.

-De poder puedo. ¿Eso es lo que quieres?- respondió, humedeciendo los de ella.

Pasar saliva se volvió extremadamente difícil. Sentí mi respiración acelerarse. Me acerqué lentamente. L podía intentar disimular todo lo que quisiera pero la circunstancia no le favorecía: su respiración iba al mismo ritmo que la mía. Cuando estaba relativamente cerca de su rostro, giré mi rostro hacía la izquierda. Dirigiéndome hacía su oído, no a su boca.

-¿Me vas a besar hoy, o tampoco?- le susurré. 




               

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora