El regalo y la pesadilla

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Pov L

Hace un par de días me entregaron el ensayo sobre Casablanca y para mi sorpresa tuve la nota más alta de todo el semestre. Entonces, ¿por qué no me puse feliz? ¿Por qué sentí un vacío en el estómago?

Después de pensarlo mucho, decidí no contar la noticia en mi casa. Quería evitar que mi papá hiciera una escena de padre orgulloso, como esas que teníamos cuando mamá estaba viva, y recogía mis calificaciones en el colegio. No tenía ganas de celebrar ni de que me felicitaran. Después de todo, la vida es más sencilla cuando te acostumbras a que nadie espere nada de ti.

Pero a pesar de tener clara mi decisión, cometí un error de principiante: dejé el ensayo encima de mi escritorio y mi papá lo encontró cuando vino esta mañana a ordenar mi cuarto.

Entonces esta tarde, cuando llegue a la casa después del trabajo, me encontré con todos y cada uno de mis temores: una torta, el techo lleno de globos y en la mesa un regalo con una nota que decía: "Mamá estaría orgullosa de ti". Sentí una tristeza extraña y me vine corriendo al cuarto. No pude aguantar las lágrimas, hasta el punto de que el llanto me dolía y me ahogaba. Traté de usar el truco que me enseñó mamá cuando yo era chiquita: el de contar mi respiración y respirar muy profundo, pero no me sirvió y empecé a sentir lo mismo que siento en esa pesadilla recurrente:

Estoy flotando en la mitad de una piscina y tengo en cada brazo uno de esos flotadores amarillos que les ponen a los niños que no saben nadar: En el sueño me veo a mi misma desde lejos y parezco un puntito distante y diminuto que se mueve lento. Muy pronto siento que el agua se me viene a la cara y, aunque trato de mover los brazos para mantenerme a flote, no me responden. Intento gritar pero el sonido es inaudible. En medio de mi desespero, me doy cuanta de que los flotadores están desinflados y empiezo a ver todo borroso. Me empiezo a hundir, primero de a poquito, después rápido, muy rápido, hasta que es indudable que me estoy ahogando. La pesadilla es tan frecuente y tan real que muchas veces me confundo pensando que es un recuerdo. Uno horrible. En la pesadilla siempre me siento como me sentí hoy: impotente y paralizada.

Mi papá y Sorn tocaron mi puerta hasta el cansancio, pero yo no podía moverme y mucho menos abrirles. Tenía el corazón acelerado y no podía concentrarme en nada distinto al pánico que me engullía sin masticarme. Finalmente, mi papá abrió la puerta del cuarto con unas llaves que tenía para casos de emergencia y me abrazó hasta que me calmé y me quedé casi dormida en su regazo.

Sé que mañana me va a hablar del tema y, aunque lo quiero evitar a toda costa, tengo que pensar qué le puedo responder. Entonces, volviendo al inicio, ¿por qué no me puse feliz? ¿Qué instante del episodio detonó mi crisis? Tendré que pensarlo.

Nota 1: Hoy, inesperadamente, me encontré con la chica del teatro en el café-librería. Me dio mucha pena no tener el DVD de Casablanca conmigo para devolvérselo, pero ¿cuál era la probabilidad de que precisamente decidiera entrar a Mocca? Estaba con un chico, creo que era su novio.

Nota 2: No hablé prácticamente nada con él, pero no me generó muy buena espina.








  

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora