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Pov J

Escribí eso unos días antes de navidad. Ya era la época de vacaciones. No había llegado el 24 y ya era el mejor diciembre de mi vida. Sonreía por todo. Nada me hacía falta. Tenía una sensación de plenitud que me embarcaba por completo. El universo estaba confabulando a favor de las personas que más amaba y por ende, confabulaba también a favor mío.

Todos los años, una semana antes de Navidad, solíamos hacer una noche de juegos en casa. Al finalizar, escribíamos en papel uno por uno lo que sentíamos que haría más perfecta la Navidad, y al final los leíamos en voz alta. Era una forma de mejorar conductas, incomodidades y malentendidos para saber lo que estaba en manos de cada uno para mantener saludable el ambiente familiar. Fue una idea que tuvo Irene hace muchísimo tiempo, y desde ahí adoptamos esa tradición que nos unía y nos alineaba en esa época del año. 

Ese año pasó algo diferente. Cuando llegó la hora de leerlos: ni mi papá, ni mi mamá, ni Irene, ni yo habíamos escrito ninguna petición en nuestros papeles. Quedamos sorprendidos cuando, uno por uno, leíamos lo que habíamos escrito. 

El orden de lectura fue este:

Irene
Mamá
Papá
Yo

Las lecturas iniciaron así: 

Gracias por...
Quiero darles las gracias...
Hoy no pido, hoy agradezco...
Me siento agradecida....

No quería ninguna otra cosa de Navidad. Sin embargo, la recibí. 

10:00 p.m. del 24 de diciembre. 

Estábamos en la cena navideña que habían organizado  mis papás en casa. Asistió, tanto la familia completa de parte de papá, como la de mamá. Había muchísimos invitados, y entre ellos un motón de tíos y primos que no sabía ni que tenía. El ambiente era alegre y la comida impresionante.

La cena principal fue paella, pero en la mesa había buñuelos (mis favoritos) y más de cinco variedades de postres. Cuando terminamos de comer mi papá y mamá me llamaron a un lado de la sala, Irene no dejaba de sonreír y yo no entendía lo que estaba pasando.

-Nini, Aunque dijiste que no querías nada ...- dijo mi mamá mirándome con complicidad y con una risa nerviosa.
-¿Ma?...- respondí confundida.  
-Te mereces mucho lo que vas a recibir, sis- me dijo mi hermana.
-Pero quiero que sepas que fue mi idea. 
-No entiendo...
-Estamos muy orgullosos de la mujer en la que te has convertido- dijo mi papá entregándome una cajita pequeña negra sellada con un lazo rojo.
-Ábrela- dijo mi mamá realmente emocionada.

La abrí y quedé paralizada al ver unas llaves en su interior.

-Es tu nuevo apartamento- dijo Irene, feliz, con los ojos aguados.

No podía creerlo. Quedé completamente muda. Los únicos que hablaron fueron ellos, que no paraban de dar explicaciones acerca de su maravilloso regalo. Me dijeron que era el inicio de una etapa increíble de mi vida, que no lo malinterpretara porque mi casa seguiría siendo mi casa, pero que ahora iba a tener un espacio completamente propio que podía organizar y usar para lo que yo quisiera. Me imaginé convirtiendo una habitación en un estudio en el que pudiera hacer mis diseños, e incluso, tener más adelante un perro como siempre había soñado. 

Lloré de felicidad. Los abracé y duré horas enteras agradeciéndoles en cada momento que veía la oportunidad. Apenas pude calmarme le escribí a L diciéndole que saludara a su familia de mi parte y ella respondió que, por favor, hiciera los mismo con la mía. Desde la última vez que nos habíamos visto hablábamos con la misma comodidad de siempre, pero (por lo que era una época familiar) no nos habíamos vuelto a ver.

Yo ya quería verla de nuevo. 
Cuando fueron las doce en punto, papá, mamá, Irene y yo hicimos un brindis con una champaña espumosa que estaba deliciosa. Pusieron música en la casa y los invitados empezaron a felicitarse y abrazarse entre ellos. Minutos después me llamó L al celular. 

-Feliz Navidad, J- me dijo al otro lado del teléfono desde donde también se escuchaba música de fondo. 

-Lo mismo para ti, L- le dije con voz baja mientras me alejaba de las personas que tenía mi alrededor.

-Me haces falta.

-Si quieres la semana que viene...

-Sí- le dije.

Se echó a reír.

-Ni sabes qué iba a decirte- me dijo aún riendo. 

-Ibas a decirme que nos viéramos y mi respuesta es sí. Además tengo algo que contarte- le dije.

Al día siguiente nos estábamos bajando de la camioneta mis papás, Irene y yo en el parqueadero  del que, desde ese momento y en adelante, sería mi apartamento. Al subir me costaba abrir la puerta de lo mucho que me temblaban las manos. Cuando finalmente pude meter las llaves y abrirla, fue inevitable no llevarme ambas manos a la boca. 

Era mucho más de lo que hubiera podido imaginar. Lo recorrí todo con lágrimas de asombro y abracé a mis papás tantas veces que perdí la cuenta. Siempre soñé con tener un apartamento para mí. Tenía los muebles básicos y aún sin nada de decoración , era espectacular. Tenía tres cuartos, un balcón grande, sala, comedor, cocina abierta y la iluminación era increíble. Me intimidó un poco que fuera tan grande pero al pensar en L ahí acompañándome, de vez en cuando, me sentí segura. 

El último espacio al que entré fue al baño de mi (la habitación principal) y me asusté inicialmente al ver el espejo lleno de notas escritas.

-¿Maa?- pregunté sin siquiera entrar.

-¿Qué pasó?- vinieron mis papás corriendo.

Les señalé el baño, confundida.

-¿Los leíste?- preguntó mi papá.

Negué con la cabeza.

-L te dejó un mensaje- dijo mi mamá sonriendo. 

Ahora sí estaba petrificada. ¿L? ¿Ella sabía? ¿Mi mamá la había hablado? ¿L había estado aquí? ¿Qué decían las notas?

-¿Y cómo entró acá?

-Vinimos juntas- completó.

-¿Qué? ¿Desde cuándo te hablas con
ella?- le dije, y fue imposible no sonreír.

-Le hablé hace poco por Facebook para saber su opinión y su reacción fue extremadamente dulce...

Me reí.

-Y preguntó si podía dejarte algo... le dije que sí- agregó.

-Te quiere mucho...Se nota- dijo papá de una forma que me puso un poco nerviosa.

-Los amo. De verdad que no sé como agradecerle eso- dije aún con lágrimas en los ojos. 

-Te amamos, Nini. Disfrútalo.

-Si quieres quedarte un rato, James puede pasar a recogerte cuando necesites- dijo mi papá.

-Me parece- respondí, con ganas de seguir explorando cada esquina, y por supuesto, de leer lo que decían las notas que estaban esperándome. 

Cuando se fueron, entré al baño por fin.

LISTA DE PERSONAS QUE SE MERECEN ESTO:

TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ,TÚ, TÚ, 
TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ,TÚ,
TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ, TÚ.

tú.

Me puse a llorar. 






Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora