No hay imposibles

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Pov L


Van pasando los días (ya ocho) y compruebo que la carta no debió ser bien recibida por Hana. Sin embargo, hice lo que sentí que debía hacer y quedo en paz con eso. Lo que realmente me frustra es que quería que al menos su mamá cuidara de J, porque me mata la idea de que siga aislada y triste. Hace unos días pensé en explicarle todo a J (también) por medio de una carta, y hacérsela llegar por medio del portero (al cuál llevo viendo varios días consecutivos antes de ir a la universidad, cuando paso por su edificio para verificar si ya quiere verme). 

Pero ayer en la noche decidí que dejaría de ir a su espacio (en donde claramente no me quiere tener ahora) y que buscaría una forma más especial de hacerle saber que sigo queriéndolo todo pero con ella. Sin embargo, nada que valiera la pena se me ocurría. Mi creatividad ha estado un poco adormecida últimamente, para ser honesta. Pero hoy, cuando estábamos viendo televisión, Sorn y mi papá me dieron la idea perfecta de cómo hacerlo.

—¿Cómo le dijiste a J que querías que fuera tu novia?— me preguntó Sorn, mientras miraba una botellita de esmalte lila detenidamente para elegir si era ese el que quería usar en las uñas.

Mi papá me miró conmovido. 

Sonreí. 

Desde el día que les conté a ambos que estoy enamorada de J, y que ella de mí, han sido incluso mejores de lo que pude haber soñado. Están pendientes de mí y de cualquier noticia que pueda tener de J. Siento que incluso estamos mucho más cerca que antes y que han conocido ese lado de mí que yo también descubrí hace poco

—¿Te acuerdas de los mensajes que te conté que nos dejábamos?— le pregunte, mientras Sorn me pasaba el esmalte para que la ayudara a destaparlo.

—¡Sí! —Sonrió emocionada—. ¿Con cuál fue? —me preguntó con los ojitos entrecerrados intentando acordarse de todos los que le había mencionado.

—El de los girasoles... —le dije sonriendo.

—¿Y cómo le vas a decir ahora que sigues queriendo lo mismo? —me dijo mi papá, que estaba sentado en su cama con el computador en las piernas.

Me quedé pensando con el esmalte ya abierto en mi mano derecha y la brocha en mi mano izquierda.

—Si haces algo como de película que le demuestre que tú ya no tienes miedo, no solo va a creerte, sino que van a volver a estar juntas —me dijo Sorn estirando los deditos para que empezara a pintarle las uñas.

Me quedé con la boca abierta de ver lo inteligente y madura que era, y de la idea que me estaban dando.

—Porque si ella está triste, es porque piensa que hiciste algo que no hiciste, y que fue porque no estas segura, cuando sí lo estás —completó mi papá.

Gracias a los dos, ya sé perfectamente el mensaje con el que quiero recuperarla.

Y aunque es ambicioso, con J ya no creo en lo imposible.

Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora