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Pov L

No descansé mucho. Más tarde tengo que hacer algo urgente, ¿me acompañas? Si sí, puedo recogerte a las 8. Si no, no pasa nada. J


No sabía cómo interpretar el tiempo tan prologando que se tomó para contestarme. Casi cuatro horas. En otra ocasión hubiera inventado cualquier excusa para no ver a la persona (mejor amiga, mujer, J) a la que casi había besado la noche anterior. Pero ese día yo era diferente. Me ha tocado ser valiente en otros aspectos de mi vida, y en ese momento decidí que J era suficiente motivo para volver a serlo. Concluí que si lo mejor era ignorar lo que me estaba pasando con tal de tenerla en mi vida, eso haría. Podría soportarlo. Al fin y al cabo he sido experta antes tragándome lo que siento.

Sí, seguro. Aunque, ¿domingo a las 8 de la noche? Mañana tienes que madrugar:
J 

Seguro se le olvidó imprimir algo.
Pensé.

No quería que se bajara sola a esa hora despierta en alguna tienda mientras James la esperaba en el carro. Yo iría.

Sí, ya sé. Siempre dejo todo para último momento. Ya te dejo de vuelta en tu casa temprano. No te preocupes.

¿"Yo"? ¿Y James?

Pensé

Te veo en tu portería.
J

Estaba congelándome de frío sentada en el andén cuando las luces de la camioneta me encandilaron. La ventanilla del puesto de conductor se bajó y efectivamente no había rastro de James. J era quien iba conduciendo. Me miró sin decir ninguna palabra mientras me levantaba del piso. Me puse nerviosa. No había puesto un pie en el carro y ya fracasaba en mi intento de valentía.

-Hola- me dijo observándome. Tenía una mano en el timón y el brazo recostado en el borde de la ventana, que ya estaba completamente abierta. 

-Hola...- le respondí, como si me costara la vida pronunciar esas cuatro letras. Y entonces caminé por la parte frontal del auto para hacerme en el puesto del copiloto.

J no apartó por un segundo la mirada. Estaba ya frente a la puerta y aún podía sentir los ojos de J clavados en mí. Respiré hondo y jalé la manija. Iba a tomar impulso para subir, cuando me fijé en algo que brillaba sobre el asiento. Ella seguía en silencio con una mirada que parecía vigilante.

-Esto...¿es tuyo?- le pregunté, alzando un CD.

Me senté y noté que tenía algo escrito. J no me había respondido. Cerré la puerta, me puse el cinturón y volví a levantar el CD dirigiéndolo hacia ella para preguntarle de nuevo. Tal vez no me había escuchado.

-Es tuyo- me respondió cortante. 

Estaba confundida. 

-No. Yo sí tengo CD pero nunca he traído uno aquí. Además este dice algo y nu....

Volví a mirar el CD. Me quedé inmóvil cuando empecé a leer.

Estas hablan mejor que yo.
J

Antes de que pudiera decir algo, J se adelantó. 

-Son canciones que creo que pueden gustarte- me dijo reponiéndose.

-...Gracias- le dije, sonriendo.

Me sonrió de vuelta, pero no se veía feliz. Empezó a andar lentamente. Destapé la caja que protegía el CD y J dirigió la mirada rápidamente hacía mis manos para ver lo que estaba haciendo. 

-Puedo....- le pregunté suavemente.

Tragó saliva.

-Sí. Ponlo.

Me mataba la curiosidad. Según el orden que tengo en mi cabeza, empezó a sonar: Forever de Billy Raffoul, Found Love de We The Lion , If Only  de Ships Have Sailed y Electric Love de Børns. Intenté no ponerle atención a lo que decía pero era inútil. Tenía muchas preguntas. Quería saber cómo se sentía ella y prácticamente lo que estaba escrito con su puño y letra en el CD me prometí que ahí estaban las respuestas.

Parqueó el carro en una papelería que abría las 24 horas. La acompañé sin saber exactamente qué era lo que necesitaba. Me paré en el mostrador de los colores, pensé en llevarle unos nuevos a Sorn para el colegio. No había terminado de leer lo que decía la primera caja cuando J apareció en el pasillo. 

-Lista- me dijo, como si estuviera ocultando algo. 


Me voltee y mire sus manos.

Tenía una caja de lápices que estaba moviendo con aparente afán. ¿Esa era la vuelta tan urgente que tenía que hacer? Entrecerré los ojos para enfocar mejor. Tendría sentido si era lápices de grafito de lo que sé que le exigían para dibujar figurines en el instituto. Pero no. Incluso yo, que solo dibujo en servilletas, sé que los que eligió era de la peor calidad de todo el establecimiento. Volví a mirarla a los ojos.

-Ok- le dije de manera desafiante y agarré con la mano izquierda cualquier caja de colores al azar, sin quitarle la mirada a J. 

Fue mi forma de demostrarle que sabía que ella había hecho exactamente lo mismo con los lápices que supuestamente necesitaba. J se rascó la cabeza y se fue hacia la caja. La seguí. Pagamos en silencio, ella sus lápices y yo mis colores, ambas sabiendo que habíamos elegido las dos peores opciones existentes,  y nos montamos de nuevo a la camioneta. J se puso el cinturón de seguridad pero no arrancaba. Después  de unos segundos hizo un sonido de fatiga.

-Qué estupidez- dijo vencida mirando hacia la ventana. Volteé mi cabeza hacia la posición opuesta y apreté fuertemente los ojos con temor de que fuera a iniciar el tema.

-¿De qué hablas?- le dije.

-Es obvio que no necesitaba lápices y....- se detuvo para hacer un gesto brusco con sus manos.

-Mucho menos los que agarré- completó, haciendo evidente su molestia. 

No dije nada.

Puso sus manos en el timón. No me estaba mirando. 

-Quería...No sé que quería...- agregó de mala gana.

No dije nada.

Soltó todo el aire que estaba conteniendo. La observé con cautela. Se incorporó y dijo:

-Hay un lugar desde el que se puede ver toda la ciudad. Pensé que ir me despejaría un poco la mente.- Tragué saliva mientras ella continuaba. 

-Es la segunda vez que miento en un mismo fin de semana, pero no sabía cómo decirlo sin que...

-Vamos- le dije, casi rogando.

-Vamos- le dije, casi rogando

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Sí, si es contigo (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora