16. Cara a cara

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La temperatura de la habitación asignada era reconfortante.

El espacio, acogedor.

A Defteros le habían ubicado en la "suite", debido que su estancia se presentaba indefinida y ese hotel, muy próximo al puerto turístico del Piraeus, estaba más acostumbrado a estadías de una noche que esperaban las salidas de los diversos ferris hacia las islas, que a huéspedes que decidieran gozar de su amabilidad más tiempo del mínimo indispensable que suponía un simple alto en el camino del viajero.

Realmente, la curiosa "suite" era más de lo que Defteros necesitaba, aunque muy humilde en prestaciones. La cama de matrimonio se le antojaba tan inmensa como la de su casa en Estados Unidos. El pequeñísimo salón que daba la bienvenida estaba presidido por una televisión de pantalla plana que en las horas que llevaba allí todavía no había prendido, y el sofá-cama que lo amueblaba parecía cómodo, pero tampoco lo había probado. En un costado residía una pequeña nevera, vacía a su llegada y acorde a las dos estrellas que le facilitaban el descanso. Ahora enfriaba algunas aguas y refrescos enlatados que él mismo había comprado en un supermercado próximo.

La primera puerta daba paso al baño, el cuál se apreciaba recién reformado, pero carente de la bañera que sería la reina indiscutible de cualquier "suite" digna de merecer dicho nombre. Una ducha cumplía con las funciones básicas. Una ducha que demoraba minutos en ofrecer agua cálida, posiblemente debido a la altura de seis pisos que ésta debía recorrer para satisfacer a los usuarios que la reclamaran.

La siguiente y última puerta se abría al dormitorio, muy justo pero decente, y allí se hallaba Defteros. Vestido con una camiseta de manga corta y sus piernas despojadas de los eternos jeans que jamás abandonaba. Desde que había subido que estaba sentado en la cama, con el teléfono móvil entre sus manos, esperando la hora para poder hablar con Lisa si el ánimo se lo permitía, y espiando por la ventana que casi se pegaba a sus rodillas. Desde allí avistaba todas las vergüenzas interiores de la isla de edificios donde estaba ubicado el hotel, y su mirada permanecía fija en frente; allí se entretenía observando lo que podía ser un taller que ignoraba de qué, pero que parecía no descansar ni en año nuevo. Un anciano estaba sentado frente a una mesa, encorvado sobre ella e iluminado con una pequeña lamparita que era todo el foco de luz que alumbraba lo que fuera que manipulara entre su soledad compañera. Más a la derecha se hallaba la cara postrera de las viejas viviendas vecinas del hotel. Las cocinas de los apartamentos se abrían allí, y hacía un rato que Defteros había cenado con la vista lo mismo que una joven pareja había cocinado con anterioridad, codo con codo, como tantas veces lo había hecho él con Sasha...con una diferencia: esa pareja parecía feliz...y sus recuerdos estaban enturbiados por una pátina de dolor y tristeza demasiado antiguos. Ahora el chico lavaba los platos...solo...y allí volvió a verse reflejado él mismo, pero en la actualidad. Lavando el único plato de la cena tardía que tomaba a la fuerza cada día cuando regresaba de visitar a Sasha.

Sasha...

Deseaba hablar con ella. Lo necesitaba tanto como el aire que respiraba, pero sabía que no era prudente. Que hacerlo quizás la alteraría, la confundiría, la entristecería todavía más...así que su único salvavidas era la voz de Lisa, siempre tan atenta, tan amable, tan comprensiva...y tan necesaria para no seguir pensando una y otra vez en la batalla perdida durante la tarde. No podía negar que no se había esperado ese furioso rechazo, pero aún así le había dolido.

Mucho.

Lo había intentado, es cierto, pero en ese momento sentía que no con todas sus fuerzas. Se había dejado vencer muy rápido por un resentimiento que comprendía, y que ahora presentía inexpugnable, confiando sus esperanzas en las acciones que pudiera llevar a cabo un desconocido y rubio joven de largos cabellos y predisposición altruista que se había acercado a él sin prejuicios ni maldad.

Duelo Legal IV: Justos por PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora