46. Cambio de aires
Edificio de los Juzgados
Saga había abandonado la sala de prensa dejando que la puerta se cerrara a sus espaldas por sí sola. Estaba muy molesto por la manera en la que había terminado su intervención pública y en directo para varios medios, y lo peor de todo, es que por primera vez estaba siendo plenamente consciente que su labor desempeñada en el cargo de Fiscal General de Atenas comenzaría a ser cuestionada de forma dura y despiadada.
Y si algo no soportaba el ego que residía dentro de Saga era ser sometido a la inestabilidad de la duda. Menos en una ocasión como la que se estaba presentando, en la que él mismo trataba de convencerse día sí y día también que el error podía tener cabida en su vida laboral.
Por mucho que ese nimio detalle le jodiera sobremanera.
Shaka había estado presenciando la rueda de prensa desde una de las esquinas más discretas de la sala, y al ver cómo Saga salía sin siquiera emitir un cierre de la sesión de preguntas, supo que la mañana que tan bien habían estrenado se acababa de torcer.
Tomó uno de los pasillos circundantes y aprovechando sus conocimientos del edificio y del complicado carácter de Saga, se arriesgó a ir a su encuentro, avistándolo justo en el momento de acceder a un ascensor. El forense se vio obligado a emprender un rápido sprint para poder llegar a tiempo de detener el cierre de las puertas y colarse dentro, asumiendo todos los riesgos que estar cerca de Saga en ese instante podía suponer.
- Hey, Saga, ni se te ocurra hacerle caso a ese periodista...
Saga apenas le prestó atención, e incluso le obligó a apartarse sin mediar palabra cuando presionó el botón del piso elegido, el cuál Shaka estaba tapando con su inesperada presencia.
El joven hindú aceptó el primer rechazo; en cierto modo se lo esperaba, y sabía que no sería el primero, por lo que se cubrió con el traje de su casi infinito temple.
- Saga, por favor...cálmate...- Insistió, ante la indiferencia recibida, fruto del monumental enfado que estaba sintiendo el gemelo.
Saga había elegido el piso donde estaba ubicado el lujoso despacho destinado para el Fiscal General de la capital griega, y cuando las puertas del ascensor se abrieron salió con premura, aflojándose el nudo de la corbata y desabrochándose el par de botones superiores de la camisa.
Shaka inspiró calma, coraje y paciencia...mucha paciencia, y decidió seguir sus pasos. Aunque dándole unos metros de ventaja para evitar atosigarle en exceso.
Nunca había sido fácil lidiar con la parte que surgía a flote cuando Saga se sentía enfadado o decepcionado por lo que fuese, pero si algo le habían aportado sus tres años de convivencia era cierta práctica para vadear los desplantes, reproches estúpidos y despechados y todo lo que pudiera emerger de ese estado de ánimo intenso y desagradable que Saga debía cruzar.
- No hace falta que me sigas como un perrito.- Le espetó una vez entró en su despacho, lanzando el delicado maletín sobre la silla del escritorio.
- Te sigo porque me preocupas.- La respuesta de Shaka fue rápida, pero no pasó del umbral de la puerta, donde decidió apoyar su cuerpo mientras se cruzaba de brazos y adoptaba una posición relajada y receptiva.- La parte final de la rueda de prensa ha sido muy desagradable y sé que te ha afectado.
- Pues si lo sabes ¿a qué vienes? ¿a recordármelo más? - Le replicó con sorna, sin dedicarle mirada alguna.
Saga estaba completamente obcecado y no medía el daño que sus palabras y su actitud corporal podían causar, pero Shaka sabía que ese trance acabaría pasando...sólo tenía que aguantar un poco más.