55. The sound of silence
Thane tuvo que acceder a otra ala de esa cárcel, la que se denominaba de alta seguridad. En esa zona residían los reclusos considerados más peligrosos, donde las leyes carcelarias tenían aún mucho más peso que en otras áreas custodias de delitos menores. En la nueva residencia de Hyppolitos, ser un narco tenía caché. Por el contrario, ser un violador o asesino de mujeres, tenía dos condenas: primero la del juez, y segundo, la de la población interna.
Hypnos había ingresado en Korydallos el mismo día en que Thanatos había podido tocar su libertad, y si bien le fue asignada una celda para él solo, la presión vecinal que vivió durante toda la noche, las amenazas, los insultos, las promesas de hacerle conocer el verdadero infierno y toda la letanía de amables advertencias que no cesaron de escuchar ni él ni los funcionarios de ese duro turno, propiciaron que se le asignara un preso de confianza para salvaguardarle las espaldas.
Thanatos caminaba tras el funcionario que le guiaba por los caminos internos del edificio. Su estadía allí había despertado una especie de simpatía o extraña empatía, tanto con algunos integrantes del personal como con la mayor parte de los reclusos, y en esa visita que estaba llevando a cabo estaba siendo consciente de ello.
Si embargo, el trato de favor del que parecía gozar no impidió que debiera cruzar el control de metales y un posterior cacheo, momento en el que su corazón comenzó a cabalgar con dolorosa intensidad.
No tenía miedo de verse frente a frente de aquel monstruo que compartía mucho más que su sangre. Tenía miedo de la creciente ira que iba sintiendo arañar su estómago. Tenía miedo del frágil control al que estaba sometiendo las voces que le habían elegido para hacerse escuchar en el mundo terrenal...
Tenía miedo de no poder soportar con la necesaria entereza ese perturbador momento, cediendo al peso del dolor que se había visto obligado a saborear cada segundo de su marchita vida.
Thane mantuvo la mandíbula apretada. La tensión a la que sometía su rostro le hacía doler la quijada, pero no pensaba articular palabra. Ni en el proceso de registro personal, ni en la espera que tuvo que soportar en un cubículo no muy dispar al que había estado en su visita con Bennu.
Aunque esperara su llegada, verle aparecer ante sí le contrajo las entrañas. Apreciar ese rostro casi igual al suyo le hizo notar el sabor de la bilis queriendo escalar su esófago. Fijarse en una burda imitación de sonrisa, en esa asquerosa expresión de triunfo, en la altivez de esa mirada...fijarse en la soberbia que seguía necesitando lucir casi consiguió que cediera a su promesa de no articular palabra, y que acabara exigiéndole a gritos el por qué de tanta maldad.
Casi...
Pero no lo hizo. Thane tragó saliva y cerró los ojos en el corto instante en el que se aclaraba la garganta, para seguidamente abrirlos y clavarlos sobre la repulsiva mirada que le ofrecía Hypnos.
Sin articular palabra.
El silencio reinaba en el lado de Thane. Su grave voz no iba a emerger para pronunciar ninguna palabra inútil, pero el orgullo de Hypnos no se pudo resistir.
- Me sorprende que hayas venido, hermano.- El tono de voz que empleó Hypnos pretendía exhibir su seguridad característica.- A decir verdad, no te esperaba...
Thane volvió a tragar saliva, mordiéndose aún más los dientes. Sólo le miraba, fijamente. Sus pupilas viajaban de un ojo a otro, le escrutaban con intensidad, pero esta presión no parecía importarle a Hypnos.
- Goza de tu corta libertad, porque no tardarás en regresar a aquí. Te estoy guardando el lugar...
Quería gritar. Insultarle. Ahogarle con sus propias manos si no existiera barrera que lo impidiera. Ardía en deseos de hacerle pagar todas sus cuentas aunque sus manos acabaran bañadas en sangre. La adrenalina que en silencio recorría cada una de sus células le urgía catar la sensación de matar mientras un grito de dolor le destrozaría la garganta.