41. En el punto de mira

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Advertencia de relato crudo y lenguaje obsceno. Su lectura puede resultar desagradable. No es mi intención ofender a nadie, sino retratar situaciones que desgraciadamente existen en todas nuestras sociedades.


Residencia de Hypnos

El artista llegó a su gran vivienda sumido en una mezcla de emociones que le habían ido asaltando durante el transcurso de lo que, para él, había sido un largo día.

Debía reconocerse a sí mismo que algunos movimientos de esos abogados estúpidos le habían amargado un poco la fiesta. Descubrir entre el público del juicio por el asesinato de su querida Pandora al doble del fiscal que años atrás manipuló como le vino en gana, le encogió el estómago por un momento. Al contrario que el ridículo de su hermano, él no creía en fantasmas, aunque por unos instantes se había hallado mirando de frente a los ojos de aquel hombre que acabó muriendo cubierto de escombros morales. Unos escombros que él mismo se encargó de verter sobre el impoluto Aspros Samaras y que el abogado dejó ahí, ahogándose bajo su peso antes que echar a perder el prestigio que con excesiva dedicación había llegado a poseer.

Consumido por las ansias de ser tan bueno como se creía que había sido su padre, Saga había intentado destruirle, pero si algo tenía Hypnos es que era más sabio por viejo que por diablo, y en el arte de la manipulación no podía ganarle nadie.

Absolutamente nadie.

Así mismo quedó demostrado: un proceso esperpéntico anulado, su hermano de regreso a la cárcel y él disfrutando como un cerdo revolcándose en el barrizal con su actuación ante la hambrienta prensa.

El papel de padre triste y hundido por el asesinato de su hija lo tenía muy bien ensayado, pero tener que improvisar y añadir a su guión la terrible ofensa perpetrada por parte del inepto y joven fiscal, fue un inmenso placer fuera de pronóstico. Se regodeó ante las cámaras como nunca antes había hecho. Sabía que su dramática escena era transmitida en directo por algunos canales de televisión, y que enseguida pasaría a ocupar los primeros titulares de las web de información y de los clásicos periódicos impresos en papel.

Esa noche quería estar completamente solo, disfrutando de los programas de televisión que le dedicarían todo el prime time, colocando a su figura en el pedestal más alto de los hombres sufridores por la pérdida de sus seres queridos, y de regalo le harían un repaso a toda su carrera pictórica, recordando a los olvidadizos del arte, o a los fugitivos del mismo, el gran talento que poseía, la grandeza de alma que albergaba, la profunda sensibilidad que transmitían sus hipnóticas pinturas...y lo devastado a nivel emocional que lo había dejado el macabro asesinato de la muñequita de sus ojos. Las preguntas que se harían los supuestos expertos serían tan absurdas como atrayentes para el surtido de espectadores que le harían compañía desde sus respectivas casas.

"¿Cómo afectara esta desgracia a su obra de ahora en adelante?"

"¿Dejará la pintura?"

"¿Se dedicará exclusivamente a sus tareas administrativas como director de la Facultad de Bellas Artes más valorada del país?"

"Si sigue pintando...¿su obra transmutará de la luz a la oscuridad?"

Etcétera, etcétera, etcétera...

Y él se reiría a carcajadas escuchando los razonamientos de los supuestos expertos, degustaría su copa de metaxá* y quizás sí...quizás trataría de olvidarse de Pandora, poco a poco...

Día a día...

Los guardaespaldas que le habían acompañado a los juzgados habían partido hacia sus domicilios por orden expresa de Hypnos, así como también el personal doméstico que trabajaba para él. Sí...esa noche necesitaba que su soledad fuera absoluta y estaba convencido que no le hacía falta nadie que guardara sus puertas. El sistema de alarmas alrededor de la mansión estaba conectado y si un simple gato se atrevía a pisar sus dominios no tardaría ni un segundo en saberlo.

Duelo Legal IV: Justos por PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora