22. Propuestas

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Piso de Shura

Shura ya hacía rato que había amanecido y procedido con sus cuidados personales y sagrados de cada mañana. Incluso había bajado a la calle en busca de bollería fresca y recién hecha para ver si de esta manera a Phansy se le despertaba el apetito, pero había fracasado. Otra vez...

Desde el forzado encuentro que la joven psicóloga había llevado a cabo ante Hypnos, con la misión final de conseguir muestras de Adn del pintor, la luz de sus dorada mirada se había apagado por completo. Las calles se habían convertido en un vivo decorado que observaba desde detrás de las ventanas del piso de Shura, lugar dónde su alma había decidido recluirse y marchitarse.

- Phansy, tienes que desayunar algo...

Fue un ruego cansado, y la respuesta recibida se presentó tan desalentadora como todas las que Shura escuchaba durante el transcurso de los últimos días.

- No tengo hambre.

El abogado español exhaló paciencia, aunque cada vez le iba quedando menos ante todas las negativas que recibía de los labios de la mujer que había conseguido enamorarle, pese a su íntima y firme promesa de no volver a hacerlo jamás.

- Inténtalo. Los croissanes están recién horneados...

- ¡Que no, Shura! No insistas, por favor...

Phansy hacía días que obviaba vestirse con sus habituales y atrevidos atuendos, los cuáles se hallaban sustituidos por pijamas y un batín que le avejentaba el porte y el espíritu. Y en ese momento permanecía sentada frente a Shura, con la mirada perdida en un vacío muy oscuro y la mano sosteninendo con desídia la cucharilla que por inercia removía un café con leche que se había tomado a medias, y que ya se estaba enfriando hasta el punto de no resultar en absoluto apetecible.

Él no insistió. Decidió escudarse en un pasajero silencio y dar cuenta de los cuernos del croissant que Phansy no iba a tocar. Apuró su corto café solo de un único trago, se pasó la servilleta por los labios y después de dejarla sobre la mesa cruzó las manos y las usó como soporte de su mentón mientras observaba intensamente a la joven.- No puedes seguir así, Phansy...¿hasta cuándo durará ésto? - Ella se encogió de hombros. Evitó la profunda mirada del abogado y acabó por apartar la taza, dando por finalizado su desayuno.- ¿Ni el café te vas a beber?

- Es que no puedo, Shura...- La voz de la joven surgió rendida, tanto como se avistaba la mirada que finalmente alzó hacia el abogado.- No es que no quiera...No puedo. Tengo el estómago cerrado y siento que cualquier cosa que vaya ahí no tardará en volver a salir.

Sus miradas se sostuvieron en silencio, y Shura inspiró profundamente mientras seguía manteniendo su mentón apoyado sobre el cruce de sus manos.

- Está bien, no comas si no puedes.- Dijo al fin, alzándose con la intención de rodear la mesa y aproximarse a Phansy. Ella mostró el inconsciente ademán de apartarse, pero no lo hizo. No podía rendirse a los actos reflejos y defensivos que el tacto de Hypnos había hecho recordar a su piel. No ante Shura, aunque le costara un mundo reprimir esos aspavientos de protector desdén. De modo que se hizo la fuerte y se fijó en la mano que el abogado había dejado apoyada sobre la mesa mientras la otra se dedicaba a tomar algunos mechones rubios de los que le velaban la mirada para colocárselos tras la oreja, presentándose como una colección de gestos comandados con infinita ternura.- Pero al menos tómate un buen baño, largo, relajante...todo el tiempo que desees, y vístete con tus ropas de siempre. Te estás abandonando Phansy, y me asusta que lo hagas.- La mano desistió de querer domar esos mechones rubios y ondulados, y decidió colarse entre ellos hasta poder acariciar la nuca y luego permanecer sobre el tenso hombro con la única intención de transmitir comprensión y cercanía.

Duelo Legal IV: Justos por PecadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora